Seis voluntarios del Grupo de Intervención Operativo de Rescate y Salvamento (Giors) se adentraron ayer colgados de una cuerda por las entrañas de la caldera de Tejeda para recuperar los restos del vehículo, en el que falleció en extrañas circunstancias el empresario Zacarías Suárez hace dos años. La familia busca reabrir la investigación del óbito con nuevas pruebas.

El mirador de la Degollada de las Palomas, que limita los municipios de Tejeda y Valleseco, se despertó ayer envuelto en una espesa capa de neblina. Bajo los recovecos abruptos de este enclave turístico yacen los restos del todoterreno en el que Zacarías Suárez, un empresario de San Isidro de Gáldar, perdió la vida en junio de 2015.

Los voluntarios del Giors tuvieron que excarcelar su cuerpo del interior del vehículo, tras salir despedido de la vía e impactar ladera abajo a una profundidad de 200 metros. Aquella intervención culminó con 21 días de incesante búsqueda, pero no despejó las incógnitas que para sus familiares aún rodean la causa de su muerte.

Justo un mes después de que la justicia decidiera archivar la investigación del caso por considerar el suicidio como el detonante de su fallecimiento, los familiares regresaron al precipicio por el que cayó el Nissan X-Trail de Zacarías.

En esta ocasión, los voluntarios del Giors se enfrentaban al reto de recuperar objetos personales o piezas del vehículo, que arrojaran algo de luz a una futura investigación.

El viento del Noreste que azotaba a primera hora de la mañana los tabaibales y la nueva vegetación, que cubría el amasijo de hierro en el que se había convertido el vehículo tras el siniestro, dificultaban la operación.

El equipo de rescate, capitaneado por José Antonio Bolaños, se encomendó barranco abajo con la ayuda de un dron de última generación. Bolaños, primero en descender por la ladera, se aproximó con cuidado a la hendidura rocosa, donde se ubicaba el vehículo. Por el camino iba soltando 200 metros de cuerda, que atada al todoterreno de los voluntarios, se convertía en la principal medida de sujeción. A sus indicaciones respondían a modo de apoyo Miguel Santana y Cristián Cruz, que portaba las herramientas para cortar el techo del vehículo y sacar de su interior algunas pertenencias.

Durante su trayectoria los voluntarios encontraron desperdigadas algunas piezas del coche, como la parrilla, un neumático o la aleta izquierda.

Comunicados por radio con el resto de compañeros que aguardaba en el mirador, el equipo alcanzó el Nisaan de Zacarías. Bolaños y los suyos gastaron dos hojas de sierra eléctrica en agujerear los cuatro bastidores del techo para luego abrirlo a modo de “lata de sardinas” a base de fuerza.

Tras tres horas de intensas maniobras, rescataron del interior del coche una gorra, dos zapatillas de diferente modelo, el cabezal del asiento delantero, un chaleco y el volante. En su expedición no encontraron rastro de las llaves del vehículo, documentación ni teléfono móvil del fallecido.

La recuperación de estos enseres, en la que también participaron Octavio Castillo, Grimanesa García y Carlos Araujo, ayudará a encontrar la verdad a la familia de Zacarías.