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Cabildo La revisión del PIO

El nuevo Plan Insular duplica las plazas de turismo rural y congela las del Sur

El Cabildo propone un máximo de 3.000 camas en los alojamientos del interior de la Isla

Alojamiento turístico de naturaleza en la localidad de El Risco, en el municipio de Agaete. LA PROVINCIA / DLP

La revisión del Plan Insular de Ordenación (PIO) de Gran Canaria permite aumentar la oferta del turismo de interior o de naturaleza hasta unas 3.000 plazas alojativas, lo que supone duplicar el actual número de camas, estimado en unas 1.380 plazas. Esas nuevas instalaciones turísticas de podrán ubicar en suelo rústico, en asentamientos rurales o en suelos urbanos de carácter tradicional, pero con una serie de condicionantes para mejorar el paisaje y poner en valor los recursos etnográficos y culturales.

Esta es una de las principales novedades de la propuesta que tramita el Cabildo en el ámbito turístico, donde se incluyen cinco nuevas zonas hoteleras en el litoral del Sur, las de Tarajalillo-Lilolandia, Caserío de Media Fanega, Santa Águeda, Cueva del Canario y Catanga, todas ellas ya recogidas en anteriores planeamientos. La capacidad de carga para los municipios de San Bartolomé de Tirajana y Mogán se mantiene en las 211.429 plazas turísticas.

El nuevo Plan Insular del Cabildo sí permite ampliar la capacidad alojativa de La Aldea, hasta un máximo de 1.900 plazas, y también aumenta la superficie de la zona turística del litoral del Noroeste, desde Arucas hasta Agaete, para albergar otras 3.000 camas. Actualmente existen 346 plazas, lo que equivale a casi multiplicar por diez la actual oferta, según explicó ayer Pedro Pablo Monzón, director técnico del PIO.

La ordenación del turismo de naturaleza había quedado pendiente en el Plan Insular del año 2004 y ahora se recoge bajo el epígrafe de Piezas Nuevas de Turismo Interior en la Zona sin Uso Turístico Específico, que "se corresponde con aquella parte del territorio insular en la que se podría implantar uso turístico, no sujeto a limitación normativa o territorial, en el suelo urbano consolidado de residencia permanente, o en el suelo rústico".

Impacto ambiental

"Dado que en el suelo urbano no turístico es admisible la implantación de establecimientos alojativos (como hoteles y apartamentos de ciudad ), sólo es necesario ajustar el desarrollo del turismo interior en el suelo rústico por su posible impacto ambiental en el territorio", señala el documento.

La estimación de 3.000 plazas turísticas de naturaleza supone duplicar el actual número de camas, 1.387 según el último recuento, muy por debajo de las 13.925 plazas de capacidad máxima propuestas por el Estudio de Capacidad de Carga Turística de Gran Canaria.

La nueva normativa establece que los desarrollos turísticos que se implanten en estas zonas "deberán contar con medidas adecuadas y suficientes (tanto en la fase de diseño, como de construcción y de explotación) para minimizar su afección paisajística y garantizar una adecuada integración con el entorno".

Respecto a la dimensión socioeconómica del turismo rural, el documento refleja que "existe una limitada dotación de recursos sanitarios", lo que debe ser tenido en cuenta a la hora de desarrollar nuevos productos hoteleros en estas zonas. En comparación con el modelo de sol y playa, las instalaciones de turismo interior "poseen una baja capacidad de absorción de parados del sector de la hostelería por ser unidades relativamente pequeñas".

También debe considerarse, añade el PIO, que existe en la actualidad una baja presencia de recursos tecnológicos y de establecimientos con certificaciones de gestión ambiental y/o de la calidad. "Dado el valor ambiental del entorno y las exigencias de la sociedad y los turistas en materia de protección ambiental y conservación de los recursos naturales, los nuevos desarrollos turísticos deben ofrecer ineludiblemente un producto turístico de calidad, sostenible y ecoeficiente", puntualiza.

Despoblamiento

El turismo de interior "se perfila como parte de la solución territorial para evitar el riesgo de desaparición de la transformación 'culta' del paisaje rural ante el incipiente proceso de despoblamiento y abandono de las actividades tradicionales".

Esta oferta no sólo permite generar economías complementarias a las derivadas de la explotación del campo, sino que tiene el potencial de incrementar el volumen de actividad en la agricultura y la ganadería. También permite la supervivencia de los oficios, usos y costumbres tradicionales vinculados a la misma, pues son precisamente estos elementos los que le confieren valor añadido.

Se establece como parámetro límite de integración territorial una densidad bruta territorial para cada pieza turística de cuatro plazas por hectárea y no más del 15% de plazas turísticas respecto a la población residente en el enclave

Según Pedro Pablo Monzón, el Cabildo también establecerá "una batería de medidas para poner en valor los hitos paisajísticos y culturales del interior de la Isla, incluidos unos itinerarios de interés turístico en las redes de carreteras y de caminos para apoyar el turismo rural".

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