La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista

"Cuando abrimos el restaurante en San Fernando la gente decía que estaba loco"

"Iba a Dinamarca, Suecia y Finlandia al menos una vez al año, pero llegué a ir y volver en el mismo día", confiesa Antonio Santana Miranda

Antonio Santana Miranda, de 91 años, pionero entre los Empresarios de Hotelería, es una referencia histórica del sector en la capital y en el sur de Gran Canaria. Tras desgranar sus orígenes familiares y empresariales en Santa Brígida continúa dictando sus memorias con lo que significó su apuesta por el Turismo y por los nórdicos.

Traslado a Maspalomas

"El delegado de Turismo se interesó para que nos estableciéramos en Maspalomas. Había comenzado tímidamente a finales de 1963 en San Agustín, con La Rotonda y la construcción de Nueva Suecia y un grupo de apartamentos. Con la ayuda de un amigo cliente del Monte pude comprar Casa Antonio o Alpendre del Amo. Abrimos el 8 de diciembre de 1970. Yo iba a López Merino y a Enrique Barreda. Ellos me presentaron al conde. El pintor Santiago Santana fue el que me diseñó la fonda del Monte y mi local en Maspalomas, que antes era una cuadra. Vine aquí, miré esto y le se lo dije a mi mujer. Mi madre decía: está loco. Mi tía decía: se va a arruinar. Pero mi mujer: sí, sí, Antonio, sí, sí, Antonio. Entonces me fui a Las Palmas, hablé con Merino y con Santiago Santana. Él se ilusionó cuando le dije que había encontrado un sitio que me gustaba".

Apoyo de la mujer

"Mi mujer me animaba horrores. Todo lo que tengo se lo agradezco a ella. No he puteado, no he sido borracho ni fumador por el control de mi mujer. Ella me controlaba y no me controlaba, siempre de buena manera porque era una gran mujer, una gran querida, una gran amante y una gran persona. Es la madre de mis hijos y no me olvido nunca de ella. Fui a ver al conde y me dice: ¿y usted va a hacer eso ahí? Le respondí que sí, que si me lo vendía lo haría. Se lo dije al arquitecto Juan Manuel Delgado, que estaba casado con una hija de don Diego Mesa y era un gran amigo. Cada vez que de soltero se emborrachaba iba a cantar tangos con una guitarra a mi casa".

El Alpendre del Amo

"Santiago Santana dibujó todo esto e hicimos el Alpendre del Amo. E hizo tres cuadros, que los tengo ahí. En ese momento estaba mi mujer encinta de mi hijo último que se llama Olaf. Resulta que el conde fue con Juan Manuel Delgado un domingo a mi casa a verme. Él estaba inaugurando el Sioux City, que lo hizo un cliente mío alemán. Cuando entró en mi casa vio a los suecos bailando sobre las mesas, bebiendo vino y comiendo cochino para arriba y para abajo. Aquello era una locura".

Veinte millones a tocateja

"A los pocos días le llevé al conde las acuarelas de Santiago Santana y me dijo que el local me costaba diez millones de pesetas. Diez millones por el solar y otros diez por la casa. Veinte millones. Veinte millones que yo le di al conde en cash, ganados en el Monte con la fonda. No le discutí la cantidad porque se me podía rajar. Fui a Jesús Gómez, que era mi amigo y estaba en el Banco de Canarias, y me los dio. Y también Fraga Iribarne con el Banco Hipotecario de España. Eso es lo que echo de menos hoy, que desaparecieron los bancos estatales, que ayudaban al pequeño trabajador. Ahora se lo maman todos. El Régimen Económico y Fiscal y la desaparición de los puertos francos. Esa es la gran incógnita del turismo y del pequeño trabajador".

La venta del conde

"A la semana siguiente de vender estaba aquí el tractor y la gente trabajando. Lo compré en octubre y lo abrí el 8 de diciembre del año siguiente, del año 72. En aquella época no había nada de esto por aquí, estaba solo. Yo era el niño de la bola. La gente decía que estaba loco. Cuando yo me iba a almorzar a la Viuda de Franco, me decían que estaba loco al comprar esos terrenos llenos de piojos y basura. Esto era un camino. De aquí para arriba no había nada hecho. Me enamoré de esto porque me pareció una isla, empezando en la calle de allá y terminando en la Viuda de Franco. Porque la Viuda de Franco no estaba y ella comprometió a Alejandro del Castillo para que le vendiera la esquina aquella porque se enteró de lo que yo iba a hacer. Para ellos era un entrometido. No caí bien aquí porque veían que les iba a hacer la competencia. Empecé a trabajar con el nuevo negocio todos los días de la semana, excepto los jueves, que descansábamos. Y aquí venían 2.000 o 2.500 personas a la semana, 10.000 mensuales. A 175 pesetas comían lo que les daba la gana, bebían vino y pateaban por todos lados, bailaban. Desde las siete y media, que llegaban las guaguas. 17 aparcaban ahí fuera. Venían de todos los sitios del Sur y de Las Palmas. Y a las doce se acababa todo, carretera y manta".

