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El regreso a la tranquilidad del hogar

Los residentes del bloque que explotó por la deflagración volvieron a sus viviendas tras un mes realojados en una casa rural facilitada por el Ayuntamiento

Rada muestra el estado del techo del baño, afectado por el agua que los bomberos utilizaron en el piso superior. SANTI BLANCO

Los residentes del bloque afectado por la explosión de la deflagración de gas regresaron a sus viviendas justo un mes después del trágico suceso. "Han sido unas vacaciones forzadas lejos de casa", aseguró Alberto Brito, vecino del segundo piso, justo debajo de la casa afectada. Brito regresó junto a su pareja Pilar Rada después de que los operarios despejaran y adecuaran el edificio de viviendas.

"La verdad que la limpieza duró poco, en una semana lo dejaron todo listo", desveló. La pareja, al igual que Francisco Santana, vecino del tercero, estuvieron alojados inicialmente en el hotel Los Camellos, para después pasar a una casa rural facilitada por el Ayuntamiento. Los tres vecinos realojados agradecieron al Consistorio toda la ayuda prestada. "Se portaron, la verdad", declaró Brito.

La pareja vivió uno de sus peores momentos el día de la tragedia, cuando Elena C.M. prendió fuego a una bombona de butano justo en el piso de encima. "Siempre estaba dando martillazos, dando el coñazo, pero aquel día nos sorprendió", explicó Rada. Ambos aseguran que desde su regreso el pasado jueves la convivencia en el edificio ha sido mucho más amena. "Hasta ahora hay más confianza entre los vecinos", destacó Brito.

Los residentes respiran tranquilos. "Incluso a veces parece que estoy solo en el edificio", explica Rada, "antes la mujer hacía todo tipo de ruidos y fechorías, pero ahora hay silencio", añadió. La pareja recordó viejos incidentes con la inquilina, en la que les llegó a arrancar el timbre, rallar la puerta o tirar aceite caliente en la entrada.

Brito y Rada temieron que la última maldad de su vecina les hiciera perder su casa. "Llegamos a pensar que perdíamos nuestro hogar para siempre", explicó Rada. De hecho, el caso del edificio de Agüimes es una excepción. Normalmente, tras una explosión por deflagración de gas el edificio afectado ha tenido que ser derrumbado, y en muchos casos, los colindantes también. "Todos nos dicen que hemos tenido mucha suerte", comentó Brito, que aún espera a que se termine la obra de la nueva azotea. "Cuando terminen de pintar e impermeabilizar el piso de arriba vendrán los del seguro a arreglar nuestro techos", explicó.

Santana, por su parte, también aseguró sentirse "renacido" tras el suceso. "Vivir en frente de ella era muy complicado", afirmó. "El día del suceso tuve mucha suerte, porque la explosión me cogió en casa, llego a estar en la escalera y no lo cuento", argumentó. La calle Alonso Quesada respira tranquilidad tras un mes en el que sus vecinos jamás olvidarán la última maldad de su inquilina más problemática. "A toro pasado, todo está mucho mejor que antes", sentenció Brito.

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