Quizás una de las formas más eficaces para mantener a raya el calor en Gran Canaria sea la de sumergirse en las aguas del océano Atlántico. Esta opción fue la que eligieron muchas personas ayer para evadirse de las temperaturas extremas que, un día más, azotaron la Isla acompañadas de espesas nubes de polvo sahariano. Familias enteras, parejas de enamorados, turistas enchumbados en sudor y amantes del mar se encontraron ayer en las playas del Sur, dejando imágenes de abarrotamiento por donde se mirara.

La zona del Faro de Maspalomas se llenó ayer de grancanarios y foráneos que buscaban las atemperadas máximas de primera línea, que se encontraban muy alejadas de los 40 grados que volvieron a marcar los termómetros en algunos puntos de las medianías. La misma estampa ofrecían la playa de San Agustín o la de Meloneras, que lucían abarrotadas, impulsadas por el bochorno. Mientras tanto, las calles de los pueblos como San Mateo, Santa Lucía o San Bartolomé se encontraban desiertas al más puro estilo western.

Hoy, las temperaturas darán una tregua, si bien se mantendrán altas en la vertiente sur de la Isla y en medianías, pero ayer el astro rey picó, pillando desprevenidos a muchos turistas. Algunos de ellos mostraban en sus pieles los efectos de los excesos de radiación ultravioleta, mientras que otros iban bien pertrechados con sombreros, cremas solares y sombrillas de múltiples tonalidades que daban un toque multicolor al paisaje playero del Sur.

Entre ellos, muchos isleños disfrutaban de la brisa marina. En el Faro de Maspalomas, muchas camisetas de la Unión Deportiva ondeaban al viento mezclándose con las de equipos tan importantes como el Manchester United o el Chelsea. "Este calor es asfixiante, en la playa se lleva mejor", explicó uno de ellos mientras insertaba su sombrilla en un hoyo en la arena que había hecho previamente. Pero no fue el único.

Otros admitieron que se habían estado moviendo en los últimos días por diferentes puntos de la geografía insular para huir del ardor. "Ayer (por el lunes) estuvimos en Las Canteras, que estaba mucho más fresco, pero hoy hemos pasado un poco de calor", comentaron. Estos eran unos argentinos afincados en el Archipiélago que acompañaban a unos gallegos que no estaban tan acostumbrados a estas elevadas temperaturas. Para ellos, el mate fue indispensable, junto con el agua, la fruta, la empanada de atún "y la playa, claro". "La calima se lleva un poquito mal, pero se agradece el vientecito que corre, y el agua está divina", añadieron.

Por su parte, una familia madrileña que pasa sus vacaciones de verano en Gran Canaria también se mostró sorprendida por el fuego de estos días. Ayer disfrutaron de un día entre el agua del mar y el de la piscina del hotel en el que se hospedaban ya que el lunes se aventuraron a coger el automóvil e ir "a la montaña", donde tuvieron que soportar mercurios de hasta 39,9 grados en Las Tirajanas, hasta el punto de que era "preferible quedarse dentro del coche". "Al lado de la playa se lleva mejor", sentenciaron. Y menos mal que aquí sí la encontraron ya que, como reza la famosa canción de 1989 de The Refrescos, "en Madrid no hay playa" al llegar el mes de agosto.

La abuela llegó al punto de comparar esta canícula con el de su Madrid natal. "El calor de aquí es igual o peor que el de Madrid, se mete por todos lados y te aplasta", señaló mientras los demás mostraban su consentimiento. Si a eso se le añadía un fenómeno poco común en la capital del Reino, la calima, el panorama para estos madrileños se volvía "insoportable". "No nos estamos mucho en la playa porque no la soportamos, luego de comer nos meteremos en la piscina y no saldremos en toda la tarde", argulleron.

Las medianías siguen calientes

Por su parte, en las zonas altas de la Isla, el calor seguía pegando con fuerza ayer, al igual que ya lo hiciera el lunes. La única forma de salvarse del mismo fue enchufar el ventilador y atiborrarse a "agua fresca y polos de hielo", según Javier Reyes, trabajador de Tunte, que también se quejó de las calles de piedra del núcleo poblacional ya que "calientan el ambiente más pronto".

Las calles de esos pueblos mostraban un aspecto desolador, con escasos valientes que salieran de sus casas para plantarle cara al dios Ra. Ventanas cerradas, persianas bajadas y puertas trancadas en cada una de las viviendas en cumplimiento de los consejos de los expertos para sobrellevar las temperaturas extremas. También se veía una imagen similar en San Mateo, donde los térmometros superaban los 35 grados a las 11 de la mañana, convirtiendo en una ardua tarea el día a día de los agricultores del municipio. "A partir de las 10:00, es ya muy complicado estar en las tierras porque la calufa empieza a notarse", señaló una de esas campesinas que religiosamente acuden a regar sus frutales.