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Perfil

La historiadora que amaba el arte

Clara Muñoz Jiménez nació en Santoña (Cantabria), pero a los tres años llegó a la Isla, hija de un maestro represaliado por el franquismo. Le interesaba mucho el arte que partía de la inteligencia

La historiadora que amaba el arte

La familia de Clara Muñoz Jiménez, historiadora y comisaria y crítica de arte fallecida en diciembre de 2015, recogerá este viernes la distinción de Hija Adoptiva de Gran Canaria que le ha otorgado el Cabildo Insular este año, después de que ya obtuviera el de Hija Adoptiva de Las Palmas de Gran Canaria, e incluso fuera pregonera en las fiestas fundacionales de la ciudad.

Clara nació en Santoña (Cantabria) pero a los tres años vino a Gran Canaria porque su familia fue represaliada tras la guerra civil. Su padre era maestro y a su tío lo fusilaron. Su familia estaba en el punto de mira de los gerifaltes de la dictadura. A su padre lo amenazaron si volvía a Segovia, ya que era de Cuéllar. Los padres huyeron primero a Santander y como también tuvieron problemas decidieron marcharse a un lugar más lejano: Canarias. El padre, don Secundino, fue el director del instituto de La Isleta en los años 50, 60 y 70.

"La madre de Clara falleció cuando ella tenía ocho años, por lo que la cuidó una tía que vino de la Península y que luego vivió con nosotros. Su familia fue represaliada", afirma su viudo Juan Espino. Clara y Juan se conocieron a través de un amigo común que estudiaba en Madrid con ella. El amigo, Salvador González Hidalgo, Voro, estudiaba arquitectura, era un amigo que vivía en Bravo Murillo y fue el que los presentó. Se conocieron a mediados de los años 80.

"Yo lo tenía claro. Cuando la conocí me pareció una persona muy interesante, muy singular en sus frases y en su forma de hablar", señala Juan. Era una gran lectora de novelas. Le gustaban las novelas policiacas y los personajes del cine negro.

"Le interesaba mucho el arte que partía de la inteligencia, no el arte intuitivo, sino el que partía de un planteamiento inteligente, de un razonamiento. No le interesaba la gente que hacía arte gestual, como los pintores que hacen una abstracción informalista. Ella surge como respuesta al informalismo, de unas premisas diferentes". Para ella el artista es sobre todo un intelectual.

"Aunque escribía también a los pintores, lo que realmente le interesaba era cuando la pintura se convertía en otra cosa. Como la fotografía de Fernando Larraz. También Paco Sánchez, que hace cuadros con figuras que parecen pictogramas, como un paso previo a la escritura".

Clara era una persona excepcional y una conversadora nata que había leído mucho. Una gran lectora y una gran feminista. "Era muy discreta. Había amigos que decían que era algo huraña porque no se mostraba con facilidad, pero es que ella era así, era su carácter".

Clara y Juan tuvieron dos hijos: el hijo estudia Derecho y la hija violín en Suiza. "Son buena gente, son buenos chicos. Cada uno lo lleva a su manera. A veces hablamos pero lo sufrimos por dentro porque es duro".

Licenciada en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid y en Historia del Arte por la Universidad de La Laguna, Clara Muñoz se consagró como crítica de arte y curadora independiente, centrando buena parte de su vida profesional en la investigación del arte y la arquitectura.

Como ser humano fue una persona muy amiga de sus amigos. "Hacíamos cenas en casa. Era una persona muy allegada que te atraía a la gente. Nos reuníamos los amigos y hablábamos de arte. Era una persona extraordinaria muy querida y valorada".

El primer homenaje póstumo se lo hizo el Círculo de Bellas Artes de Tenerife el año pasado. "Ella iba a Tenerife y nunca cogíamos un taxi porque siempre estaban esperándole los amigos y los artistas para llevarla". Luego ya se le hizo otro homenaje en el Gabinete Literario. Posteriormente Juan Hidalgo le hizo un homenaje a Clara en la galería de Saro León: 'Dos amigos'. "Fue la última obra que Juan Hidalgo tocó con su piano, que ahora lo tengo en mi casa".

El CAAM también la homenajeó. "Mapi Moreno le preparó otro en la Universidad. Fueron unas exposiciones concatenadas una detrás de la otra. Fue un reconocimiento continuo y unánime. Era muy querida". Toda la intelectualidad estuvo siempre muy vinculada a ella. "Ella escribió muchos texos para la revista Átlántica' y Octavio Zaya la adoraba".

Colaboradora habitual del suplemento Cultura de LA PROVINCIA / Diario de Las Palmas, Clara Muñoz ejerció comisariados en proyectos de envergadura como las bienales de Dak'ART, Bienal de Arquitectura, Arte y Paisaje de Canarias en su primera y segunda edición, de 2006 a 2011, Fotoarts y Bienal de Lanzarote, entre otros.

Como persona tenía ese punto de roce positivo con todos, no era una persona que tuviera enemistades. "Era muy amable, muy conciliadora, una magnífica conversadora, debatía desde la profundidad siempre con afabilidad, nunca imponiendo".

