Pajonales, Tejeda. Dos de la tarde del 27 de julio de 2007. A esa hora, la zona se convierte en una gran antorcha de fuego tras declararse un incendio. La difícil orografía, el fuerte calor, la elevada humedad y el viento del sur hacen el resto.

50 personas acampadas en la presa de Las Niñas y una decena de vecinos del barrio del Juncal de Tejeda son desalojados para garantizar su seguridad. En cuestión de horas, más de medio centenar de hectáreas de pino canario se ven afectados.

Al día siguiente, la Guardia Civil detiene a Juan Antonio Navaro Armas, trabajador de los servicios forestales de 37 años y al que se le vencía el contrato el 30 de septiembr, comp presunto autor del incendio. Navarro confiesa ser el responsable y pasa a disposición judicial.

La fotografía de portada de LAPROVINCIA/DLP del 29 de julio de 2007 mostraba el asombro y resignación de un campesino al comprobar cómo se avivaba rápidamente el incendio en el municipio de Tejeda. Las llamas adquirían dimensiones catastróficas y el fuego ya había destruído 2.600 hectáreas de pinar. La fuerza y velocidad del fuego obliga a desalojar a vecinos de Ayacata, presas del Mulato y Las Niñas, Montaña de Lina, Cruz de San Antonio y a los campistas de Chira.

Las voracidad de la llamas amenza a las especies animales protegidas de la cumbre de Gran Canaria. El hábitat del pinzón azul, un ave en peligro de extinción, se ve afectado y los esfuerzos para su recuperación quedan en casi nada por la virulencia del fuego. La Isla vive el día más caluroso del año, con registros que alcanzan los 40 grados a la sombra.

El 30 de julio, la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número uno de Arucas, decreta el ingreso en prisión incomunicada y sin fianza para Juan Antonio Navarro Armas, como presunto autor de un delito de incendio y otro medioambiental.

El lunes 31 de julio, el viento se convierte en el peor enemigo. El incendio se reaviva y siembra el caos en la Isla. Las llamas arrasan 5.000 hectáreas de pinar, matorral y áreas de cultivo. La desesperación se refleja en el rostro de los vecinos. Más de 1.000 moganeros son desalojados de sus casas y pasan la noche fuera de sus hogares. El incendio forestal cerca el casco del pueblo, varios barrios del barranco de Arguineguín y Veneguera, donde el fuego acaba con las viviendas y los campos de cultivo. Seis frentes continúan activos.

Primer día de agosto: Desastre total. El fuego afecta a un tercio de la masa forestal de Gran Canaria tras las 100 primeras horas de incendio. Las llamas queman unas 20.000 hectáreas y, por primera vez, el Cabildo de Gran Canaria da por "controlado" y "estabilizado" el incendio. Un rayo de esperanza alumbra la Isla y las informaciones que llegan desde las zonas más afectadas indican que lo peor ya ha pasado. Tras varios días de temperaturas infernales, el mercurio desciende hasta los 37 grados en Las Palmas de Gran Canaria.

Tras extinguir el incendio, se apreció la devastación que habían causado las llamas. Los expertos estimaron que la rehabilitación de la zona tardaría "unos 10 años", pero para la recuperación total habrá que esperar "15 ó 20 años".

Los daños materiales se cifraron en 90 millones de euros sólo en Gran Canaria. La reconstrucción de los núcleos urbanos de Fataga, valorada en más de dos millones, se consideró de interés especial y contó con partidas propias. Las pérdidas medioambientales fueron incalculables y las medianías de la Isla presentaban un paisaje desolador: más de 20.000 hectáreas, un tercio de la masa forestal, había pasado del verde al negro.