El viento rompió ayer los planes a los que eligieron Maspalomas o Playa del Inglés para disfrutar del Jueves Santo. A las dos de la tarde resultaba ya incómodo aguantar en la toalla porque la arena se colocaba por todos lados, y muchos optaron por irse a comer, y volver a los hoteles o a la capital grancanaria Mientras esto ocurría en las playas más turísticas de San Bartolomé de Tirajana, en otras calas del municipio, y en las de Mogán el buen tiempo hizo que todo estuviera lleno hasta la bandera.

"Es imposible soportar el viento" señaló Fayna Martín Santiago, que se trasladó al Sur con unos amigos para pasar el día en la playa, con quienes ya abandonaba Maspalomas por la zona del paseo de La Charca. Explicó que llegó a eso de las once de la mañana con la idea de aprovechar al máximo de la jornada porque hoy tenía previsto compartir un sancocho con toda su familia.

"Agotada la misión" declaró Ana Quintana que acudió a Maspalomas con su amiga Mar Pérez con la idea de tomar el sol. Intentando aceptar las inclemencias del tiempo estas estudiantes universitarias tenían previsto acercarse a algún lado a tomar algo con la esperanza de poder acercarse después otro rato a la playa. "Ella viene de Madrid y por eso vinimos al Sur" comentó la joven que pese a todo, no podía poner buena cara.

Tampoco los turistas salían muy contentos de Maspalomas. Y los que se quedaron estaban adheridos a las hamacas porque unas lonas les protegían de los embates de arena. Además, el viento quitaba hasta las ganas de darse un baño. Pese a todo, un socorrista de Cruz Roja recorría la orilla para advertir a los atrevidos de que el mar estaba bastante revuelto. Las mismas escenas se repitieron desde el mediodía en Playa del Inglés.

Viento desde el lunes

Pero el viento no fue una cosa que "mandó ayer Padre Dios por eso de que es Semana Santa " como dijo Diego Sánchez, que lleva los restaurantes El Toro y Cactus Faro, ubicados en el centro comercial Oasis, y hacía un descanso contemplando la playa. Desde el pasado lunes, según comentaron otros trabajadores de esta zona, con la subida de la marea, sobre las once o doce de la mañana, empezaba a soplar y ya no paraba hasta las cuatro de la tarde.

"Hice más caja la semana pasada que en lo que llevamos de Semana Santa" subrayó el responsable de estos restaurantes, al tiempo, que se quejaba de que llevaba todo el mes esperando este puente para ver como la gente se va de la playa y no pasa por su negocio. "Trabajan más estos días los de los centros comerciales porque los turistas se han ido para allí" recalcó.

Hasta unas doscientas mil personas estima la concejalía Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana que se acercarán a las playas del municipio a lo largo de estos días de Semana Santa. Según dijo el edil José Carlos Álamo, estas previsiones, en las que se contabilizan los turistas que se alojan en los establecimientos del Sur, que están a rebosar, como los que van y vienen desde cualquier municipio, han obligado a reforzar los dispositivos de vigilancia tanto en las playas como en las zonas de ocio nocturno.

Si que estuvieron más acertados los que optaron ayer por seguir en el coche un poco más hacia el Sur. El acceso a Arguineguín estaba, como es habitual, colapsado, pero para llegar a las otras playas de San Bartolomé de Tirajana como a las del municipio de Mogán no hubo que soportar más retenciones. Eso sí, había que tomarse con calma la tarea de aparcar.

Donde no cabía un alma era en Triana donde muchos llegaron desde el lunes o el miércoles a reservar un sitio para colocar las furgonetas. "Es el último remedio que tenemos para venir de vacaciones los que no tenemos dinero" espetó Isabel Carretero desde la primera línea de este paraje costero de San Bartolomé de Tirajana. Tras quejarse de que ya no pueden instalarse en Las Carpinteras, Llano de los Militares o Playa de las Mujeres aprovechó para reclamar a los gobernantes que se ocupen de los campistas, y tengan en cuenta que "nosotros no tenemos dinero para estar en un hotel como ellos". Además, aseguró que en Tenerife y en Fuerteventura no ocurre lo mismo, y se hay más sitios para acampar.

Entre hijos, nietos, biznietos y amigos, contó que eran más de diez personas, y que por eso tenían que preparar mucho comida, pero contaban con la invitación de Rómulo Martín, que se encargó de preparar una paella de pollo. En eso estaba este vecino de Jinámar a eso de la una y media de la tarde, mientras les contemplaban su cuñada, sus sobrinas y sobrino. Algo más atrás que su vecina Isabel Carretero, desde la furgoneta de uno de sus hermanos, con los que suele disfrutar con frecuencia de esta playa de piedras , comentó que se trata de un sitio ideal donde se lo pasa "muy bien."

Con música que sonaba para todos, partidas de cartas, y la comida que, en algunos casos se iba a compartir, en Triana se respiraba además del calor, que podía rondar los 27 grados un ambiente más que familiar de camaradería. Y es que según dijo Romi, como llaman a Rómulo sus amigos, en estos casos es importante la ayuda de los que tienes al lado, y prueba de ello fue que uno de los furgones se averió, y se pusieron todos a una a empujarlo para cambiarlo de sitio. Con todo, la ocupación es tal que si los primeros se quieren mover tienen que pedir permiso a los que se ubicaron al final.

Ni pizca de viento había en la playa de El Pajar. "Siempre venimos pronto, a eso de las diez y media de la mañana, para coger sitio para colocar tres sombrillas, pero hoy mi hija se entretuvo y llegamos a las once" cuenta José Rodríguez Perera, que disfrutaba ayer junto a su familia del Jueves Santo. Estas vacaciones marcan para estos vecinos de El Tablero el comienzo de la temporada de playa, y por eso tenían previsto aprovechar hasta las siete de la tarde de la jornada en el mar. "Todos estos días tenemos fandango: mañana toca sancocho en el bungaló de mi hija Lorena, el sábado asadero, allí también, y el domingo toca el bautizo de la hija de Óscar Ruano, en Arguineguín" apuntó el cabeza de este clan que contó que su fidelidad con El Pajar se debe a que tse trata de una "playa acogedora y además muy tranquila".

No obstante, aunque siguen yendo a la misma playa algo ha cambiado, pues atrás se quedaron las croquetas y las tortillas traídas de casa. "Ahora somos más prácticos y vamos a Juan el Boya y cogemos tarrinas de paella, chocos fritos y longorones " apuntó Carmen García, a quien la jubilación de su marido le ha supuesto, entre otras cosas, tener relevo en las tareas diarias de la cocina. "El lunes hizo espaguetis al limón con gambas" señaló para confirmar esta dedicación. Refugiados bajo las sombrillas o tumbados al sol para broncearse; y entre cervezas, refrescos o cremas solares, los Rodríguez García dieron buena fe de estar pasándolo muy bien.