El viento que azotó a la isla de Gran Canaria durante la madrugada y mañana del pasado domingo ha tumbado buena parte de las plantaciones de papas, afectando, según las primeras estimaciones y a falta de los datos que se irán recabando a lo largo de la semana, a medio millar de productores.

Juan Hernández, secretario insular de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), explicaba ayer a este periódico que la producción afectada puede estar en torno a los dos y tres millones de kilos, siempre con la cautela propia antes de ofrecer un recuento pormenorizado. Las fincas afectadas se encuentran en las partes más altas de municipios como Santa Brígida, San Mateo, Teror, Valleseco, Firgas y Moya. Además de las papas también quedaron tocadas las plantaciones de hortaliza de hoja, como la coliflor o la lechuga.

Díaz valoraba el viento, que llegó a alcanzar rachas de hasta 122 kilómetros por hora en Tejeda, los 119 kilómetros por hora en Valleseco y los 116 kilómetros por hora en Agaete como similares, en términos de destrozos para la papa, a los que provocó en su momento la tormenta tropical Delta.

Y es que se da la circunstancia de que por la falta de lluvias los agricultores habían adelantando los cultivos frente a otros años, de tal forma que las matas con una media de dos meses se encontraban en una de las fases más vulnerables. La misma fuente asegura que en la costa no hizo tanto daño, "pero en medianías arrasó", sentencia Díaz, mientras aplicaba fungicida a sus cultivos, muchos de ellos con las ramas partidas, para paliar la entrada de hongos propias de esas lesiones.

El secretario insular anunció que esta tarde se celebraría una primera reunión con los agricultores para ir evaluando las consecuencias, que centró más arriba de la cota de los 400 metros, pero ganando altura como ocurrió con áreas agrícolas como Fontanales. A esas estimaciones se tienen que ir sumando las que vayan recabando las cooperativas o las que se realicen en las peritaciones contratadas por los seguros.

Otros productores advertían que las consecuencias para los consumidores se notarán especialmente dentro de un mes y medio, "o cuando toque", con unos precios al alza por la falta de oferta.

La papa afectada es la que se denomina de media estación y que se suele recoger en los meses de abril y junio, y que por lo tanto "ya estaba nacida". Para colmo de males en esas áreas donde han terminado más perjudicadas el balance, como ilustra Díaz, ha sido de "agua cero, y no de aguacero, precisamente, con lo que este tiempo solo ha venido a romper", afirmaba ayer, mientras se encomendaba a las lluvias anunciadas para mañana miércoles, esto en un año que por primera vez en el norte desde hace tiempo ha sido rácano en precipitaciones.

Donde cayó algo más, pero tampoco en cantidades muy significativas, fue en La Aldea de San Nicolás, un punto muy sensible a los vientos por la gran cantidad de invernaderos. Según el técnico agrícola de Coagrisán Marcelo Rodríguez, afortunadamente los daños en la localidad no han sido muy graves, a pesar del fuerte viento que castigó a puntos como Los Hoyos y Tocodomán, levantando algún que otro invernadero, o dañando las hojas de plataneras, que han terminado desflecadas, y con racimos en los suelos.

Pero esto no quiere decir que no pueda tener consecuencias más importantes. Según explica Rodríguez las matas de tomates en el periodo en el que se encuentran ahora son muy sensibles al movimiento y al roce. De ahí que esperan que en "un mes sí veremos mucha fruta dañada por el viento".

Rodríguez asegura que las rozaduras menguan la producción, porque la piel de los frutos es como la de un niño pequeño, algo que se apreciará a medida que vayan creciendo".

Al igual que Hernández tampoco apreció en la borrasca la solución al agua, "a pesar de que han venido bien los 30 litros de media" que cayeron en la localidad, pero que no se tradujeron en aportes para las tres presas que abastecen los cultivos de La Aldea -Parralillo, Caideros y Siberio-, en las que no han entrado ni una gota debido a una tierra demasiado reseca para formar escorrentías.

Pero no solo los cultivos han sido perjudicados por el vendaval. En Agaete, uno de los lugares que más sufrieron la borrasca del fin de semana, las rachas se cebaron con el Huerto de las Flores, que ayer recibía la visita del alcalde de la villa Juan Ramón Martín, con parte de su grupo de gobierno, que procedió a su cierre por "el gran número de árboles afectados", y que serán hoy objeto de un informe técnico para intentar abrir el recinto lo antes posible.