La apertura de la nueva carretera de La Aldea, festejada por todo el Norte de Gran Canaria durante esta Semana Santa, deja ahora al descubierto la disputa entre los ayuntamientos de la comarca por la construcción del tramo entre Bañaderos y El Pagador, un cuello de botella que atraviesa varios barrios costeros y obliga a reducir la velocidad a 50 kilómetros por hora.

Veinte años después de que se aprobara el primer proyecto para duplicar los carriles de la carretera del Norte, la GC-2, el problema de ese tramo no solo no se ha resuelto, sino que se ha agravado por las discrepancias respecto a la construcción de un túnel entre el barranco de Azuaje y El Pagador, lo que ahora mismo mantiene bloqueado el nuevo Plan Insular de Ordenación (PIO) de Gran Canaria y envenena las relaciones entre las administraciones implicadas.

El Ayuntamiento de Moya pretende desde hace una década que la ampliación de la autovía del Norte no impida el desarrollo turístico en el litoral del municipio y ha propuesto construir un túnel para alejar el tráfico de la costa. Eso le permitiría transformar la actual carretera en un bulevar de doble sentido y recuperar suelo junto a los barrios de El Altillo, La Barranquera y El Roque.

Por contra, los consistorios de Santa María de Guía, Gáldar, Agaete y La Aldea exigen la ampliación urgente de la GC-2 entre Bañaderos y El Pagador, de acuerdo al proyecto inicial, para evitar ese tapón en las comunicaciones con Las Palmas de Gran Canaria y el resto de la Isla.

Las reuniones celebradas hasta ahora para buscar un acercamiento han acabado sin acuerdo y la papa caliente se traslada a la Mancomunidad de los diez municipios del Norte, al Cabildo y al Gobierno de Canarias, que en los próximos días retomarán las negociaciones para buscar el consenso.

La primera batalla se está disputando en la revisión del PIO de Gran Canaria y en la redacción del Plan Territorial Parcial de la Ordenación del Litoral del Norte (PTP-15), donde el Ayuntamiento de Moya insiste en incluir el túnel y los demás se muestran reacios porque consideran que fijar ese trazado en el planeamiento puede retrasar las obras durante años, como ocurrió al final del siglo pasado con la denominada Variante de Bañaderos.

En el mejor de los casos, no se oponen a que se dibuje ese paso subterráneo como una opción para el futuro, pero dando prioridad a la ampliación del actual trazado en el Convenio de Carreteras que se firmará próximamente entre el Gobierno de Canarias y el Ministerio de Fomento.

El problema es de dinero y de tiempo. Y ambos escasean. La alternativa que plantea Moya se valora en unos 52 millones de euros. El trazado de los nuevos carriles por el interior de la actual carretera cuesta la mitad, unos 25 millones, pero seguiría siendo una solución provisional a la espera de que aparezca la financiación.

La construcción de esa caverna para dos carriles de alta velocidad en ambos sentidos retrasaría la obra durante años o quizá décadas, dependiendo del tiempo en que se tarde en redactar el nuevo proyecto, conseguir la financiación y ejecutar los trabajos. Los municipios de Guía, Gáldar y Agaete, los que han presentado más batalla en las últimas reuniones con el Cabildo y el Gobierno autónomo, advierten de que no están dispuestos a esperar más tiempo, aunque entienden y respetan la posición de Moya.

Una circunstancia que añade más complicaciones a la obra es que tanto el túnel como el nuevo trazado al aire libre invaden el Parque Rural de Doramas, un espacio natural protegido que obliga a un informe de impacto medioambiental para adaptarse a la normativa de la Unión Europea, siempre con la espada de Damocles de una denuncia en los tribunales que paralice todo el proyecto.

Mancomunidad

La Mancomunidad del Norte es el primer foro para buscar el consenso, explica su actual presidente, Pedro Rodríguez (NC), alcalde de Santa María de Guía. "En los próximos días intentaremos acercar posturas, pero siempre defendiendo que los habitantes de Guía, Gáldar, Agaete y La Aldea no vean frenado el acceso a la capital de una forma rápida y segura", subraya.

Rodríguez cree que todavía es posible compatibilizar las dos soluciones, pero lo primero es evitar las retenciones en ese tramo. "Es legítimo que Moya reivindique esa alternativa y que se pueda contemplar para el futuro, pero no condicionar el desarrollo de todo el Norte a que se ejecuten primero los túneles y después lo demás".

El alcalde de Gáldar, Teodoro Sosa (NC), insiste en esa idea y recuerda que los conductores del Norte se exponen a diario a las multas por exceso de velocidad en esa travesía, donde deben reducir la marcha a 50 kilómetros por hora, cuando en el resto de la autovía se puede circular a 80 y 90 por hora. También teme que la inclusión del túnel en el PIO y en el PTP-15 sirva de excusa al Gobierno de Canarias y al Ministerio de Fomento para seguir retrasando el desdoblamiento de ese tramo, pues a día de hoy no existe financiación para esa obra.

Sosa incluso ha planteado una alternativa intermedia, que consiste en utilizar de forma provisional los dos carriles interiores de la actual carretera, por lo que solo habría que construir dos carriles junto al acantilado y resolver más adelante la discusión sobre el túnel.

El alcalde de Moya, Hipólito Suárez (PP), no acepta soluciones provisionales porque teme, por la experiencia en los otros tramos de la GC-2, que sean definitivas. Así ocurre con el desdoblamiento desde la Granja hasta Bañaderos, sin que nadie se atreva en estos momentos a cuestionar ese trazado.

"Entiendo que ahora mismo la obra del túnel no se puede ejecutar y que la prioridad absoluta es la segunda fase de La Aldea; lo único que pide Moya es que ese trazado se recoja en el PIO y que luego se busque la financiación", sostiene el regidor, quien apunta que el tramo de Bañaderos a El Pagador, y en concreto la parte que atraviesa el municipio de Moya, "no beneficia ni perjudica a nadie porque a allí no se producen retenciones, el único problema es el límite de velocidad".

Si se trata de buscar soluciones provisionales, Suárez asegura que "también es posible dividir el tramo en dos fases", de forma que primero se construya el que discurre por Arucas, desde Bañaderos hasta el barranco de Azuaje, que ya tiene aprobado todo el planeamiento municipal, y que se mantenga la actual carretera al paso por Moya. "Ese trozo es de poco más de un kilómetro y la diferencia entre circular a 50 o a 70 por hora es solo de 37 segundos", puntualiza.