La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Teror

La fiesta del agua hace 90 años

El festejo sustituyó en el siglo XIX a las bajadas del Pino a la capital para pedir o agradecer las lluvias

Antonio Socorro, en 1928. LP/DLP

Hace noventa años Teror vivía convulso la enfermedad del párroco, Juan González, que desde 1908 dirigía con mano firme y voluntad implacable los caminos del Pino. No sabían muy bien que podía pasar cuando desapareciera aquel señor ceñudo y de serio carácter que había cambiado totalmente la fisonomía interna del templo y que, entre otras muchas cosas, había culminado con el vecindario del barrio de Arbejales ese hermoso santuario, que fuera el primero en toda Canarias dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y que el próximo año cumplirá su siglo de existencia.

Pero se moría el cura. Y con él muchas de sus peculiares formas de ver y entender Teror, el Pino, las fiestas y el culto. En reuniones y conciliábulos de las que tanto abundaban -y abundan- en los escondidos vericuetos terorenses, se trató el tema de revitalizar las fiestas votivas -tal como correctamente se denominaban entonces a las actuales Fiestas del Agua- por parte de los comerciantes y políticos (que tanto montaban unos como otros porque eran los mismos) y se decidió "inaugurar" una nueva forma de entender las mismas.

Habían venido (es cosa ya sabida) a sustituir en el siglo XIX a las Bajadas del Pino a la capital para pedir o agradecer las lluvias del año. Cuando no llovía o lo hacía en demasía, el remedio santo era poner a la Virgen del Pino en rogativas. Que cada uno ruega a los cielos por lo que más necesita y a la gente de campo Dios le entraba por los aguaceros y le salía por las sequías. Promesa de todos que se cumplía, tal como afirmara el sacerdote Florencio Rodríguez con "ese santo temor que lleva consigo una promesa a los santos o a la Virgen". Por eso, después, si los cielos divinos y los nubarrosos cumplían, llegaba la acción de gracias por lo caído.

Así nacieron las Fiestas del Agua. A la procesión de la imagen del Pino de las Fiestas del Agua se unían las de dos de las muchas imágenes que acoge el templo terorense y que eran elegidas por sorteo. De este sorteo fue excluida la extraordinaria talla genovesa de San Ramón porque "pesaba mucho" para bajarlo de la peana y estar cargando con él por las calles de Teror. Parece tontería, pero es así; San Ramón no procesionaba por gordo.

En una tarde de primavera de la década de 1920, en el callejón de La Escuela, reuniéronse esos notables a los que me refería para tratar el "noble tema" de cómo atraer gente a las fiestas y con ello vender las mercancías almacenadas. No asombre al lector el mercantilismo aparente en esta motivación. Unos años más tarde, en 1948, las mismas razones movieron a la aparición del Pregón del Pino y después a la creación de la Romería Ofrenda.

Y así fue como una fiesta esporádica y fluctuante pretendió convertirse en otro evento convocador y concurrido de carácter fijo -que no lo era- aparte de las festividades de septiembre. El sábado 16 de julio de 1927, en acción de gracias a la Virgen del Pino, la víspera de la fiesta- concurrida y animada- cumplió con las expectativas. El domingo fue solemne y rebosante de fieles que venían a "pedir y agradecer las aguas del cielo" a quien durante siglos lo habían hecho: la Santísima Virgen del Pino.

Muestras de cariño

La función a toda orquesta, protocolaria y ceremoniosa como solía hacerse todo en la Villa Mariana, tuvo un aditamento anecdótico que ya era un aviso de quien llegaría dueño y señor de parroquia y pueblo unos meses más tarde. El panegírico fue realizado por el capellán del Hospital de San Martín, un joven natural de Tafira llamado Antonio Socorro que destacaba como seductor y expresivo orador y que pronunció una hermosa oración, teniendo al auditorio que llenaba la amplia Basílica, tal como afirmara un cronista del día, "pendiente de sus labios en todo el tiempo que doró su elocuente discurso".

Y tal como establecía el programa al final se cantó el Te Deum y luego la Salve que fue la señal para que desde el techo cayera una lluvia de estampas de la Virgen del Pino enrrolladas en lazos, que sirviera como recordatorio de aquella "inauguración" de la fiesta votiva anual que Teror ofrendaría a la Madre del Pino con carácter fijo desde entonces. La preceptiva y esperada feria dio final a aquel domingo festivo.

El 17 de octubre fallecía el padre González, como era conocido don Juan. Enérgico, con frecuentes enfados; pero a la par muy bondadoso y de convicciones sabias y evangelizadoras, dejó una profundísima huella en el Teror de inicios del pasado siglo.

Pero si como tal como afirma el aforismo, "bueno vendrá, que malo -o al menos no tan bueno-te hará". El 18 de octubre fue nombrado párroco don Antonio Socorro Lantigua. Ordenado el 3 de abril de 1915, pasaría a Puerto del Rosario y de allí vendría a la Iglesia del Hospital de San Martín. El dos de noviembre entraba en Teror, y él sí sería el que dejaría como cura la seña más marcada en la iglesia y en la vida de la Villa durante décadas. En su humildad (muchas veces aparente, todo hay que decirlo), afirmó que no merecía las muestras de cariño, de afecto, de fastuosidad con que lo recibían ya que él no era ningún personaje y que simplemente venía a "atender bien a todo lo que hagáis, en obsequio de María Santísima, Nuestra Señora del Pino, a cuya voluntad me entrego".

Y así lo hizo. Entendiendo las cosas como él -voluntarioso, trabajador, creyente hasta lo más profundo; pero a la vez terco y poco dado a dejarse aconsejar- las entendía. Como don Juan González participó poco o nada en todo esto que aquí contamos se tiene a don Antonio como el que dio carácter fijo a las celebraciones Votivas o del Agua, pero en realidad, tal como se puede observar en la estampa que ilustra este artículo -la que cayó desde los techos basilicales- lo fue antes de su llegada. Duró poco; ya que la visita de Primo de Rivera al año siguiente y los Honores Reales en 1929 hicieron desaconsejable la Bajada de la Imagen dos veces al año, por la concesión de honores militares de Capitán General a la Virgen que consiguiera Socorro y que en las del Agua se quedaba sin la preceptiva representación de la Jefatura del Estado también concedida a raíz de dicha visita.

La Hermandad de Labradores y Ganaderos surgida tras la guerra e implantación del franquismo, recuperó la Fiesta pero ya tergiversando el sentido primigenio de la misma y dedicándola a su Patrono San Isidro,cuya Imagen fue traída por el Presidente de la Hermandad, don Florencio Naranjo, en 1953 tras el éxito del nestoriano invento de la Romería del Pino.

Y con ello cambiarían otras muchas cosas relacionadas con estas fiestas y con otros avatares de la Villa; pero de eso escribiremos en otro momento.

Compartir el artículo

stats