El Valle de Agaete celebra sus fiestas patronales en honor a San Pedro, y los residentes de todo el municipio norteño han acudido a su cita con la bajada de La Rama. "Organizo el calendario del año en torno a esta fiesta" aseguró Pasblo Sosa, que pernoctó con sus amigos en Tamadaba. El calor comenzó a apretar pasadas las diez de la mañana, y a medida que llegaba el flujo de peregrinos iba en aumento. "Por suerte el viento soplaba y la noche estaba fresquita arriba", explicó Fernando Álamo, de 18 años y en su primera experiencia en La Rama.

Centenares de personas han acudido a la popular celebración del Valle. Los que tenían la oportunidad pasaron la noche en Tamadaba para cumplir con la tradición de bajar la rama acompañados de la Banda Guayedra, que tocó durante todo el camino hasta llegar al pueblo, donde la Banda de Agaete les tomó el relevo. Juan Antonio García llegó resoplando tras más de cuatro horas tocando el trombón por el camino rocoso y empinado. "No es lugar para tocar música pero por esta fiesta se encuentran fuerzas", afirma el músico.

Los mayores aprovechan la ocasión para enseñar a los más pequeños las tradiciones de la bajada. "Es un encuentro con la gente del pueblo y del municipio que no ves en tiempo", explica Marian González, que prefiere que las nuevas generaciones aprendan la experiencia de bajar la rama de Tamadaba a estar "coqueteando con el alcohol" en la plaza.

Honorario Dámaso, de 81 años, dice no recordar la primera vez que realizó el camino. "Seguro fue antes de los diez años con mis propios pies, pero de antes me subían y me bajaban mis padres", afirmó Dámaso, que hoy sus familiares le dejaron en Tamadaba en coche y realizó una vez más la bajada a pie. "Es digno de admirar, pero con el calor y su edad no debería subir a pie", comentó uno de sus amigos. Dámaso continuó con su rama en dirección a la Iglesia con la felicidad propia de quien la viene a La Rama por primera vez.

"La ilusión por esto no se pierde nunca", aseguró Pablo Sosa, que se reunió con sus amigos "de toda la vida" para pasar la noche en el pinar de Tamadaba. "Por suerte el tiempo acompañó en esta edición, porque cuando llueve nos tenemos que hacer veriles improvisados", explicó Sosa, que lleva más de veinte años sin faltar a su cita con La Rama del Valle.