¿De dónde nace su afición por la bicicleta?

Lo de la bicicleta fue una afición tardía. Sufrí una lesión, una periostitis, cuando estaba preparando las oposiciones para ingresar en la Policía Local y tuve que dejar el atletismo. Un médico de medicina deportiva me recomendó la bicicleta para que no dejara de entrenar para las oposiciones. Al final, aprobé las oposiciones e hice una promesa doble.

Y ahí empezó todo.

Sí. Una promesa era ir al santuario de Covadonga para ver a la Virgen, patrona de Asturias. Esa la hice casi inmediatamente de aprobar porque eran pocos kilómetros, en torno a 200 haciendo la ida y vuelta desde donde vivo. La siguiente promesa fue a San Nicolás de Tolentino, el patrón de La Aldea. La cumplí en 2001. Bajé desde Asturias hasta Cádiz. Desde allí volví a Asturias y cogí el avión hasta Gran Canaria. Ya en la isla partí desde el Auditorio Alfredo Kraus hasta La Aldea. Con los años, me planteé otros retos y, por ejemplo, hace cuatro años recorrí las siete islas del tirón. Me llevó 25 días. El primer día me vi trabajando por la mañana en Gijón y por la tarde, tras coger el avión, pedaleando hasta 50 kilómetros hasta Órzola, en Lanzarote. Terminé en El Hierro y allí dormí en el patio que hay por fuera de la ermita de la Virgen de los Reyes. Cuando me iba, los herreños me dijeron que me marchaba cuando venía lo bonito, la bajada de la Virgen. Ya tenía organizdas las vacaciones y tenía que volver a trabajar. Pero dije, si Dios quiere, en 2017 vengo a verla el mismo día que salga de la ermita. Y eso estoy haciendo.

El resto de la entrevista se podrá leer en la publicación impresa del 12 de junio y los suscriptores de la edición digital.