La Villa de Agaete vive estos días unas fechas con trascendental arraigo histórico, teniendo como protagonistas a Nuestra Señora de Las Nieves y su Enramada. Es por este motivo por el cual se hace necesario plasmar en unas líneas lo que ello implica para el municipio, desde un punto de vista histórico, cultural y social, que ha ido evolucionando con el paso de los siglos, pero manteniendo la esencia que representa la advocación mariana.

Quizás, uno de los primeros en plasmar la historia primigenia de "Las Nieves" en Agaete fuera el Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas Sebastián Jiménez Sánchez, quien en 1944 realiza una serie de publicaciones que fueron recogidas por la Comisión Gestora Municipal que presidía el Alcalde Accidental Manuel Jiménez. Sobre la advocación de la Virgen de Las Nieves en el municipio, hay que señalar que se inicia simultáneamente al surgimiento y desarrollo del primer núcleo urbano de aquel Agaete de finales del siglo XV, de la mano del Adelantado y Alcaide de la Torre de Agaete Alonso Fernández de Lugo, promotor de la construcción de un primer espacio de oración dedicada a Las Nieves.

Dicha imagen, que según las fuentes se le atribuye a la devoción particular de Fernández de Lugo, fue llevada en 1492 a la isla de La Palma con motivo de la empresa de conquista emprendida por el Adelantado. Es en este contexto cuando de Lugo vende a Antón Cerezo "El Viejo", genovés, el Heredamiento del Valle, con ingenio azucarero incluido. Del azúcar se van a obtener los beneficios suficientes para la adquisición de las tablas flamencas que conocemos hoy, con la imagen de la Virgen en el Centro y a ambos lados San Antón, San Cristóbal y San Francisco así como la imagen de los donantes y la predela representando la última cena con Jesús, hoy perdida.

Jiménez Sánchez entabla una discusión al atribuir la tabla central a la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, recogido en el testamento de Antón Cerezo el 11 de octubre de 1535. Sin entrar en esta cuestión, que es motivo de un estudio específico, no cabe duda que la impronta de la devoción de Las Nieves quedó impregnada en aquellos hombres y mujeres, prehispánicos readaptados a la nueva situación colonial, pobladores, esclavos de los ingenios y huestes de conquista.

A lo largo de los siglos venideros, la devoción y fervor hacia la Virgen de Las Nieves como protectora de todo el municipio, en especial de los pescadores, continuó de generación en generación, como parte de un legado religioso, histórico y cultural. Con la creación de un patronazgo por Antón Cerezo se aseguró la preservación de esta advocación, siendo responsables los diferentes mayordomos los encargados del sostenimiento de los diferentes templos y sus construcciones, la celebración de las fiestas y la administración de las rentas asociadas a la misma. Destaca en el siglo XIX el tesón y esfuerzo del que fuera alcalde, mayordomo y otros cargos, Don Antonio de Armas Jiménez, quien junto a sus sobrinos como Don Juan de Armas Merino, fueron los precursores de que las fiestas de Nuestra Señora de Las Nieves hayan llegado hoy con los elementos que conocemos.

En la prensa histórica, tal y como recogí en el Programa de las Fiestas de Las Nieves 2015, existen numerosas referencias desde la última mitad del XIX. Así, en el año 1867 El País recogió por primera vez la relación de actos festivos en torno a la Virgen, acotado a los días 4, 5 y 6 de agosto, destacando la entrada de la rama en la Ermita de las Nieves, destinada a la enramada de la misma, como era de costumbre en distintos pueblos. El día 5, tras la procesión que conducía a la imagen flamenca a la Iglesia Matriz, no faltaban actos como las carreras de caballos, juego de cucañas o muestra pirotécnica, así como las bandas de música. El día 6 retornaría la imagen a su ermita.

