El vandalismo emocional desplegado por Juan Espino en el Sureste para vengarse del rechazo de una mujer le ha costado caro: 16 meses de cárcel, 6.000 euros de indemnización y la reparación de dos coches, según la sentencia de conformidad dictada el pasado 11 de mayo por el Juzgado de Instrucción número 1 de Telde.

Una semana sí y otra también, entre 2012 y marzo de este año, Espino se dedicó a decorar los muros de la autopista y de las carreteras de acceso a Agüimes con mensajes ofensivos, todos dirigidos a la misma mujer y sus nuevas parejas, con la finalidad de airear la vida sentimental de su amiga mediante insultos de todo tipo.

La campaña de acoso sumió a la víctima en un estado de “desasosiego y de humillación” en los últimos cinco años, hasta que no pudo más con la presión y denunció la situación ante la Guardia Civil. El Grupo de Delitos de Odio, en colaboración con la Fiscalía de Las Palmas y el Juzgado de Instrucción, dio en pocos meses con la identidad del acosador.

Resultó ser Juan Espino López, un hombre que había tenido en 2012 una relación “incipiente y romántica” con la denunciante, establece la sentencia de conformidad en los hechos probados. Fueron unos pocos días de flirteo porque la relación no llegó a consolidarse debido a la negativa de la mujer. Ambos continuaron como aparentes amigos, pero Espino nunca toleró sus nuevas relaciones y cayó en una enfermiza “obsesión”, con una serie de acciones organizadas para atacar la “dignidad, la fama y la estima” de la mujer por el mero hecho de ser mujer.

Ese “sentimiento discriminatorio” ha motivo que se le aplique la agravante prevista en el Código Penal para los delitos de odio, aunque Espino admitió su responsabilidad y negoció finalmente con la Fiscalía una sentencia de conformidad en el mismo juzgado de instrucción. Aceptó un año y cuatro meses de prisión como autor de un delito contra la integridad moral, un tercio menos que el castigo máximo previsto en el Código Penal, que es de dos años de cárcel.

También deberá indemnizar a la perjudicada con 6.000 euros por los daños morales causados. Espino pintó a brocha y a espray hasta 18 frases con letras grandes que ponían en entredicho la dignidad de su amiga.

Esa campaña clandestina de “hostigamiento, acecho y humillación” comenzó en 2012 con las pintadas y se fue agravando con el paso de los años. En diciembre de 2016, Espino rayó la carrocería de un coche que pertenecía a un amigo de la denunciante. Poco después, en enero de 2017, volvió a rayar el mismo vehículo y dejó una nota en el parabrisas.

La obsesión de Juan Espino no cesó ahí. Al mes siguiente grabó el apodo de su amiga en la carrocería de un coche distinto al anterior y, poco después, pasó una nota manuscrita en la vivienda del dueño de ese vehículo.

La Guardia Civil también ha documentado seguimientos a la víctima y a los hombres con los que se relacionaba. Esas vigilancias eran a pie y en coche, tanto de día como por la noche. Espino seguía los pasos de su amiga hasta las casas a las que iba o hasta los locales de ocio a los que se dirigía.

La sentencia, además de la pena de cárcel, impone tres meses de trabajo en beneficio de la comunidad, una orden de alejamiento y la reparación de los desperfectos causados a los dos automóviles: uno asciende a 700 euros y el otro está pendiente de calcularse. Espino no ingresará en prisión al ser la pena inferior a dos años.