Ni lluvia, ni clientes. La jornada matutina de ayer se presentó muy floja para los restaurantes de Santa Lucía. Esperando precipitaciones que casi no llegaron, los propietarios de los negocios y vecinos del municipio fueron testigos de un día "de tres o cuatro gotas" que espantaron a los clientes visitantes que cada fin de semana rebosan los locales de restauración. De esta manera, y con un sol resplandeciente dando en la terraza, Borja León, propietario del bar El Guata, en La Sorrueda, maldijo la alerta por temporal que dio como resultado poca agua y todavía menos trabajo.

"Casi no ha llovido nada y encima la gente ha dejado de subir a comer", se lamenta mientras puntualiza que, por regla general, "cada sábado está todo lleno, pero al avisar del mal tiempo los clientes se quedan en casa y ni los motoristas salen". Aún así, los fijos no faltaron a su cita y disfrutaron de bebidas frescas acompañadas de rayos de sol generosos y la tranquilidad de calles prácticamente desiertas, donde las precipitaciones cayeron tímidamente antes de las doce del mediodía. "Y eso que decían que llovería a partir de esa hora", ríe una vecina del pueblo.

Antes de entrar al mismo, algún que otro coche se cruzaba y no más de tres ciclistas circulaban por la vía de acceso, pero lo cierto es que el paisaje se mostró tan solitario como seca la presa de la zona. Muy poca agua, un palmeral prácticamente seco y un olor a lluvia que dejó con ganas a más de uno que optó por un sábado de película, sofá y manta. "Tan poca ha caído, que hasta tendí en la azotea", afirma la vecina.

A pocos metros, Emilio López, de 86 años, aguardaba con mirada tranquila en la puerta de su vivienda de toda la vida. Con un gorro puesto y pegado a la fachada amarilla y blanca, se quedó esperando esas gotas desde el cielo que casi no cayeron.

"Esto es sólo para limpiar el polvo", cuenta el anciano a la vez que señala que "estaba preparado por todo lo que anunciaron, pero la gente sigue esperando agua y esta no viene". Asimismo, agradeciendo el calor del sol que acariciaba su rostro de vez en cuando, asegura que "ha sido un año malo y la lluvia aquí se necesita mucho, porque si no será negativo para las aceitunas".

Echando también de menos las motos que cada fin de semana pasan por delante de su casa, "hasta un grupo de 40 todas juntas", agrega que "a penas he visto 5 o 6, para que al final ni llueva". Aunque a veces se sienta en una silla, ayer decidió esperar de pie esas precipitaciones que tanto le gustan y que no acudieron a su encuentro.

Alrededor, sólo algunos turistas ocupaban los asientos vacíos de las cafeterías de la zona. Con frío casi ausente y algunos cachitos de cielo de color celeste haciendo un pulso a la gran nube gris que dudaba entre si seguir hasta San Bartolomé o quedarse en Santa Lucía, los vecinos del pueblo abandonaron sus calles que, aunque mostraban sus carreteras aún mojadas por las gotas durante la mañana, no recibió ni la mitad de lo que se esperaba.

"Los del tiempo siempre se equivocan, aquí solo hay viento y cuatro gotitas", cuenta Julio Gutiérrez, natural de Valladolid pero residente en La Sorrueda desde hace 35 años. Asegura que sabía que poco temporal se iba a desatar. "¿Dónde está lluvia?", pregunta sin afán de que nadie le responda. Y así, mientras algunos descansan en casa poniendo como excusa el tiempo, otros aprovechan para hacer fotos o disfrutar de la tranquilidad de un panorama con olor a tierra húmeda. Un paisaje de nubes grises, observado por los ojos de Santa Lucía, y que bien justifica esa frase de "perro ladrador, poco mordedor".