El parque Néstor Álamo de Ingenio acogió anoche todo un homenaje a una de las tradiciones más arraigadas de la villa, con una nueva entrega de la Pasarela Moda Calada, cuyo protagonismo, a pesar de la brillantez de modelos y sus ocho diseñadores, se centra en un colectivo de medio centenar de mujeres que mantiene vivo el acervo heredado de madres y abuelas, y de cuyas manos salieron las decenas de prendas exhibidas ayer.

Sobre la tarima, que ofrecía un mixturado entre los rústico y la potencia de luz y sonido del XXI, se sucedían los conjuntos de ceremonia, de cóctel, de moda infantil o trajes de novia rozando, cuando no superando, la alta costura con trabajos firmados por Virginia López, Aday Batista, Javilar Fashion, Suharz, Lleó, Oswaldo Machín, Pasión y Diseño y Milena.

Candela Martín, la presidenta de la Asociación de Caladoras de la Villa de Ingenio cogía aire tras tres meses de trabajo, incluidos sábados y domingos hasta la una de la mañana con otras veinte compañeras, observando cómo la filigrana salida de sus talleres se convertía en todo un espectáculo que conecta a generaciones de isleños con una vanguardia que busca un futuro que, de momento, se torna una quimera.

Todo el salario de esas horas de cirugía con el hilo se remite al "amor por un saber en el que fuimos criadas desde chicas", y sin remuneración alguna, tan sólo con el deseo de que algún día se pueda formar una empresa con gente joven capaz de rendir ingresos para perpetuar el conocimiento.

En ello también están los propios diseñadores, muchos de ellos sangre nueva para técnicas antiguas, como Virginia López, que se estrenaba en Moda Cálida el pasado año; o Stephane Suárez, de Suharz, que comenzó este año en la Swimwear Fashion Week.

También el caso de Alejandro Lleó, de 21 años, formado en la Escuela de Arte Superior de Diseño de Gran Canaria, y que contaba ayer que hilvanó esta propuesta del calado desde 2015.

Lleó entregó ceremonia y pret a porter, con un material que, según sentencia, "tiene su complicación pero con un resultado que merece la pena porque llevamos la tradición a la actualidad".

El lanzaroteño Oswaldo Machín, por su parte, presentaba siete looks de novia y tres de novios, en una colección que lleva el nombre de Spirit, continuación de otra presentada en mayo en la Feria Internacional de Moda de Tenerife y con unas pinceladas bohemias, "donde lo retro y lo vintage tiene presencia, y qué mejor que usar el calado para ello".

Machín tiraba a diana al asegurar que el calado tiene horizonte. "La clienta está dispuesta a pagar algo más por llevar artesanía a su boda porque no hay que olvidar que el calado no deja de ser alta costura". Machín asegura que trabajar con las caladoras de la villa "es una gloria en pleno siglo XXI, un dibujo convertido en realidad en una época en la que la industrialización d e la moda hace muy difícil conseguir tejidos artesanales de calidad". Y tan, o más, enamorada de Candela y sus compañeras está la tinerfeña Felipa Rodríguez, de Javilar Fashion y que lleva "30 años llevando el calado como bandera fuera de Canarias".

Con su firma, que pertenece al colectivo Tenerife Moda, está comercializando el trabajo de las caladoras de Ingenio en los circuitos nacionales e internacionales, y promoviéndoles en citas importantes como la Feria Internacional de Moda Infantil Día Mágico.

Rodríguez afirma que tiene recorrido y apunta que la única forma que encuentra de insertar los calados en sus tejidos es gracias al hecho de encontrarse con una asociación de artesanas a las que poder encargar trabajos de volumen para surtir a tiendas, un hecho que no se encuentra en su isla.

La colección Javilar Woman, con el título Mágico Vergel es todo un homenaje 'calado' a las islas canarias, con el azul del mar, el verde de la laurisilva y los palmerales, los multicoloristas corales y las rocas marinas, o el rojo de la sangre de los dragos y la lava volcánica.

Y es que, como apunta Adai Batista, un joven moganero de Arguinegín de 26 años que ya se ha presentado en tres ediciones, "la vieja técnica es una manera de unir lo artesanal con lo moderno y que tiene mucha aceptación". Batista también daba en el clavo con una colección mixta de hombre y mujer "inspirada en los cambios de aire", también con propuestas de ceremonia y de cóctel.

Con todo, Candela tiene un pesar. Este año ya son tres caladoras menos. "Somos todas mayores", se lamenta, y la artesanía no motiva a una juventud que, admite, no puede estar trabajando sin recibir dinero. "Los jóvenes no se sientan por nada un sábado hasta las tantas de la mañana, y nos duele ver cómo no hay relevo".

Quizá noches como la de ayer, en la que además de las estrellas de un cielo totalmente despejado también brillaban sus piezas únicas, sí sirvan para agarrar al límite un arte antiguo para transformarlo en orfebrería de vanguardia.