El profesor y pedagogo José Antonio Godoy Rodríguez abrió anoche las Fiestas de La Rama de Agaete con un pregón que recordó la historia del último siglo de la villa a través de las vivencias del pintor austriaco Arnulf Neuwirth, refugiado entre los pescadores del Puerto de Las Nieves entre los años 1939 y 1942 para evitar ser reclutado por el ejército de Hitler en la Segunda Guerra Mundial.

Por una de las casualidades de la vida, el pregonero encontró un cuadro de Neuwirth en uno de sus visitas a un museo de Viena y comenzó una indagación sobre el personaje para conocer los motivos que le llevaron a pintar un cuadro del Puerto de Las Nieves. Para su incredulidad, Godoy descubrió que estaba vivo y pudo entrevistarse con él.

Godoy utilizó las conversaciones entre ambos como hilo conductor de su lección de historia de Agaete y de las fiestas de Las Nieves, donde se entrelazaron los recuerdos del pintor con los del propio pregonero en su niñez y juventud. Con el Huerto de las Flores a rebosar de vecinos y veraneantes, el profesor provocó sonrisas y también llevó algo de nostalgia las calles del pueblo, que hasta el 27 de agosto de agosto estarán engalanadas para la fiesta, con La Rama del día 4 y el traslado de la imagen de Las Nieves el día 5 como fechas principales.

"Nunca supuse -inició Godoy su pregón- que el destino me llevaría hasta la ciudad de Viena en aquellos carnavales de 1998, que una abundante nevada me obligara a refugiarme en el Museo de la Ciudad de Viena y que en él, me tropezara con un cuadro en cuya cartela decía Puerto de las Nieves, 1942, lo que hizo que se me revolviera todo el mondongo, escribiera su nombre en una servilleta de papel, que es lo que tenía a mano en aquel momento, y me preguntara durante el tiempo que duró el viaje: quién era aquel pintor, qué se le había perdido en el Agaete de la Posguerra Civil y cuánto Agaete más habría perdido por esos mundos del arte".

En el verano de 2007, Godoy volvió a Viena tras la pista del pintor y de aquel paisaje de Agaete colgado en las paredes del museo. "Para mi sorpresa, poco tiempo después recibí un correo electrónico en el que además de comentar que el cuadro en cuestión estaba en proceso de restauración, adjuntaba un archivo del mismo digitalizado y lo más interesante, pero a la vez desconcertante, la dirección del pintor, de nombre Arnulf Neuwirth, quien a sus 95 años de edad aún vivía y se encontraba en plenas facultades mentales, a pesar de que la generación octogenaria agaetense le había dado por muerto en la Segunda Guerra Mundial", rememoró Godoy.

Con la ayuda de Ernst Bauer, un amigo austríaco residente en Maspalomas y vinculado al turismo, que le hizo de traductor, envió la primera carta al pintor, obteniendo al mes siguiente su respuesta de puño y letra, donde declaraba "ser un señor de otro siglo" que sólo se comunicaba a través del correo ordinario y del teléfono fijo.

"En la primera carta que recibí del pintor", relató Godoy, "me invitaba a visitarle en la ciudad de Eggenburg, donde residía durante una época del año y me contaba que había estudiado pintura en la Academia de Artes de Viena, donde había recibido en 1937, por sus brillantes notas, el Premio París, lo que le permitió vivir durante dos años en la capital francesa, ampliar conocimientos artísticos y conocer, a través de un viaje por Argelia y Marruecos, la cultura árabe, el paisaje y la luz mediterránea".

La noticia de la inminente invasión de Polonia por parte de las tropas alemanas hizo que en septiembre de 1939 huyera a España, para evitar que le reclutaran como soldado alemán siendo austriaco, a pesar de la consabida escasez de alimentos y hambrunas que se padecían como consecuencia de la Guerra Civil recién acabada.

"Sus amigos españoles le aconsejaron que se fuera a Canarias y esperara el final de la guerra, que al menos allí? 'siempre hay plátanos baratos; por medio dólar te dan tres kilos y por dos dólares se podía alquilar una casita junto al mar', como así deja constancia el pintor en unas declaraciones del año 1960. En aquel mismo septiembre embarcó por el puerto de Sevilla hacia Gran Canaria y, desde Las Palmas puso rumbo a Agaete", explicó el pregonero.

