Para buscar el futuro de la moda canaria hay que mirar a Vecindario. Catorce jóvenes creadores, algunos de ellos aún con sus estudios de diseño por concluir, presentaron sus creaciones en el marco del concurso Y de jóvenes diseñadores que organiza cada año la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Santa Lucía. Una año más, y ya van cuatro, volvieron a demostrar que la transgresión y la creatividad no son exclusivas de las grandes pasarelas experimentales de las capitales mundiales de la moda.

"Al ser para jóvenes diseñadores, la organización valora más los experimentos y las propuestas arriesgadas antes que lo clásico", explica Aday Batista, que anoche presentaba una propuesta "inspirada en una mujer guerrera y luchadora, independiente y capaz" evocando la fuerza de las amazonas con líneas que recuerdan a una armadura en tonos nube y dorado. "En estos casos me atrevo con líneas más provocadoras", explica, "pero cuando hago cosas de pasarela busco la diferencia dentro de unos límites".

Coger confianza

Nisamar Carrero, que forma parte de su jurado desde hace tres años, le da la razón: "Muchos prefieren ir a lo seguro y eso es un error, deberían arriesgar más". La diseñadora explica que esa actitud rompedora es fundamental porque el objetivo del concurso es que los creadores "cojan confianza y que descubran cómo es una pasarela y que aprendan de cara a presentarse en un Ego Madrid o un Moda Cálida, para que puedan tener una base".

Esa es, en el fondo, la idea con la que la propia Nisamar puso en marcha el proyecto a través del Ayuntamiento de Santa Lucía. "Hace cuatro años nos comentaban que en la isla, si no estás consagrado, es muy difícil mostrar sus creaciones", recuerda Alberto Ojeda, técnico de la Concejalía de Juventud. El departamento municipal recibió la propuesta a través de la Fábrica de Ideas -la misma iniciativa de la que surgen otros proyectos participativos para los jóvenes del municipio- y decidió ponerla en marcha.

Aquella primera edición era un misterio hasta para los propios organizadores. Ojeda rememora los días previos al concurso y cómo el listado de participantes no crecía como ellos esperaban. "Hasta los tres últimos días no se apuntó nadie, pero entonces se inscribieron 17 jóvenes", recuerda. A partir de ahí, el interés de los jóvenes diseñadores por el concurso se fue incrementado año a año. "En el segundo se apuntaron 19 y en el tercero, 22", detalla.

Con el paso de los años el concurso logrado mejorar en varios aspectos, aunque siempre sin perder de vista el objetivo de que sea una plataforma de lanzamiento para creadores que aún no han alcanzado el grado máximo de madurez profesional. Durante este tiempo se han mejorado detalles fundamentales como la cuantía de los premios -hay dos en metálico, uno de 500 euros al mejor estilismo y otro de 1.000 al mejor diseño- pero también detalles como el proceso de selección. Antes sólo se requería un boceto para participar, pero ahora se pide a los diseñadores un prototipo real para que "la preselección sea lo más justa posible", comenta Ojeda. Desde este año la organización también facilita las modelos.

Todos los cambios, recuerda Carrero, son para "motivar a los diseñadores y que persigan sus sueños, que no se olviden de que ellos pueden demostrar quienes son". La organización está convencida de ello, aunque quede camino por recorrer. "Queremos seguir añadiendo detalles que lo mejoren", avanza Ojeda.