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Cabildo Debate del estado de la Isla

Una de baches, agua a chorros y gasecitos

En el pleno se dibujaron tantas 'Gran Canarias' como grupos existen

Una de baches, agua a chorros y gasecitos

Los grupos políticos del Cabildo dibujaron ayer en el salón de plenos de la Casa Palacio tantas islas como siglas participaron en el debate sobre el estado de Gran Canaria. Se trata éste, un territorio seriamente destartalado, según el Partido Popular, destartalamiento que comenzó coincidiendo justo desde que los populares fueron desplazados del gobierno insular, y también un lugar de notable avance en todos su aspectos, a criterio de Nueva Canarias y en boca del presidente Antonio Morales.

Enmedio, los mil matices que introducían los que forman parte del pacto que tiene junto con los nacionalistas la batuta en la mano, como es el caso del PSOE y "el tránsfuga A y el tránsfuga B", como calificaba el PP a los expodemos, y sin embargo amigos, Miguel Ángel Rodríguez y María Nebot.

Hasta el clima dentro del salón de plenos variaba en según que lugar se situaba una persona, materializando allí dentro el tópico de una isla, cinco continentes, con aire gélido en el patio de butacas, y brisas tibias donde sus señorías.

Nada parecía ajustarse totalmente a la realidad, ni siquiera el epígrafe 'debate', debido a un formato encorsetado en el que durante 15 minutos cada grupo exponía su isla ideal en diez propuestas, con extensa respuesta después de esa ronda sobre lo que opinaba de cada una de ellas los demás partidos, en un bucle soporífero.

El resultado fue un misal en el que imperó la lógica de que todo árbol bueno da frutos buenos, y el árbol malo, pues frutos malos, pero sin llegarse a tirarse una ciruela a la cabeza, ni ver mangos moganeros volando por encima de la mesa presidencial.

Tan sólo hubo que recabar algún que otro desalante poltergeist, como el que protagonizó el señor Carlos Ester, del Partido Popular, para ilustrar las dificultades que en materia de tránsito soporta la isla.

Según confesó en un relato autobiográfico bajo el cuadro del rey Felipe VI, que por tanto garantiza la veracidad del asunto, él marchaba en su fotingo por la avenida marítima de la capital cuando, "por falta de mantenimiento tuve un percance y se reventó una rueda", que tal era el tamaño del presunto hueco asfáltico. Durante ese cataclismo, y según continúa Ester, "me acordé mucho de Ángel Víctor Torres", a la sazón consejero de Obras e Infraestructuras, para concluir con dos refranes chinos en alusión a la temática, un primero que establece que "las carreteras son una herramienta importante", y un segundo de carácter algo más sentencioso pero de similar profundidad: "Gran canaria no rueda como debe de rodar".

Pero, ah, sí que estaba rodando, porque apenas unos minutos antes del relato, a las 11,46, el presidente Antonio Morales había agarrado la chaqueta y salía del salón de plenos en modo, salgo un momento que ahora vengo.

A los pocos minutos, por gracia de las redes sociales, aparecía en los móviles vía Istagram con casco, y la misma chaqueta y corbata teletransportado en la zona cero del primer toletazo al piso de un martillo neumático en la inauguración de las obras de la Metroguagua.

A las 12 horas y 49 minutos Antonio Morales entraba de nuevo en la sala para situarse bajo el palio de las tres ciclópeas nasas del mural de Jesús Arencibia que adorna el magno cuarto de estar de la Casa Palacio, sin rastro de mortero, concreto o cemento que delatara su encuentro en Tercera Fase con la alienígena Metroguagua, mientras el rumbo del supuesto debate ya iba ocho islas más allá, concretamente por Venezuela.

Y es que tanto el PP, como el partido que una vez fue un poco PP y ahora es Unidos tras desunirse del PP, mentaron la necesidad de que el Cabildo no estuviera con mentecateces con el régimen de Maduro, ni acogiendo actos que hagan antología del hombre al que susurran los pajaritos. Esto a cuenta de la conferencia que ofreció poco más allá el periodista venezolano Napoleón Suárez, intitulada Venezuela Bolivariana, retos para la paz, bajo auspicio del Cabildo.

El PP solicitó a alguien "que pida perdón", por este dramático hecho, y Francisco Pérez, de Unidos, que no se esté financiando a regímenes que le echan a su pueblo chorros de "agua y gasesitos". Su señoría Miguel Montero, que es de Podemos, el original, como en su momento también lo fue -o no- Armonía Show la de Miguel, se reviraba en el asiento. "Ustedes quieren", señaló, "que exista una guerra civil en Venezuela, como la que hubo en España".

"No es que queramos una guerra, es que ya la hay", le contestaron desde los dos frentes, "porque todos los días muere alguien".

Tras esta tumultuosa gira internacional el personal regresó en su conjunto a Gran Canaria. A las varias Gran Canarias. A la isla cuyo gobierno es "amoral", en un básico juego de palabros a cuenta del apellido del presidente, según lo calificó el recién accidentado Ester, y que requiere de inversiones en Deportes, materia "donde no hay que echar balones fuera"; cuyo plan de pobreza ha dejado sin ejecutar12 millones de euros, según prosiguió la oposición; y que requiere echar de sus 'escaños' a los dos consejeros tránsfugas, tanto el A, como el B, porque de lo contrario cualquier acuerdo alcanzado por y desde la isla de Gran Canaria, "es de dudosa legalidad".

Todo esto fue desalmado por el presidente de la institución con la misma cadencia que el martillo neumático que acababa de visitar. Los números hablan. La isla sufrió en su momento un retraso, sí, pero cuando antes, y ahora "los indicadores" ofrecen repuntes. El único 'pero' fue para el propio debate en sí, al que hay que llevar al taller "para adecuarlo a la realidad".

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