El Rincón, a los pies del Roque Grande de Tenteniguada, fue ayer el epicentro de las costumbres, tradiciones y etnografía popular del Archipiélago canario en la VIII edición del Día de las Tradiciones. Los oficios de antaño sustituyeron por un día a la vida moderna y su tecnología. Olores singulares, como el del potaje de berros o el jabón de lagarto, se mezclaron con sensaciones como la del barro de la alfarería o los bailes folclóricos.

Las costumbres de mediados de siglo XX afloraron como el tajinaste azul por Tenteniguada a principios de primavera. Señoras como Vicky Martel o Paulina Navarro mostraban a los muchachos y muchachas como se lavaban las ropas antes de que las lavadoras invadieran nuestros hogares. "La juventud no sabe lo dura que era la vida antes", decía Vicky, "y lo bien que lo pasábamos", añadió Paulina, recordando la faena que era hacer la colada. Labor que ayer repetían de cara a la galería para que los jóvenes y demás visitantes pudieran ver con sus propios ojos como se hacían las cosas antes. "Pasábamos todo el día limpiado la ropa contra las rocas en el barranco", comentó Vicky, que aún demuestra sus dotes frotando el jabón de lagarto.

También hubo espacio para recordar figuras del siglo pasado como la del maestro Santiago Casemiro, estelero. Su propia nieta, Gema Casemiro estuvo recordando lo que era el oficio de su abuelo. "Era una labor social muy importante, y más en sitios tan poco accesibles como era Valsequillo en aquella época", remarcó.

Las nuevas generaciones sacaron sus smartphones para retratar, y quién sabe si subir a alguna red social, momentos que no se consideran cotidianos desde hace más de 50 años. Asombrados también quedaron los turistas que se atrevieron a subir hasta El Rincón. Graziella von Hak y Frederick von Hafe, llegados desde Hamburgo (Alemania), fueron testigos de alfalfería en directo a manos de Eduardo Déniz, uno de los más jóvenes participantes en un puesto tradicional. "Lo había visto hacer con cerámica en un torno, pero no con barro y esta técnica", comentó la pareja germana.

Déniz, de 36 años, es un aprendiz avanzado de Rubén Auyanet, maestro de alfalfería. "Desde chico la conocía por fiestas como esta", explicó Déniz, que reconoció que no se interesó hasta llegada la treintena. "Uno viaja y luego se interesa por lo de casa", añadió el aprendiz, que encuentra en la artesanía un camino a la relajación.

La gastronomía también jugó un papel importante. Desde pan con chorizo, pasando por el queso tradicional y el potaje de berros, hasta los chicharrones con gofio. Toda una degustación gratuita al aire libre para después acabar bailando al son de la música folclórica. "Lo hacemos todo por la historia de nuestras islas", explicaba Lucy López mientras servía la última de chicharrones. "Y como ves, aún siguen gustando", añadió.

Tradiciones y costumbres que corren peligro de perderse. El trabajo de la asociación juvenil Parada del Rincón lleva diez años luchando por su supervivencia. Este año ha contado con la visita de la asociación Echeyde de Tenerife y la ONG Prensa Juvenil Canaria de Lanzarote. "Hay que conseguir que esta parte de nuestra historia no se pierda", comentó Tamara Hernández, presidenta de la asociación organizadora. "Es una pena que las instituciones no sean capaces de hacer lo que un grupo de jóvenes", añadió Hernández, que pidió al Cabildo y demás instituciones apoyos y educación sobre las tradiciones canarias.