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San Bartolomé de Tirajana

La vida más allá del turismo

Pedro Franco muestra en fotos la idiosincrasia de los primeros habitantes de Maspalomas

Las nuevas generaciones, que nacieron con la industria turística en pleno esplendor, residentes y visitantes de la Isla tienen una cita con la memoria histórica de Maspalomas en el Centro Insular de Turismo aledaño al Yumbo. Pedro Franco, antiguo funcionario del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, ha desempolvado su fondo fotográfico, más de un centenar de imágenes en blanco y negro, para difundir las costumbres y el estilo de vida de aquellas familias que habitaron Maspalomas antes de que se convirtiera en uno de los principales destinos turísticos de Europa. La muestra se puede visitar hasta el próximo 23 de junio.

Pedro Franco Rodríguez (1885, Juan Grande) fue inmigrante en Cuba durante casi tres décadas. A su regreso a San Bartolomé de Tirajana se casó con una prima hermana y fundó una familia de cinco hijos a la sombra de los cultivos de Bruno Naranjo en Aldea Blanca. En los años 50 pasó a formar parte del elenco de medianeros que atesoró la familia condal y, cuando ya la labranza cedió terreno a la aparcería, se dedicó a la industria del tomate.

Su trayectoria es espejo de muchas familias del municipio de San Bartolomé de Tirajana, que antes de dedicarse al turismo soportaron los calores del Sur al asoco de cuarterías. El retrato de este indiano, padre del autor de la muestra fotográfica del Yumbo, preside la exposición Maspalomas, enaltecer de un pueblo que se inauguró anoche en Playa del Inglés.

Distribuidas en 12 vinilos temáticos, las fotografías de Pedro Franco invitan a emprender un viaje por los paisajes arenosos y salvajes de Maspalomas, los jolgorios familiares en San Fernando, las tareas del campo, el culto de los domingos y las carreras de cinta en bicicleta.

En su repertorio visual aparecen rostros populares de Maspalomas, como la dueña del emblemático restaurante Viuda de Franco, Carmen Afonso, que despachaba comida para bodorrios y comuniones en el pueblo antes de que el Aeroclub de El Berriel se ocupara de estos menesteres.

El paisaje natural y arquitectónica de Maspalomas también ocupa un espacio destacado en la exposición. En sus imágenes se aprecian arenales infinitos a la vista por la zona de Meloneras, calles casi desiertas junto a la actual Avenida de Europa y una Charca de grandes dimensiones donde incluso los vecinos se perdían en barca para cazar patos.

Las vestimentas de la época de antaño también reflejan los cambios políticos y sociales que ha experimentado el enclave en las últimas décadas. Lejos del nudismo que se practica hoy en día cerca del chiringuito número siete de Playa del Inglés, en la primera mitad del siglo pasado las bañistas acudían a la orilla del Faro con trajes hasta la rodilla y riguroso luto.

Cincuenta y cinco años después de la creación de la ciudad turística de Maspalomas, pocos vestigios quedan del pasado de sus habitantes. Algunos inmuebles, como La Casa de Saturninita de San Fernando o La Maleza de El Veril reproducen el estilo de vida de muchas familias humildes de la zona. Sin embargo, en su interior apenas contemplan fotografías que alimenten el espíritu popular de la época.

Maspalomas, enaltecer de un pueblo pretende rescatar la memoria de quienes nacieron al otro lado de la GC-500, antes de que el pueblo se convirtiera en paraíso tropical para 116 nacionalidades del planeta.

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