Son las diez de la mañana de un jueves cualquiera en el centro de educación infantil y primaria Aguatona, ubicado en el pago ingeniense de Cercado Grande, y los alumnos están enfrascados resolviendo restas y multiplicaciones con tres y cuatro cifras, como esas que han traído de cabeza a la infancia desde tiempos inmemoriales. Aquí, sin embargo, no se ven caras de terror ante el baile de números, sino predisposición y e interés por resolver los problemas. Los estudiantes utilizan unas peculiares regletas de madera y plástico con distintos colores y tamaños para realizar los cálculos y parecen asimilar las fórmulas con una sorprendente facilidad.

"Aquí trabajamos con las matemáticas activas", explica la directora del centro, Nisamar Álamo. Han optado por introducir a los estudiantes en el complejo universo del cálculo de este modo porque, como recuerda la profesora, "a esta edad el pensamiento no es tan abstracto" y estas piezas tangibles permiten a los niños comprender las aplicaciones reales de las matemáticas. "Utilizamos el material manipulativo durante toda la Primaria", añade Cathaysa Reyes, docente de actualización pedagógica adscrita al centro (esta figura les permite además optar por un modelo de docencia compartida). Más que memorizar operaciones, los pequeños aprenden estrategias con nombres peculiares como 'la triple uve', 'el platillo volante' o 'el ascensor' que pueden utilizar para resolver retos de sumas, restas y multiplicaciones, o bien para que ellos mismos planteen nuevas operaciones para que sus compañeros las puedan resolver.

Ésta no es la única técnica innovadora de esta escuela unitaria (los alumnos están agrupados aquí en sólo tres aulas atendiendo a varios grupos de edades: infantil, primero a tercero y cuarto a sexto de primaria) que de rural sólo tiene el hecho de estar "en un espacio privilegiado", como destaca Alonso. Sin descuidar en ningún instante el currículo formativo de Educación Primaria que marca la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, aquí se ha optado por prescindir de los libros de texto y es el propio entorno del colegio el que sirve en muchos casos como elemento de estudio. Para aprender sobre la fotosíntesis en la clase de ciencias naturales, por ejemplo, se desplazan hasta el huerto del centro y pueden observar el proceso químico en vivo. La cosecha de este mes de marzo ha sido tan abundante que les ha permitido hacer bocadillos con tomates, lechugas y huevos propios para todos.

En el aula de Educación Infantil los alumnos van rotando por distintos espacios a lo largo del día. Los pupitres sirven para poco más que para comer y descansar: el aprendizaje se esconde en rincones como el de las letras o el supermercado, al que no le falta detalle. Ellos mismos lo crearon redactando una lista con las cosas que necesitaban y se reparten papeles como el de cajero y el de comprador. "Les permite trabajar con la descomposición de números", detalla su maestra, Dácil Marín. Cuando llegue el final del curso, tanto ellos como el resto de alumnos del CEIP Aguatona habrán adquirido los mismos conocimientos que el resto de alumnos canarios... aunque ellos lo habrán hecho montados en un particular platillo volante.