Viajes a Dinamarca

"Iba yo a Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia por lo menos una vez al año, pero llegué a ir y volver en el mismo día. Claro, porque iba a resolver algún problema. Uno de esos fue porque un tal Luis Hernández, de Moya, economista él, que fue interventor del Cabildo, director del Puerto y consejero del Gobierno de Canarias, le dio por romper Las Canteras por la Playa Chica para poner un tubo de mierda. Entonces los suecos se mosquearon porque rebosaba en La Barra por el agujero que había hecho y se llenaba la playa de mierda. Hubo problemas con las aguas fecales y los emisarios submarinos en Las Canteras. Los turistas escandinavos se quejaron. Los suecos y los periódicos de allí empezaron a descalificar el destino de Gran Canaria . En aquella época venían a la isla a tomar el sol y bañarse. Estaba en Estocolmo. También estaba Vasallo, que se casó con una sueca. Todos comentábamos el follón. En aquella época el gobierno español no estaba de acuerdo con el gobierno sueco y la democracia, y aquello me llenaba de miedo por mis garbanzos. Yo conocí a un danés, Hansen, que era director de la Sherwood. Ángel Luis Padrón Diepa era de San José, tuvo los botes y fue representante de la compañía aérea danesa Sterling Airways. Nos pusimos todos de acuerdo y me vine para acá con Hansen y reuní a la gente que trabajaba con escandinavos en el hotel que había donde hoy está la Casa del Marino".

La fiesta del cochino

"Cada uno puso 10.000 pesetas y fui a Dinamarca con mi hermana, mis dos hijas y un tal Sergio que tocaba la guitarra en Las Canteras, que era amigo de Paco el Flaco. Allí montamos nuestra particular fiesta del cochino y nos fuimos a Estocolmo. Otra semana allí. Hicimos una promoción que ni la Fitur de ahora. Montamos una fiesta en el estadio de San Enrique de Estocolmo y otra en la ciudad danesa de Horgus. Levantamos la moral de los turoperadores suecos y siguieron viniendo aquí, y cada vez más. La Administración de Fraga hacía Spors Tours. Ahora el turismo está mezclado con la política y no casa. Se divorcian. Cada vez hay un pleito, un follón, y eso no puede ser. Barber, el economista, trabajaba con Juan Francisco García, el Flaco. Yo dije que había que crear una asociación para defendernos de los problemas laborales porque los sindicatos son lo peor que puede haber cuando no hay honradez, cuando lo único que interesa es la economía de los representantes".

La primera huelga

"El hotel Ibarra Don Miguel fue el primero aquí en el sur que hizo una huelga. Entonces le dije a Pepe Matías Gil, que era hermano de Casimiro y el padre de Fernando, que aquello había que arreglarlo, y Lorenzo Olarte tuvo la peregrina idea de escoger a un chico que trabajaba en el ayuntamiento, Agustín Gil Suárez, economista de la calle Reyes Católicos. Le dije que había que crear un grupo de empresarios para contrarrestar lo que nos venía encima, que eran los sindicatos. Agustín no pudo con eso. Tenía amistad conmigo y me lo dijo a mí, pero no entraba en los restaurantes y salas de fiestas, sino solo en los hoteles. Entonces se salieron los hoteleros de aquella época: Costa Canaria, Folías, Parque Tropical, el hotel que estaba en lo que hoy es la Casa del Marino, los hermanos Rodríguez Moreno?".

