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Agüimes

Nadie quiere pagar los daños del coche dañado por la explosión de Agüimes

"Aún me quedan dos años por pagar", revela la propietaria del vehículo siniestrado, Cathaysa Jiménez

El vehículo bajo los escombros de la explosión de la vivienda. LP / DLP

Varios vecinos fueron los afectados directos de la explosión que provocó Elena C.M. el pasado lunes en el bloque de viviendas número 10 de la calle Alonso Quesada. Cathaysa Jiménez tuvo que acudir al médico por ataques de ansiedad un día después de la catástrofe. La angustia de la mujer, de 28 años, se debe a que la fachada que estalló a causa de la deflagración cayó sobre su vehículo mientras compraba en el Spar.

Los escombros destrozaron el turismo por completo, al que a la joven aún le quedan dos años por pagar. Según su padre, Casimiro Jiménez, el seguro de la vivienda no se hará responsable de los daños, ni el seguro del vehículo. "Aquí nadie se va a hacer responsable de nada", denunció Casimiro. El padre vive las dos caras de una misma moneda. "Por un lado agradezco a dios que a mi niña no le pasara nada", decía emocionado, "pero claro, ahora tenemos que seguir pagando un coche que está hecho chatarra", añadió. La joven estaba tan afectada que tuvo que acudir varias veces al centro médico por los ataques de ansiedad. "Se ha pasado estos días llorando", reveló Casimiro, que espera poder solucionar con alguna institución el siniestro del turismo.

La familia Jiménez no vive en la calle afectada pero conocían el historial conflictivo de Elena. "Un montón de denuncias y nunca se hizo nada", declaró Jiménez. "El Ayuntamiento tiene máxima culpa", asegura el hombre, que no entiende como ninguno de los seguros se hace cargo. "Acudimos a la financiera para ver si se podía hacer algo y tendremos que seguir pagando los dos años que restan", explicó Jiménez, que pide al Consistorio que se haga cargo del coche siniestrado.

La familia Jiménez comienza una encrucijada para poner solución. "Tanto pagar seguros y luego no te ayudan con nada", manifestó con malestar el padre, que ayer rondaba la calle afectada. "Todavía doy gracias a que Cathaysa esté bien", expresaba, "pero lleva dos días sin coche y trabaja en el Cruce de Arinaga", añadió Jiménez, que aseguró que aún tiembla: "no por la explosión", sino por "pagar el coche dos años más sin tenerlo".

Los vecinos del bloque de viviendas afectado por la explosión no podrán regresar a sus casas hasta que los técnicos del Ayuntamiento examinen las canalizaciones de servicios básicos. Las tres familias realojadas en el hotel Los Camellos mantuvieron ayer una reunión con el alcalde, Óscar Hernández, y la concejala de Presidencia, Águeda Suárez. En el encuentro se informó a los residentes afectados que no podrán volver a sus casas hasta que se garanticen los servicios de agua y luz, una vez examinado la estructura del edificio y se descarten los daños estructurales. "Van a tener que pasar dos noches más en el hotel", pronóstico Hernández, que detalló que los técnicos acudirán hoy a primera hora de la mañana para ver si las canalizaciones de agua y luz han sufrido daños.

Francisco Santana, vecino del mismo bloque, reveló que en caso de no poder volver a su casa hoy el Ayuntamiento continuará pagando el hotel a las familias pero no las dietas. Santana desconoce el estado en el que se encuentra su vivienda. "Tan solo nos dejaron entrar el día siguiente unos minutos a por ropa", explicó. El vecino aseguró que no perdió la vida en el incidente de casualidad. "Me llega a pillar en las escaleras y no escapo", sentenció.

Los residentes del bloque colindante ya han podido regresar a sus viviendas, pero pocos fueron los que durmieron el primer día en sus casas. "El martes nos dejaron volver por la tarde", reveló Francisca García, octogenaria que vive sola en el primer piso del número siguiente. La vecina cuenta que vio a Elena C.M. la mañana del suceso llorando en la acera. "La vi desconsolada, pero no quiso hablar conmigo", sostiene, "pero yo le ofrecí un bocadillo y lo aceptó", añadió García, quien cree que pudo ser la última persona con la que habló antes de prender fuego a la bombona de butano.

"Después de dejarle el bocadillo me fui a recostarme en el salón cuando escuché la explosión", relata García, que creyó que se le había caído algo en el baño de su vivienda. "Cuando comprobé que en mi casa no había pasado nada me asomé por la ventana de atrás y vi varios escombros", explicó la vecina. "Ya luego salí a la calle y no volví a entrar por miedo", añadió García, que pasó ayer pasó su primera noche en la vivienda tras la explosión. "Fue un susto importante para mi edad, y no me atreví a dormir aquí aún teniendo el permiso", detalló.

Sobre Francisca García, en el segundo, vive María Antonia González, que también reside del lado colindante al bloque afectado. "Por suerte en mi casa tampoco he sufrido daños materiales ni estructurales", afirmó aliviada González, quien tampoco se atrevió a pasar la noche por "el olor a quemado". La vecina aseguró que llamará a su pareja para que le haga compañía. "Si no es imposible que duerma tranquila", declaró.

El vecino del tercero, en el que su cocina daba directamente con la vivienda explosionada, estaba derrumbado emocionalmente. "Tengo la casa llena de grietas", aseguró el afectado. "La casa tiene muchos desperfectos", añadió el vecino, visiblemente afectado que se retiró al interior de su casa.

El alcalde asegura que el Ayuntamiento no se puede hacer cargo. "La casa afectada es la única del bloque en propiedad del Gobierno de Canarias, ya que se trata de un edificio de viviendas sociales", detalló Hernández, que desveló que los técnicos evaluarán hoy los daños de las canalizaciones.

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