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Valleseco

Cultivar setas para salir del paro

Maite Reyes utiliza una cueva de Valleseco para su cosecha ecológica tras quedarse sin empleo

Las crisis agudizan el ingenio. Maite Reyes ha encontrado en el cultivo de setas un sustento para su familia. Sin un trabajo fijo y con tres hijos, esta mujer de Valleseco se ha tenido que reinventar para encontrar la manera de traer un sueldo al hogar. "No es algo que pensaba hacer en mi vida", reconoció Reyes, que ahora estudia en la Escuela de Captación Agraria de Arucas.

El cultivo de setas es algo que ya se recomendó desde Cooperativa Cosecha Directa hace varios años para intentar paliar la situación de muchos parados y jóvenes que no encontraban trabajo. "Es una manera de sustentarse", explicó Reyes, que desde hace dos meses intenta hacerse un hueco en el mercado de las setas. "La verdad es que hay gente que lo lleva haciendo muchos años y es difícil entrar en el mundillo", desveló.

Reyes creó Setas de Valleseco Crisnaitor, y ya tiene su propia página de Facebook y vende setas frescas a domicilio. "Hay que buscarse la manera de hacer clientes", explicó la cultivadora, que comentó que ha tenido algún que otro pedido especial. "Me han llegado a llamar a las siete de la tarde pidiéndome setas para cenar", comentó entre risas Reyes, que reconoció que se las llevó pese a tener que cuidar de sus tres hijos. Por suerte ha conseguido un hueco en el Mercado Ecológico de Valleseco, donde vende sus setas y establecimientos lo dan a degustar. "En la cafetería que hay allí las sirven de diferentes maneras y están teniendo éxito", dijo Reyes. Pero para llegar a la mesa las setas pasan por un largo y oscuro recorrido.

Para que se desarrollen las setas, el micelio -que son a las setas algo así como las semillas a las plantas- tienen que esparcirse sobre un sustrato adecuado, que puede ser desde paja compactada hasta tierra de jardín. "Lo difícil es traer el micelio desde la Península", desveló Reyes, "el proceso en sí es muy sencillo", aseguró. Lo más importante para el cultivo es la humedad y la oscuridad del lugar donde crecerán los hongos. "Las cuevas son un lugar idóneo por la humedad que tienen", explicó.

Una vez se tienen el micelio y el lugar adecuado, hay que comenzar por hervir durante dos horas la paja que se usará de sustrato. "Al ser un hongo son muy susceptibles a cualquier cosa, es muy importante que todo esté esterilizado", describió la cultivadora, que no deja que nadie entre dentro de su cueva ya que puede perjudicar el cultivo de la seta. Una vez se esteriliza la paja se seca y se introduce en una bolsa de plástico negra junto al micelio y se guarda unos veinte días en un cuarto a oscuras.

"Después ya pasan a la cueva donde abrimos unos pequeños orificios en las bolsas para que el hongo salga", explicó la cultivadora. Esperan otros veinte días y ya se pueden cortar las setas. "Es un proceso fácil, lo importante es seguir a rajatabla las normas de esterilización", añadió Reyes. Una vez en la cueva se puede aprovechar hasta tres floraciones por cada saco. "Es algo bastante cómodo", según la cultivadora.

Una vez se tienen las setas empieza lo complicado, comercializarlas. "Nosotros las vendemos a unos ocho euros el kilo", reveló Reyes, que hasta ahora solo ha vendido a particulares, el mercado ecológico de Valleseco y unos pocos restaurantes.

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