Las calles de Agaete se llenan de vida y buen rollo con el BioAgaete. Ayer, los más pequeños fueron los protagonistas de una mañana repleta de talleres que culminó con una suelta de tortugas que congregó a numerosos curiosos. Una suelta que busca concienciar a la sociedad de lo perjudicial que es tirar basura al mar.

Dos tortugas boba que llevaban meses hospitalizadas en el centro de recuperación de fauna silvestre que se encuentra en Taliarte. Cuando fueron encontradas estaban heridas a consecuencia de la basura que se encuentra en los océanos por culpa de la basura que los humanos vierten al mar. A una le faltaba una aleta, mientras que a la otra fue encontrada con una malla a su alrededor. Dos situaciones que son habituales en una de las especies marinas más abundantes. Las tortugas boba alcanzan hasta los 180 kilos y un largo de 1,2 metros. Son características de México, donde nacen y su punto de partida antes de dar la vuelta al mundo. Porque como indicaba Carmen, una de las muchas niñas que buscaban ver de cerca a las tortugas, "pueden vivir hasta cien años. Lo sé porque mi amiga Francisca tiene tortugas y a mi me gusta ir a su casa para verlas".

Unos conocimientos y una concienciación sobre los vertidos al mar que pudieron adquirir con la pequeña charla que impartió Pascual Calabuig. Posteriormente, con la llegada de los dos ejemplares de tortuga boba llegó la emoción y el caos. Pequeños y mayores buscaban el mejor sitio para ver y captar la instantánea perfecta de la suelta.

Dos niños fueron los afortunados que las pudieron llevar hasta la orilla del mar después de que el consejero del Cabildo, José Miguel Rodríguez, los escogiera. Sus caras de asombro y felicidad era el reflejo de una experiencia que difícilmente podrán olvidar. Aunque la mañana y la diversión para ellos había comenzado mucho antes.

Los pequeños y las familias que se encontraban en la explanada del muelle viejo en donde muchos disfrutaron de su primera clase de yoga. Una clase en la que las monitoras encabezadas por Raquel enseñaron a los niños a realizar el saludo al sol, o bien, a hacer la gaviota, la morena, el delfín o un pez lobo. Unos pequeños yoguis que recorrieron los fondos marinos de las Islas aprendieron a respirar profundo y alinear su cuerpo. Una actividad que más de uno dejó a medias y se marchó al agua para refrescarse. Una buena manera de combatir el calor que hacía en el municipio en el día de ayer.

A la conclusión del taller tanto los niños como sus padres aprovecharon para tomarse un pequeño tentempié y recargar fuerzas para el siguiente taller que tenían. El taller de garrote y tolete canario que impartió Jorge Domínguez de la Escuela Axantemir. Ellos no fallan en su cita con el BioAgaete e intentan dar a conocer una práctica tradicional canaria que con el paso de los años ha ido desapareciendo.

"El garrote es una de las prácticas que más conocen porque se imparten talleres en los colegios, pero en cambio el tolete es menos conocido", apunta el maestro Jorge Domínguez. El tolete es un palo de dimensiones reducidas y grueso que se coge por el centro. Su origen se encuentra en el magado aborigen y cuya investigación fue una ardua tarea que le llevó hasta Cuba.

Una Isla que está impregnada del acento y la cultura canaria en la que "los isleños con un cacho de palo le quitan un machete a cualquiera", y ese cacho de palo responde al tolete. Son pocos los que conocen a fondo esta disciplina ya que las clases se dan a grupos reducidos con el objetivo de conocer a fondo la técnica pero, Jorge Domínguez, busca que sepan transmitirlas a generaciones futuras.

Una técnica que cautivó a todos los niños presentes en la explanada del muelle viejo. Primero escucharon atentamente las explicaciones del maestro, mientras veían las exhibiciones que dieron los alumnos más aventajados de la Escuela. Tras escuchar tocó pasar a la acción. Los más pequeños no dudaron en hacerse con los palos de goma que llevaron y hacer sus primeros pinitos. Cruces y pasos básicos que en pareja y guiados por los monitores no dudaron en practicar.

La tarde continúo con un taller de manualidades y una divertida clase de zumba a cargo de Guaci. Pero la parte más emocionante llegó con el 'Cancionero Isleño'. Con un divertido escenario los pequeños cantaron canciones antiguas y disfrutaron con el espectáculo teatral.

Mientras, en la parte más cultural del BioAgaete realizaron una visita mañanera al Maipés, el Huerto de las Flores y el Museo de la rama, en donde pudieron conocer los secretos de los antepasados y sus costumbres.

El día llegó a su fin con la Bio Trail, una de las citas marcadas en rojo en el calendario de los corredores. Una ruta bajo las estrellas y que recorrió los lugares más emblemáticos de Agaete. Desde el Parque Natural de Tamadaba, el Valle, la Playa del Juncal, Las Salinas y el Puerto de las Nieves, que fue el punto de llegada. Un recorrido bello y duro, pero muy solidario, como todo el festival.