El sábado el foco informativo alumbraba la situación producida por el efecto del temporal de lluvia en las zonas sur y sureste de Gran Canaria, donde en Montaña La Data (San Bartolomé de Tirajana) había caído 55,9 litros por metro cuadrado y en Agüimes, 53,6. El desborde de la Charca de Maspalomas por el caudal de agua que le llegaba del barranco cercano y que abrió un canal hacia el mar fue otra de las imágenes más llamativas.

Pero ayer las precipitaciones más suaves, algún trueno atronador en la lejanía y los relámpagos que se sucedían en la playa sureña y en su entorno no era más que un fastidio para quienes quería un día de playa y tuvieron que marcharse a disfrutarlo para mejor ocasión. La zona de sombrillas y tumbonas estaba desierta, sin clientes que las demandaran por el mal tiempo reinante: un suelo encapotado y negro que a ratos descargaba una lluvia fuerte que convencía a los paseantes y a los más optimistas que era mejor volver a los apartamentos y hoteles.

El regreso a techo cubierto se producía de forma pausada, con turistas usando las toallas como mantas, las gorras para protegerse la cabeza no del sol, sino del aguacero, con paciencia y resignación, aunque algunos le sacaron partido a la situación. Hubo quienes fotografiaban el aspecto de la Charca con la exclusa natural formada para echar el importante caudal que le entraba de las escorrentías procedentes del barranco de Maspalomas. Un alemán, por su parte, mostraba su alegría por haber captado con su cámara algunos de los relámpagos que surcaron el cielo sureño durante la tormenta y mostraba las imágenes logradas. "Estoy muy contento de haberlas conseguido, es bastante difícil que se puedan fotografiar, pero he tenido suerte de sacarlo en el momento preciso", señalaba.

Tom Smulders, vicepresidente de la patronal hotelera, indicó ayer que las lluvias habían causado daños en algunas instalaciones por rebosarse la red de pluviales, una obra que el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana se ha comprometido a mejorar cuanto antes.

Según Smulders, los turistas el mal tiempo "se lo toman como es, un 'quita y pongo', una tromba de agua, para dentro, sale el sol, bikini y piscina". Para el empresario holandés, el verdadero "peligro existe en las montañas, donde se meten ciclistas no conscientes del riesgo a que se someten, como ocurre con los senderistas".

Una situación que era muy real ayer, con varios ciclistas que se dirigían a Montaña La Data, Ayagaures y otras zonas donde aún se veía correr el agua -ya muy poca- y con un piso anegado en diversos tramos y por donde los vehículos debían frenar para evitar meterse de lleno en el charco. Senderistas, pocos, pero caminaban por los mismos lugares que ayer eran intransitables por su peligrosidad.