Las precipitaciones acompañadas en ocasiones con un fuerte aparato eléctrico que con sus más de mil rayos en doce horas soliviantó a buena parte de la isla de Gran Canaria durante el pasado sábado y domingo apenas han tenido su reflejo en la captación de agua en las presas, con entradas poco significativas, como los 100.000 metros cúbicos embalsados en los vasos de Caideros, Parralillo y Siberio, con 72.000,, 10.800 y 18.000 metros cúbicos respectivamente, ubicadas en la cuenca de Tejeda y con la que se riegan los cultivos de La Aldea de San Nicolás.

A esto hay que sumar los escasos 2.000 metros cúbicos de El Mulato y El Vaquero, estas dos últimas en la vertiente sur de la isla, "porcentajes que ni siquiera se acercan al registrado en las presas de La Aldea", según informa el propio Consorcio Insular de Aguas.

"Estas entradas", añade el organismo del Cabildo, "que equivalen a 2.780 horas de riego para los agricultores, suponen el uno por ciento del volumen total", de las presas que gestiona la Corporación insular, "que en conjunto asciende a más de 10 millones de metros cúbicos de agua".

La baja cota en la que cayeron las lluvias más importantes en el sur, no beneficiaron a los embalses más voluminosos como el de Soria, Chira o Las Niñas, con el agravante de unos cauces demasiado secos para enchumbar la tierra y permitir la formación de escorrentías, esto en una zona que ya acumula su séptimo año de persistente sequía, motivo por el cual el Consorcio Insular de Aguas está enviando desde Barranco Seco agua fabricada a estos grandes depósitos gracias al Trasvasur.

Todo indica que, con los actuales registros en el invierno que se acaba de despedir, se tenga que seguir transportando los caudales para aliviar unos cultivos que apenas se van a evitar unos riegos extras tras los poco más de 55 litros por metro cuadrado acumulados el sábado y el domingo en Cuevas del Pinar, en San Bartolomé de Tirajana, que es donde hizo diana la máxima de estos días.

La papa, a salvo

Distinta fue la situación en las medianías del norte, con un Teror que recibió un acumulado de varios días, no solo de este fin de semana, en los que se ha llegado a acumular 72 litros por metro cuadrado en la parte más alta, y con una estación de papas en la que el granizo no fue determinante para la cosecha.

El agricultor Gerardo Déniz, que cultiva en varias fincas de Arucas, Teror y Valleseco explica que el mayor daño que hace el granizo a las plantaciones se centra en el derivado de endurecer la tierra, "que es lo peor que hace el granizo", y si bien afecta a las hojas de los matos al romperlas o agujerearlas, espera que estos se recuperen en apenas unos días, ayudadas por un mes de marzo en el que "ya las temperaturas no son tan bajas como las del invierno" que acaba de despedirse con estruendo.

Otro caso es el de los frutales en floración, que también en las partes más altas de la villa de Teror, en Valleseco, o incluso en la villa de Firgas han perdido algo de flores, "pero hasta que no pasen 15 ó 20 días no se podrá apreciar el posible daño", apunta Déniz.

Su padre, no obstante, ilustra una situación más optimista tirando de refrán: "una lluvia en marzo, y otra en abril, valen más que el carro de oro del rey David".

Del fuego al trueno

Y es que, dependiendo de las temperaturas y de cómo evolucione el tiempo en las próximas semanas los agricultores de esta zona se podrán saltar los riegos hasta mediados del próximo mes. Además todo apunta, según las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología, que durante el resto de esta semana continúen los cielos nubosos y con precipitaciones que, aunque débiles, permitirían continuar manteniendo una humedad que contrasta fuertemente con las altas temperaturas anteriores a este episodio, el de una semana anterior con varias jornadas por encima de los 30 grados, como recuerda el propio Gerardo Déniz.

Por encima de los cultivos de Teror aparece un piso encharcado en todos los bancales desde Zumacal, Madrelagua o Valsendero que impedía las labores en la tierra.

Desde ese Valleseco y Lanzarote a Cueva Corcho, y desde allí a Artenara , el único movimiento era el de unas carreteras animadas por ciclistas, turistas a mansalva en sus coches de alquiler o senderistas llegados bien de lejos, como Tom y Jane Muttram, de la ciudad de Leeds en el norte de Inglaterra.

Obviamente no venían caminando desde allí, sino de Tejeda y rumbo a la villa de Teror. A su paso por los Pinos de Gáldar, con rutómetro en mano, caminaban por un paisaje que aún mantenía algunas zonas del abundante granizo del día anterior, como igual ocurría sobre el suelo negro de picón del cercano Montañón Negro, conservado en las zonas de umbría y que ofrecía un falso nevado que, no obstante, obligaba al personal a parar y retratar.

Hacia Artenara sí se hacían algo más visibles algunos daños en los muros de las carreteras, así como en algunos canteros de cultivos y sobre todo de Acusa hacia La Aldea, cuyo asfalto en algunos puntos se encuentra totalmente destrozado por el mayor trasiego de decenas de vehículos que utilizan esta vía como alternativa para los aldeanos al cierre de El Risco-Agaete, y donde varias cuadrillas de la Unión Temporal de Empresas Oeste, adjudicataria del Servicio de Mantenimiento del Cabildo de Gran Canaria se empleaban a fondo para tratar de desalojar la calzada, incluso empleando una retroexcavadora.

El tramo entre esa vía y el pequeño pueblo de Carrizal de Tejeda, cerrado durante varias horas, se pudo abrir sobre la una del mediodía, con varios vehículos esperando con la vista de las presas de la cuenca de Tejeda por debajo, para poder ascender al pago.

Si en algún punto aún se notaban aún los efectos de la tormenta de este pasado fin de semana era allí, a pesar de que algún ranchero se quejara que el grueso de la manta de agua cayera en el mar.

Los impresionantes caideros que suelen adornar los 'afluentes' de las tres grandes presas aldeanas, como el famoso Cola de Ballena, que nunca defrauda en otras ocasiones, ayer se presentaban menguados, pero con las montañas empapadas y brillando con los primeros rayos del sol que llegaban según pasaba el mediodía.

Lo que no se podía disimular eran los buenos metros de altura que le faltan a los casos de las tres presas aldeanas para colmatar los muros, y que aunque no están sufriendo la sequía tan potente del sur, tampoco están en su mejor momento. Quedan por delante diez días de marzo, pero un mes de abril que ya no es tan generoso en Canarias, cuya media apenas llega los 26 litros por metro cuadrado. Salvo otra nueva sorpresa.