En Las Nieves, precisó, "conoció y entabló amistad con Don Luis Delgado el guardamuelles, quien a su vez le presentó a Don José Bermúdez el maestro, a Don Daniel Torrent el boticario y a Don Manuel Alonso Luján, el cura párroco, todas personas de conocimiento que decía el señor Neuwirth, 'a quienes no tuvimos que explicarles nuestra delicada situación porque estaban al día de los acontecimientos que asolaban la Europa de donde habíamos huidos".

Contó el pregonero que al observar el regocijo con el que Neuwirth conversaba, recordando su estancia en Agaete, tuvo el atrevimiento de preguntarle las razones por las que se había marchado en plena contienda mundial, a lo que le respondió, que un día del año 1942, los tentáculos de la Gestapo hitleriana llegaron hasta Agaete, donde lo detuvieron y repatriaron nuevamente a Viena. Cuando creía que había llegado el final de sus días, el dominio de la lengua española hizo que lo reclutaran para hacer de traductor e intérprete, viviendo así en la ciudad de Dresde el bombardeo infernal y con él, el final de la Segunda Guerra Mundial.

Personajes

A sus 95 años se preguntaba cómo alguien de Agaete había dado con su paradero, provocando que despertara su español dormido desde hacía 66 años, puesto que no lo había vuelto a hablar. "Mientras, yo observaba con asombro su capacidad para recordar con detalles aquella etapa de su vida, en la que la mediación de Don Luis Delgado, el guardamuelles, logró que Don José Bermúdez, el maestro de la generación octogenaria, no sólo le dejara su casa en la actual Avenida de los Poetas, sino que entre los dos le buscaran los muebles necesarios para hacer la estancia un poco más cómoda", comentó Godoy.

Las palabras del propio pintor lo corroboran: "Pasé tres años bajo el sol tropical en una de las islas Canarias en una casa solitaria junto al mar. Las olas del océano golpeaban la orilla, casi llegaban hasta la puerta de mi casa de modo que las tablas de la puerta eran salpicadas por el agua salobre. Por delante tenía el mar límpido, por encima de mi cabeza las palmeras y detrás de la casa, plantaciones de platanales de color verde esmeralda."

Entonces Las Nieves no era ni la sombra de lo que es actualmente. De todo el sector pesquero artesanal, sólo 30 familias vivían y convivían junto con los aparejos y artes de pesca, en unas casillas en primera línea de playa sin la protección del muro de contención, mientras que el resto de las familias vivía en el barrio de San Sebastián, de ahí el nombre de Pescadores en una de sus calles y otras dispersas por la Villa de Arriba.

Tras una obertura musical a cargo de A&M Duet, el pregonero fue presentado por Antonio Cacereño, director de LA PROVINCIA, quien felicitó a los organizadores de las Fiestas de Las Nieves por haber tomado la decisión de encargárselo a José Antonio Godoy, Peri para casi todos los que le conocen. "Este hijo de Agaete reúne diversas cualidades que desde mi punto de vista definen una parte del espíritu de este pueblo y del espíritu de esta fiesta; como cuenta Pepe Dámaso, Peri lleva dentro la magia de Agaete, es portador de ese polvillo de creación que caracteriza a este rincón de Gran Canaria", apuntó.

Cacereño resaltó que "su perfil comprometido con la cosa pública va de la educación a la política, y, permanentemente, con la cultura". Entre 1999 y 2011, siempre con el PSOE, fue concejal de Agaete, jefe de Gabinete del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, consejero del Cabildo, asesor y gerente del Patronato de Turismo.

"Por otro, es un ciudadano vinculado a todo tipo de manifestaciones artísticas como la pintura -en Austria destacaron su parecido con El Greco-, el teatro, supongo que la escultura y la arquitectura, la moda, las vanguardias, las tendencias, el patrimonio histórico, la ópera, la música, la danza -nunca llega uno a poder imaginar el terrible dolor por la pérdida temprana del hermano, el exquisito bailarín Lorenzo Godoy-", apuntó.