En 1829 George Stephenson asombró al mundo al darle macho a la primera locomotora de vapor, que bautizó como El Cohete y 188 años después, el barrio marinero de Sardina de Gáldar se suma a esa revolución tecnológica estrenando su propio ferrocarril, en justicia un Nissan Patrol carrozado que tira de dos vagones, que a su vez configura el primer tren turístico de la Gran Canaria septentrional.

Con media hora de retraso sobre el horario previsto, el alcalde de Gáldar, Teodoro Sosa, encarrilaba su inauguración en el barrio de El Negrín, donde aguardaban los primeros y nerviosos pasajeros en la 'estación' de la asociación vecinal.

El artefacto fue recibido con una serie de aplausos y su consiguiente parranda, y también con mucho móvil en alto para inmortalizar la efemérides.

El servicio se mantendrá en este circuito, con el que se intenta conectar a locales y visitantes con la cala de Sardina con la parte alta durante los meses de verano, de doce del medio día a las ocho de la tarde, y con unas tarifas de medio euro para los galdenses; de 0,80 céntimos para los canarios; y de un euro para personal del exterior, lo mismo comunitarios que extracomunitarios. Además se ofrecerá unas tarifas especiales para que los empresarios de bares y restaurantes ofrezcan descuentos a sus clientes.

Hay que reseñar que Sardina también estrena Bandera Azul, otorgada tras la dotación de un puesto de socorrismo, de la balización de la playa, de un servicio de balneario y el cierre al tráfico rodado mediante una barrera para peatonalizar la zona, de ahí la idea de este transporte puesto en marcha tras la licitación a la empresa Multiservicios El Cóndor SL, participada por las firmas locales Viajes Taziri y Guaguas Guzmán.

Teodoro Sosa también informaba ayer a pie de cabeza tractora que era intención del Ayuntamiento que una vez finalizado el verano el tren se traslade al centro histórico de Gáldar, para ofrecer a los turistas y también a los centros escolares un recorrido por sus calles más emblemáticas.

Antes de subirse a bordo, Sosa agradecía a la familia Guzmán su implicación en este iniciativa, con la que se intenta "mejorar los servicios que se prestan a los vecinos y visitantes y al mismo tiempo impulsar turísticamente este municipio". Después de estas palabras, el maquinista tiraba de silbato y cogía rumbo a la vera del océano, para novelería general del sardinero.