En los años 90 de la misma centuria, se documenta la presencia de los carros alegóricos representando diferentes temáticas. Se recogen también en medios como el Diario de Las Palmas en 1895 la presencia de gigantones y la realización la noche del día 4 de una retreta. En 1897, las fiestas comenzarían un día antes, el 3 de agosto, con un repique de campanas y una retreta. Como aporte histórico y sustento de las tesis que defendemos el origen religioso de la enramada, baste con leer el ejemplar del Diario de Las Palmas del citado año en el que se recoge que verificase histórica la Bajada de la rama, con cual se adorna la ermita de la Imagen, continuando las siguientes líneas en este sentido afirmando que la carrera de la procesión se halla adornada con arcos y ramaje.

Sobre la bajada de la Virgen a su ermita, consta en 1905 la fecha del 15 de agosto, con la introducción del novenario, fijándose en años sucesivos el día 17, manteniéndose hasta la actualidad.

Después de un somero repaso de algunas peculiaridades históricas, es importante destacar la evolución de estas fiestas y la canalización de sentimientos encontrados que se nos han transmitidos de abuelos, padres e hijos. El agaetense o culeto que escucha el sonar del volador de la Diana del día cuatro por la madrugada en las puertas de las Casas Consistoriales, así como todos aquellos visitantes que se han enamorado de nuestras fiestas, sienten en su estómago unas mariposas que le embargan y solo pueden calmarse al son de las bandas de música, las históricas de Agaete y Guayedra, sin olvidar la de Las Nieves, creada en los últimos años y que poco a poco va ocupando su propio espacio. Son las mariposas del sentimiento, de los afanes compartidos, de la unión que nos da el pasado compartido y el futuro prometedor; todo se mezcla con la fe, el canto, los olores y surge la fascinación de sentir "lo nuestro". Todo junto es Agaete y Agaete no se entendería sin todo lo que ocurre ese día y en ese momento.

Ver el reloj y pensar que van a ser las diez de la mañana afloran aún más emociones, recuerdos... y al llegar al Callejón de La Rama, unos realizan sus ramos con las ramas traídas por los trabajadores municipales, otros conservan la tradición de ir a Tamadaba para ofrendar a la Virgen. Al llegar, imposible no mencionar el caldo de Doña Silvana, que aunque ya no está entre nosotros, sus hijos y nietos continúan con la tradición.

Con la acogida de los romeros, nos ponemos en disposición de danzar durante horas, con los brazos alzados al cielo, recordando a los ausentes, encomendándose a la Virgen de Las Nieves, para llegar a su Puerto, recorrer sus calles y ofrendar a la Madre. Por el camino, algún manotazo de los papahuevos, que representan en su mayoría a personajes populares de nuestro municipio. Recuerdo, desde pequeño, a Faneque, a Cristo que recientemente nos ha dejado, y como no, mencionar al joven Juan Pablo, a quienes recordamos con cariño y afecto.

Hora de tomar un descanso para sumarse a la Retreta, con bengalas y farolillos, para recibir el día 5 a mediodía a la imagen al encuentro de San José, acompañados de los reyunos. Ya se encuentra entre nosotros la Madre de Agaete, para acompañarla en su novena y ofrenda y depositarla en su santuario hasta la siguiente edición.

Para no cansar al lector, comparto estas líneas que en 1908 fueron publicadas en el Diario de Las Palmas: "Por las hondas cañadas suenan los caracoles, resuenan los vítores y ajijidos de los campesinos que bajan tumultuosamente del Pinar, del Risco, del Valle, de Guayedra, trayendo a sus hombros gajos de laurel, y palmas, y pinos perfumados y frescos, que se van amontonando junto al trono de la Virgen de las Nieves, su protectora, su Patrona, su Madre idolatrada...".

Por último, un recuerdo a mi padre, fallecido en enero de este año, quien me transmitió el amor por La Rama, por nuestra Virgen de Las Nieves, y que cada año desde que tengo uso de razón me llevaba a hombros y juntos siendo uno danzábamos al son de La Rama y la Retreta y junto a él "empujar" el trono de San José.

Felices Fiestas de Nuestra Señora de Las Nieves 2017.

*Graduado en Historia por la ULPGC y concejal de Agaete