Muñecas de trapo, camisetas, mochilas y zapatillas pintadas a mano por la artesana Rita Almerich y los originales juguetes de madera creados por Pedro Conde comparten hasta el 1 de junio el espacio que ofrece el Cabildo de Gran Canaria en La Sala de la Fedac para muestras y comercialización de piezas artesanas.

Tras varios meses convertida en escuela artesana, La Sala vuelve a convertirse en escaparate para las creaciones de los artesanados grancanarios, que trabajan en vivo sus oficios para promoción de su trabajo y disfrute del público, informó la consejera insular de Artesanía, Minerva Alonso.

Las manos de la artesana Rita Almerich y sus diez años de experiencia consiguen que simples camisetas, pantalones, faldas, bolsos, zapatos y mochilas se conviertan en arte con dibujos elaborados a mano en su taller en Santa Lucía de Tirajana.

Algunos viandantes de la calle Domingo J. Navarro no pueden evitar parar en el número 7 de esta vía peatonal para ver de cerca las muñecas con cara alegre que Almerich elabora con telas de algodón y observar la pericia de sus manos.

Muchas horas y paciencia son las herramientas clave para elaborar todas sus creaciones ya que solo en una mochila, que es uno sus productos más demandados, invierte más de una semana de trabajo desde que pinta la tela a mano, hasta que termina el proceso de confección.

Rita Almerich compartió sus habilidades y las técnicas que utiliza en un taller que realizó precisamente en este espacio con 25 alumnos interesados en aprender a decorar telas de algodón con pintura especial para tejidos, una de las técnicas de este arte milenario cuyos productos tienen una gran aceptación del público en las ferias que visita.

Los juguetes de la infancia

Espadas, coches, motos, mecanos y trompos elaborados por Pedro Conde, el carpintero convertido en artesano, vive su profesión como una vuelta a la infancia con los juguetes de madera que tuvo de pequeño, que luego fabricó a sus hijos y que siguen atrayendo la atención de los niños que se sorprenden porque no necesitan pilas para tener movimiento.

Cada pieza de madera la pinta a mano para dar vida a juguetes que pesan poco, son manejables, duran muchos años y son seguros para los niños, que pueden pasar horas con ellos para jugar a las espadas, completar un mecano, dar vueltas a un trompo o simplemente hacer rodar por el suelo un coche o una moto con ruedas de caucho.

Los mayores también quieren probar sus juguetes pintados y tallados a mano para revivir sus tiernos años de infancia o para jugar con sus hijos y sobrinos, aunque los más nostálgicos son los abuelos que los compran con cariño para sus nietos porque "estos juguetes ya no los fabrican", le comentan a Conde muchos clientes.