Julio Verne escribió sobre Gran Canaria que su centro ofrecía una “vista espléndida”, un “circo, sin un hundimiento, sin ningún desplome, sin ninguna cortadura, desarrolla ante las miradas atónitas su elipse de 35 kilómetros, de cuyos lados convergen hacia el centro arroyos y colinas bajas, a cuyo abrigo se han construido aldeas y caseríos”, un texto que recuperó el presidente del Cabildo grancanario, Antonio Morales, como muestra de los lazos franceses con motivo del Día de la Francofonía.

Verne describió en su novela “Agencia Thompson y Cía” que “en menos de tres horas se llegó a Gáldar, residencia de los antiguos reyes berberiscos, sobre la costa noroeste; después habiendo atravesado la villa de Agaete, se llegó hacia las cinco a Artenara. Situado en la pendiente interior de la caldera de Tejeda, en una altitud de 1.200 metros, el pueblo de Artenara es el más elevado de toda la isla, ofreciendo una vista espléndida”.

El premonitor novelista francés, que ya en el XIX estuvo atinado cuando anticipó el turismo como futura actividad isleña, no fue el único conocido literato, prestigioso científico o viajero que escribió sobre las islas, tal como desgranó Morales en la conferencia inaugural de las Jornadas Francófonas del Liceo Francés y la Alianza Francesa organizadas con participación del Cabildo, el Ayuntamiento capitalino y los Consulados de Francia, Marruecos, Mauritania, Senegal y Suiza.

Precisamente este “hermosísimo paisaje” descrito por el maestro de la premonición, subrayó, ha sido designado como propuesta española a Patrimonio Mundial, una decisión que tomará la UNESCO en 2019 precisamente en París. “Ojalá en esto también sean visionarias las palabras de Julio Verne”, manifestó.

La lengua francesa, con futuro por el turismo y el entorno africano

En defensa de la lengua francesa, la que el presidente estudió como lengua extranjera en el instituto, Morales devolvió su relato a la actualidad recordó que la llegada de turistas franceses ha aumentado espectacularmente en los últimos años, nada menos que un 167 por ciento de 2010 a 2014, y en 2015 fueron ya 100.000 personas.

Estos datos llevaron a la Embajada de Francia a mantener contactos con el Gobierno de Canarias para incrementar la enseñanza del francés en los centros públicos, ya que las cifras constituyen una fuente de empleo que favorecerá a los jóvenes que hayan estudiado francés. “Es por tanto dar la espalda a la realidad afirmar que son únicamente el inglés y el alemán los idiomas que ayudan a nuestros trabajadores a incorporarse al sector turístico”, consideró.

Por si fuera poco, existe otra realidad que la “sociedad no parece contemplar en su justa medida” y es el entorno geográfico francófono, con 1.500 empresas españolas se han instalado en el continente y de ellas, el 10 por ciento canarias. Parte del personal cualificado es contratado en España y el conocimiento de la lengua francesa es una baza fundamental para acceder a esos empleos, advirtió.

Y se trata de oportunidades de trabajo que van a seguir creciendo en la misma medida en que lo hace la implantación de capital canario en África. Por ello calificó de error desechar el francés como lengua de futuro profesional, por lo que elogió el trabajo realizado tanto por el Liceo Francés como por la Alianza Francesas, cuya sede se encuentra en un edificio de la calle Buenos Aires cedido por el Cabildo de Gran Canaria.

Apellidos franceses en Canarias

La llegada de la expedición normanda a principios del siglo XV a las islas, rememoró ante un público sorprendido por alguno de los hitos recuperados del olvido, dejó el testimonio de Gadifer de La Salle y Jean de Béthencourt en el texto de Le Canarien, un acercamiento a la realidad de la sociedad prehispánica de enorme valor porque es el único documento sobre la vida de sus habitantes en los momentos anteriores a la conquista.

Abrieron además las puertas a la presencia francesa en las islas con familias que legaron sus apellidos y son algunos de los más característicos hoy día, como Betancor o Betencour, pero también se los deben los Ascanio, Guigou, Croissier, Diepa, los Berriel, los Melián, Perdomo, los Marichal, los Grimón, los Massieu y los Umpiérrez, entre muchos otros, además de algunos topónimos como la Vuelta del francés.

Aun así, la relación con Francia es muy anterior: en la búsqueda medieval del más allá, en el mare ignotum, sitúan en el siglo XII el fin del mundo en las islas y de manera especial la Navigatio Sancti Brandani, el Viaje de San Brandán, cuya popularidad dio lugar a la aparición de la isla de San Borondón en los mapas medievales.

Y es que la cartografía fue otro aporte francés fundamental relacionado con la importancia de los viajeros y científicos cuyos periplos se tradujeron en textos que acercaron desde tiempos lejanos las Islas Canarias al público galo.

De la profusa información sobre el archipiélago llevada a Francia por botánicos, antropólogos, etnólogos y otros científicos al salto a la literatura francesa no había más que un paso fue, el dado no solo Julio Verne, que aunque jamás pisó las islas aprovechó esa información, aderezada con buenas dosis de su propia imaginación, para escribir su Agencia Thompson y Cía.

También Victor Hugo comenta en Los miserables que “la arroba de castilla contiene dieciséis litros; el cántaro de Alicante, doce; el almud de las Canarias, veinticinco…”, y se sumaron Rabelais, Ronsard, Chateaubriand, pruebas más que suficientes, concluyó, de la verdadera dimensión de la relación de la cultura francesa y canaria.