"Cuando ella se puso enferma, hubo un momento que se dio cuenta que su mejor jugada era perder y tenía que asumir que iba a perder. Cuando ya asumes que vas a perder, sabes que tienes que hacer esas jugadas estratégicas que no son a largo plazo, sino a corto plazo para dejar el recuerdo de quién eres a las personas que han estado contigo. Esa jugada la hizo ella sabiendo que iba a perder porque nunca se hace si no lo asumes. Ella sabía que su mejor jugada era esa: la del perdedor que tiene que jugar con inteligencia porque no tiene más opción".

"Intentó por todo los medios transmitir su sufrimiento porque fue una agonía de cinco años muy dura. Yo conozco a gente que se ha dado seis sesiones de quimioterapia y me dicen que no quieren hacerme más porque es durísimo. Y ella se hizo más de sesenta sesiones de quimioterapia. Nosotros pensamos que iba a salir adelante pero ella sabía perfectamente lo que había. No lo comentaba conmigo pero decidió viajar, hacer el viaje que quería hacer con mis hijos a Italia para hablar y ver el arte del Renacimiento, el arte italiano. También estuvimos en Vietnam y Camboya en septiembre y octubre de 2015 y ella falleció en diciembre, siempre dejando el recuerdo en la memoria para siempre. Fue una persona que a pesar de estar mal luchó hasta el final con una enfermedad avanzada".

Clara asumió la dirección de la Sala de Exposiciones del Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria desde 2003 hasta 2012, dando protagonismo a jóvenes artistas en un arco que recorría pintura, fotografía y arquitectura. Además, compaginó estas responsabilidades con la publicación de textos en revistas especializadas de arte y arquitectura, como Atlántica, Revista de Arte y Pensamiento, Art.es, Sublime, Arte Contexto, Contemporánea y Basa.

Además, formó parte del Consejo Asesor del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) entre 2000 y 2002 y mantuvo una estrecha relación con el espacio museístico de Vegueta, aportando su experiencia en eventos teóricos, conferencias y exposiciones.

En Clara Muñoz hay tres aspectos destacables: el intelectual, el profesional y el humano. En cada una de esas tres facetas destacaba especialmente. "En su trayectoria como intelectual la gran labor que realizó fue la de encontrar relaciones entre las obras de diferentes artistas dentro de lo conceptual. Fue la narradora de esos artistas vinculados a lo neoconceptual, que tenían relación unas corrientes de pensamiento internacionales. Ella bordó un poco ese tema. La pregunta que planteaba insistentemente es: ¿qué es arte? Y se respondía que esto también es arte".

Hay una búsqueda permanente de esto. "Ella apoyó mucho el arte experimental; a través de él abordaba diferentes temáticas, como la identidad o los espacios fronterizos entre disciplinas. A ella no le interesaba el arte multidisciplinar, sino el arte interdisciplinar, el que estaba en terrenos fronterizos, difícil de definir. Le interesaban mucho los nuevos movimientos escultóricos, como se llamaban a principios d ellos años 90".

Ella fue la narradora. Por eso abordó la arquitectura, la videocreación, las artes plásticas. "Todo esto se entendía como arte experimental, pero habría que distinguirlo. A ella le interesaba mucho descubrir hasta dónde llega el arte, usando las palabras, los términos, los conceptos, la tipografías también le interesaban mucho. Como la fotografía".Tuvo contactos con Jose Ruiz, Sergio Brito, Karina Beltrán. También le interesaba mucho la fotografía. "Son espacios interdisciplinarios, fronterizos". Ella estaba en contacto con las últimas corrientes de pensamiento, tanto las americanas como las alemanas o francesas.

Como profesional era una persona de una gran intuición, con un gran olfato natural. Siempre escogía lo mejor de los artistas. "Ella mantenía un discurso coherente sobre lo que es el arte. Relacionaba artistas de Tenerife y de Gran Canaria, como Durango, Ángel Sánchez y por supuesto Juan Hidalgo, que era el ejemplo más claro de artista cuya vida era ya una obra de arte en sí. El arte rebasaba los límites de la música, la fotografía y las artes plásticas. Él era parte de su obra".

"Y luego en arquitectura, por supuesto: Magüi González, GPI, Fernando Menis, Antonio Corona y Amaral, MP, Rorró. Porque su arquitectura intenta introducirse en nuevos campos. Ella llevó la galería del Gabinete Literario, que se convirtió en un referente para la arquitectura, para el arte, y trabajó con muchos artistas a los que les hacía los textos".

Clara tenía gran amistad con los críticos de arte. "Lo que yo veo ahora es que parece que se ha perdido esa función. Clara era como un polo atractor y se nota ese vacío. La pintura no le interesaba especialmente, pero en cambio sí Paco Sánchez, Néstor Torrent y Pura en Tenerife, Adrián Alemán y Teresa Arozena en fotografía, siempre abordándola como nuevos lenguajes fotográficos, intentando incorporar un nuevo lenguaje. Antonio Vela, que tenía Foto Noviembre, también estaba muy vinculado a ella. Tenía muy buena relación con todos los centros de arte de la isla y con Tenerife también". La historiadora tuvo el honor de pregonar las Fiestas Fundacionales de Las Palmas de Gran Canaria en 2012.

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