La noche del 18 de marzo de 1937 desaparecieron más de veinte personas en Arucas y en los días siguientes la represión franquista alcanzó a otro centenar de alcaldes, concejales, sindicalistas y obreros del norte de la Isla. Justo cuando se cumplen 80 años de aquella madrugada sangrienta, los familiares de las víctimas tienen una nueva esperanza de encontrar los restos de sus seres queridos. Los huesos de al menos dos personas aparecieron la mañana del lunes en el Pozo de Tenoya, donde se cree que pueden estar sepultados los represaliados que no aparecieron en el año 2008 en el Llano de las Brujas.

El Cabildo de Gran Canaria anunció ayer que los arqueólogos de la Unidad de Patrimonio Histórico han certificado la existencia en Tenoya de los primeros restos óseos humanos, descubiertos durante los trabajos para vaciar el pozo y localizar los restos de los represaliados durante los años de la Guerra Civil.

"Localizados en dos galerías laterales, sin orden aparente alguno y mezclados con algunos otros restos de animales, los huesos corresponden al menos a dos personas adultas, presumiblemente varones", adelantó la Consejería de Cultura del Cabildo, que resaltó que ambas galerías están localizadas a unos 33 o 34 metros de profundidad con respecto al brocal del pozo.

Al retirar los materiales que se encontraban a esa altura del foso, que estaba completamente lleno cuando se iniciaron las excavaciones en octubre de 2013, "han aparecido fémures, tibias, vértebras y pelvis, todos ellos en buen estado de conservación y sin conexión anatómica", precisó.

Excavaciones

Los restos óseos fueron descubiertos a primera hora de la mañana del lunes por los operarios de la empresa adjudicataria de los trabajos, Pozos y Reparaciones Medina. Trabajadores de esa compañía también participaron en 2008 en las excavaciones del Llano de las Brujas, donde se localizaron 24 cadáveres de represaliados de Arucas, Gáldar y Firgas, principalmente. Las pruebas de ADN permitieron identificar a siete de ellos.

Pino Sosa, presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de Arucas (AMHA) e impulsora junto a su prima Balbina Sosa de la búsqueda en los pozos del municipio, recibió la noticia del hallazgo "con mucha emoción y una mezcla de tristeza y alegría". Pensaba que su padre, el hojalatero José Sosa Déniz, estaba sepultado en el Llano de Las Brujas, pues allí la llevaba su madre cuando niña a poner flores a las víctimas del levantamiento militar de Franco. El ADN no lo confirmó, pero ahora tiene la esperanza de encontrarlo en el Pozo de Tenoya, donde la tradición oral asegura que fueron lanzados algunos de los desaparecidos aquella amarga noche del 18 de marzo.

Según el historiador Sergio Millares, se hizo una fila de prisioneros y en ella había dos hermanos. Uno de los falangistas los conocía y salvó a uno de ellos. Por el hermano superviviente se supo que ese pozo fue uno de los utilizados para ocultar los asesinatos de los represaliados de la zona norte, desde Tamaraceite hasta la Vecindad de Enfrente en el Valle de Agaete.

El Cabildo explicó que según el Protocolo de actuación en exhumaciones de víctimas de la guerra civil y la dictadura, el primer paso es informar del hallazgo al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Arucas, a la Guardia Civil, la Consejería de Presidencia, Justicia e Igualdad del Gobierno de Canarias, Dirección General de Patrimonio Cultural Gobierno de Canarias, Ayuntamiento de Arucas y Asociación de Memoria Histórica de Arucas.

"El hallazgo de los restos óseos humanos -apuntó el gobierno insular- se produce cuando el Cabildo acometía la última fase de la intervención en el Pozo de Tenoya y cuando se cumplen justamente 80 años de la desaparición de un indeterminado número de personas durante el mes de marzo de 1937, de las que la historia oral insistía en que fueron arrojadas al Pozo de Tenoya". Desde el 26 de abril de 2012, en que se autorizaron los trabajos en el Pozo de Tenoya, el Cabildo ha destinado 253.154 euros.

Ahora se abre una fase totalmente nueva en la prospección del Pozo de Tenoya. Las meticulosas tareas de extracción de los restos y del relleno serán en todo momento supervisadas a pie de obra por inspectores de Patrimonio Histórico de la Corporación insular con el objeto de garantizar que no se produzca ninguna afección negativa sobre los posibles restos humanos. Los trabajos se detendrán cautelarmente hasta que el Cabildo redacte un nuevo proyecto de intervención y exhumación de los restos que, previsiblemente, podrían volver a reiniciarse a finales del mes de abril.

El arqueólogo Javier Velasco declaró a Efe que los huesos recuperados están en muy buen estado, por lo que será fácil tomar medidas oseométricas y trazas de ADN para intentar identificarlos, tanto a través del sexo y la talla de los fallecidos, como con comparaciones genéticas con descendientes de desaparecidos en la Guerra Civil que se sospecha que reposan allí.

Los restos se han encontrado en dos galerías laterales situadas a casi 34 metros de profundidad, una cota a la que ha costado mucho tiempo y trabajo llegar. Se calcula que aún faltan entre 10 y 15 metros para llegar hasta el fondo, un espacio en que podrían estar muchos de los desaparecidos en la comarca norte.

La labor de desescombro dentro del pozo se encontró desde un primer momento con un sinfín de trabas. Entre ellas, la aparición de un chasis de un camión de unas 3.500 toneladas, rocas más de 100 kilos, eucaliptos y todo tipo de vegetación, una gran cantidad de barro por la lluvia y hasta la presencia de gas, que obligaba a los operarios a colocarse mascarillas por motivos de seguridad, que ralentizaron todo el proceso. Y, durante el invierno, al estar en un barranco que une Arucas con Las Palmas de Gran Canaria, tuvieron que hacer frente a la presencia de un gran caudal de agua.