Promoción en Suecia

"200.000 pesetas fueron las que se invirtieron para hacer una promoción turística en Suecia, y la hicimos. Teníamos la colaboración de toda esta gente porque antes en los servicios de hostelería se ganaba un sueldo simbólico, pero toda la facturación tenía un recargo de un 15% que se distribuía entre el personal, ya fuera de pisos, de cocina, de comedor, de todo. Se distribuía con un baremo que había y no estaban conformes. Entonces se aprovecharon los mallorquines y pusieron mil pesetas, dos mil pesetas, diez mil pesetas y se acabó. Y ahora se quejan por los problemas que tienen porque no están conformes con lo que ganan y los explotan. Pero los explotan porque desapareció la tasa que se ponía sobre la facturación, de manera que tenían una participación en los beneficios. Que es la tesis mía, que no la entienden, que no la quieren comprender".

Federación de Hostelería

"Todo esto dio pie a la creación de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo. Allí estaban Joaquín Herber, un tal Moya, Pepe Barbero, había de todo menos personas que supieran de turismo. La Caja de Ahorros tenía una empresa que se llamaba Protucasa. Y Barbero, Casimiro, Antonio el de Almacenes Timagada y demás habían creado otra empresa que se llamaba Horesa (Hoteles Residencia SA), que no supimos aprovechar porque no sabían de turismo. Y los que sabían de turismo, que eran Barbero y Casimiro, lo único que querían era chupar, ganar dinero y mandar a todo el mundo al carajo. Querían ser los jefes, pero como no tenían dinero engañaban a los socios. Tanto que en la Caja de Ahorro vino de Madrid alguien que obligó a Juan Marrero Portugués a que liquidara Protucasa. Marrero Portugués no es que tuviera visión, pero tenía relación con el sector como director de las cajas de ahorros de Las Palmas por estar casado con una conejera de los Prats, los que habían hecho el Arrecife Gran Hotel en Lanzarote. Estábamos allí discutiendo para arriba y para abajo y este de la Caja de Ahorros quería estar en la Caja y también con nosotros, discutiendo aquellos convenios que eran a muerte en el cine Hollywood, en la avenida. Yo tenía una inquietud y nos llegó un chicharrero por lazos del demonio, Eduardo Solís García-Talavera, que tenía un ego del carajo. Para él todo estaba mal. Pedía 250.000 pesetas mensuales de sueldo en aquella época".

Un lobby turístico

"Teníamos que crear un lobby con fuerza, y empezamos Cachorro Barber Guerra, otro que trabajaba en Rocas Rojas con Michelson, un sueco, y yo. Pepe Matías montó una carnicería en Jinámar. Un empresario turístico que es abogado. ¿Tú te lo puedes creer? Un empresario turístico vendiendo carne. En Las Palmas había un follón. No había agua, los clientes no se podían bañar, no podían llegar en guagua porque no cabían. Estaba el impuesto de radicación del ayuntamiento. En vista de los problema y mis quejas, me dijeron que tenía que ser el presidente de la Federación. Entonces era vicepresidente de todos los hoteleros, pero eran inversionistas y no les gustaba porque no me adaptaba a sus intereses. Como ahora con Mañaricúa".

Diego Cambreleng

"Se hizo una votación y se presentó Diego Cambreleng y yo le dije que él no era hotelero como para presentarse al cargo. Él me conocía del Monte porque era vecino. Pues le gané por amplia mayoría de 300 personas para la presidencia de la Federación. Estuve seis años al frente. Como colaborador estuve desde 1968 hasta 1980. Del 80 al 84 estuve como presidente de la Federación. Iba a Madrid todas las semanas. En uno de esos viajes a Madrid logré 200 millones de pesetas que más de uno se quiso repartir. Pero yo dije que no porque ese dinero se tenía que repartir entre las compañías aéreas chárter que venían a Canarias desde Península"

Cabreo con los peninsulares

"Me cabreaba cuando los peninsulares decían que Canarias era otro mundo. No. Les dije: Canarias es España como son ustedes. El 18 de julio del año 80 fui a Madrid al hotel Suecia en la calle del Parlamento. Estaban allí hablando los mallorquines, los catalanes, los malagueños? Benidorm era chiquitito, no se conocía casi. Y hablaban de turismo, que si para arriba que si para abajo. Al final le dije a la junta de empresarios que había allí: oigan, ¿ustedes conocen a Vingresor o a Atlas? Me dijeron que no. Les contesté: pues esos son los clientes de nosotros, los canarios. Esas eran agencias de viaje del turismo escandinavo en Canarias, que iba todo por avión. No había salido de la reunión de Madrid y viene un mallorquín corriendo detrás de mí y gritó: canario, espera, ven. Fuimos a almorzar juntos y creamos una asociación nacional de turoperadores. Ellos en la Península no sabían quiénes eran los turoperadores. Ni en Mallorca".

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