La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Santa Lucía

Un museo con 17 bebés indígenas

El legado arqueológico de Vicente Sánchez Araña incluye huesos procedentes de al menos 110 personas

Restos de un individuo de corta edad en la colección atesorada por Vicente Sánchez Araña. LP / DLP

La colección arqueológica y etnográfica que atesora la familia Sánchez Araña, con quien las administraciones han entablado un proceso de negociación para hacerse cargo del legado, cuenta con un número mínimo de individuos igual a 110, de acuerdo con un estudio encargado en el año 2011 por el Ayuntamiento de Santa Lucía. El informe, única referencia oficial de la que disponen las instituciones públicas para valorar el contenido del legado y su grado de deterioro, recoge detalles sobre los fondos y su estado de conservación y traza una propuesta de intervención que podrá ser finalmente llevada a cabo una vez que la familia y las tres administraciones interesadas -Ayuntamiento, Cabildo de Gran Canaria y Gobierno de Canarias- rubriquen el acuerdo verbal de cesión alcanzado este lunes.

Vicente Sánchez Araña logró recopilar entre las décadas de 1930 y 1970 un total de 674 piezas de diferentes orígenes, la mayoría de ellas procedente de las sociedades que habitaron la Isla antes de la conquista castellana del siglo XV (652 del total), pero también, en menor medida, otras de la etapa moderna y contemporánea. Desde 1963, estos materiales se encuentran expuestos en el Museo Castillo Fortaleza del Hao, en el casco de Santa Lucía, aunque el paso del tiempo y la falta de unas condiciones de conservación adaptadas a los requerimientos específicos de los materiales que los componen han acabado por afectar a las piezas, algunas de las cuales necesitan una intervención urgente.

La colección resulta valiosa por la presencia de objetos individuales considerados excepcionales, como un recipiente de piedra o unas 'espadas' de madera, pero también por su utilidad conjunta como repertorio de una serie de labores cotidianas de los indígenas. La mayoría de los materiales que componen el legado son restos óseos humanos (242) y cerámicas (211), además de objetos procedentes de la industria lítica (101) y una representación simbólica de materiales como madera, fibras vegetales o metal.

La empresa Tibicena, responsable de la elaboración del informe, realizó un análisis bioantropológico de los restos óseos para poder discernir, además del número mínimo de individuos presentes en la colección, su sexo, su edad biológica, las patologías que podían padecer y sus caracteres epigenéticos. Esto les ha permitido corroborar que de los 110 individuos cuyos restos forman parte del legado de Sánchez Araña, 80 son adultos (un 70% del total), 13 son subadultos y 17 perinatales. Este dato sorprendió a los autores del inventario, puesto que normalmente este sector de la población suele estar infrarrepresentado en los contextos funerarios de la Isla. Para los investigadores ha resultado imposible, por el momento, determinar a qué franja de edad concreta pertenece la mitad de ellos dentro de la etapa adulta, aunque entre aquellos cuya edad sí ha podido ser discernida la mayor parte pertenece a la franja por encima de los 45 años. Menos impactante es el reparto por sexos de los individuos, que en esta colección es igualitario.

Vasijas, ídolos y pintaderas

La cerámica compone el segundo grupo de materiales más representados en la colección. La mayor parte de los objetos pertenecientes a este apartado corresponde a la época prehispánica, pero también hay ejemplares históricos, como una ánfora de procedencia subacuática localizada en La Graciosa en 1960 y que los investigadores datan, por su tipología, en la época romana tardía, entre los siglos III y IV de nuestra era. En cuanto a las cerámicas aborígenes, que los expertos consideran de un alta calidad técnica, todas fueron confeccionadas a mano con arcilla y posteriormente cocidas. Entre ellas destacan por su número las vasijas: las hay de formas simples, pero otras están compuestas por dos cuerpos; todas decoradas con incisiones o impresiones de motivos geométricos. Aunque la mayor parte de las piezas que forman parte del legado se encuentran fragmentadas, una buena proporción de ellas se mantienen enteras o divididas en trozos de gran tamaño.

El tesoro de Vicente Sánchez Araña también incluye nueve ídolos antropomorfos en los que se distinguen atributos sexuales femeninos, así como seis pintaderas con pedúnculo que aunque no son muchas, sí que conforman una muestra representativa de este tipo de sellos prehispánicos. Algunas de ellas son rectangulares; otras cuadradas, circulares o triangulares. Todas reproducen los tradicionales motivos geométricos de estos objetos.

Con los materiales de las industrias líticas ocurre algo similar a las cerámicas: aunque la mayor parte de las piezas presentes en la colección pertenecen a la época aborigen, también hay una proporción destacada de utensilios en piedra vinculados a las actividades tradicionales del ámbito rural isleño. Entre todos los objetos -hay cantos tallados, muelas de molino, morteros o yunques- destaca un recipiente en basalto poroso procedente de un yacimiento arqueológico de Santa Lucía.

Los objetos de madera y vegetales suponen el 10,6% de la colección y destacan tanto por su estado de conservación como por su variedad. Aunque hay algunos de fibra de palma, la mayoría de los bolsos, cestas o esteras tuvieron el junco como materia prima.

Los tejidos animales forman una pequeña fracción del total de elementos de la colección, aunque tienen una alta relevancia. De hecho, los investigadores consideran que podrían aportar información de alto interés desde el punto de vista etnoarqueológico. Entre las especies cuya piel fue curtida, en el legado hay objetos de cerdo, de oveja y de cabra, aunque los autores del inventario no pudieron distinguir en algunos casos los cueros de estos dos animales. Los autores del informe consideran que fueron usadas, sobre todo, como envolturas funerarias y como vestimenta, y hablan de ellas como un libro abierto para comprender mejor la manera en la que los indígenas canarios combatieron el frío, se vistieron, se abrigaron y finalmente descansaron para siempre.

El deterioro que han sufrido las piezas con el paso del tiempo se debe sobre todo a factores ambientales. La humedad y la temperatura son los dos más relevantes, ya que propician -o evitan, si se aplican las técnicas apropiadas- la aparición de microorganismos como hongos o bacterias que pueden afectar negativamente al estado de conservación de los materiales. También influye la acción de la luz natural, presente en el inmueble donde actualmente están alojadas las muestras, ya que puede decolorar las piezas y provocar fracturas moleculares que afectan a la estructura laminar de algunos de los materiales presentes.

El inicio de las conversaciones formales entre la familia y las administraciones públicas para la cesión del legado de Vicente Sánchez Araña permitirá atajar el deterioro de las piezas gracias a un proceso de restauración de las más dañadas. Además, la intención municipal de dedicarles un nuevo inmueble dotado de los requerimientos museísticos propios del siglo XXI garantizará un futuro para este tesoro arqueológico que pronto se podrá volver a disfrutar en su plenitud.

Compartir el artículo

stats