A su lado se arma cierto revuelo, pero Canario ni se inmuta. De reojo, mira el encontronazo que tienen los vecinos de la derecha que intentan mostrar su poderío a limitados golpes de astas. Pero la cosa no va con él, así que mientras los ganaderos se afanan en separar a los 'peleones', agacha la cabeza para que un niño de apenas unos cuatro años le toque la cabeza. La imagen es puro contraste y ternura ya que a pesar de ser un toro del país de más de mil kilos, permanece estático bajo la diminuta mano que le refriega la frente y parte del hocico. "Es un animal muy bueno", asegura poco después su dueño, José Miguel Rivero Santana. Se nota que entre los dos hay complicidad. Y es que gracias a los cuidados de su propietario, este año, Canario ha podido volver a participar en la Feria de Ganado que se organiza en Teror con motivo de las fiestas patronales en honor a Nuestra Señora la Virgen del Pino.

Desde primera hora, la Finca de Osorio donde tradicionalmente tiene lugar la muestra, es un ir y venir de gente. Aunque todavía sigue siendo verano y las temperaturas de los últimos días han dado poca tregua, dentro del enclave corre una brisa que hace agradable pasear entre las 416 cabezas de ganado caprino, ovino, equino (mular y asnal) y, por supuesto vacuno (del país y extranjero) que han participado en esta edición. Auténticas bellezas en su gran mayoría entre las que, por su enorme tamaño, Canario llama la atención nada más llegar a la zona de exhibición.

Operación

A sus cuatro años casi que recién cumplidos, está entre los toros del país más grandes que compiten por el primer premio del concurso. No es de los más jóvenes, pero desde luego sí es de los más tranquilos y en gran parte, por ello, Rivero Santana sigue llevándolo a todas las ferias, sobre todo, desde que el animal consiguió superar una operación a la que tuvo que someterse en agosto de 2016 cuando se le desprendió el cuajar. "Estuvo entre la vida y la muerte y el veterinario me dijo que lo mejor era sacrificarlo, pero yo me negué, le dije que le operase y que yo me encargaba después de la recuperación", relata mientras golpea el lomo del animal de forma amistosa.

Las atenciones que vinieron después de la intervención fueron los que afianzaron aún más el vínculo entre ambos hasta tal punto que José Miguel Rivero prometió que si salía adelante, no se desharía del astado que además es nacido y criado en su finca de Arucas. Prueba del buen resultado de la intervención es que este año, toro y dueño no se han perdido una feria de ganado en la que siempre han estado entre los tres primeros ganadores de la categoría. Y no solo Canario, su compañero de cuadra de 26 meses, Brillante, también suele estar entre los mejores.

"Él es también un animal especial", confiesa su dueño, esta vez al lado del novillo que también permanece tranquilo en el amarre. No obstante, su peculiaridad no tiene que ver con su carácter sino con su físico. "Los toros suelen tener al lado de los testículos cuatro tetillas, pero él tiene seis", explica su propietario mientras muestra los pezones de más de Brillante. "Aquí la tradición dice que si pasa esto, el toro va a dar buenas vacas", asegura el ganadero quien reconoce que esta pequeña anomalía puede traducirse en una puntuación inferior por parte del jurado. "En este caso es la única falta que le podrían poner", apostilla quien explica que el secreto para estar entre los primeros, además de estar en la propia genética de las reses, también está en el cuidado. "Antes de venir aquí les hemos dado un buen baño", cuenta sin que haga falta que lo jure porque el brillo del pelaje de su ganado habla ya por sí solo.

Ya lo dice también Andrés Rodríguez González: "No hay otro secreto para tener buenas cabezas de ganado que estar disponible para ellas a cualquier hora del día". La suya es la voz de la experiencia propia de quien lleva desde los diez años entre todo tipo de ganado autóctono. "Y ahora tengo ya 71", apunta divertido. Hace algún tiempo que debería haberse retirado, pero "nadie coge el testigo" de una profesión que requiere mucho sacrificio. "Los animales son seres vivos, igual que nosotros, que necesitan cuidados y eso, junto a la alimentación y la limpieza es primordial para ser un buen ganadero", sentencia.

No muy lejos de donde los profesionales se resguardan del poco sol que se cuela entre las "benditas nubes", el pequeño Iker Domínguez Ramírez observa la variedad de toros del país que hay en Osorio hasta que, finalmente, se decide por uno más o menos igual de grande que Canario para hacerse una foto. Lejos de tener miedo de semejante envergadura de animal, a sus cuatro años, el niño que es "de Tamaraceite", posa divertido mientras su madre Fayna Ramírez les retrata con el móvil.

La experiencia en la feria, en general, le está "gustando mucho" como él mismo confiesa antes de caer en la cuenta de que no sabe cómo se llama su nuevo amigo. "No sé su nombre, pero yo le voy a llamar Antonio". Se dijo. A partir de ese momento el toro está oficialmente rebautizado. "¿Y el de al lado?", pregunta Domínguez algo preocupado. "Pues Curro, por ejemplo".

Los niños son los que más disfrutan en este tipo de eventos que si encima se hacen en un paraje como la Finca de Osorio, se convierten en el lugar idóneo para que los más pequeños entren en contacto con flora y fauna y, además, conozcan las tradiciones. Si no que se lo pregunten a Verónica Gil Nieves y a su primo Óscar González Santana que ayer no se lo pensaron dos veces en subirse a la trilla del trigo con vacas "para separar el grano de la paja". Una experiencia a la que la niña decidió sumarse "porque es una gran aficionada a los animales", especialmente a los caballos. "Ha sido como vivir en el campo", asegura antes de continuar inspeccionando las posibilidades de la muestra ganadera en la que también se realizan paseos en burro, exhibiciones de arado romano y arrastre, así como trilla con caballos y ordeño. Todo ello promovido desde el Club de Arrastre de Gran Canaria que tiene por objetivo "mantener vivas las tradiciones ganaderas", según cuenta su secretario, Víctor Vega.

Y antes de unirse al resto de su familia, González Santana, de ocho años, se rezaga un poco para contar lo mucho que le ha gustado la actividad que acaba de practicar y que ya conocía porque su abuelo Antonio Santana Cabrera ya se lo había explicado. "Él tenía tierras", cuenta quien además sabe muy bien cómo tratar a las vacas porque sus otros abuelos, los paternos, "son de Asturias y tienen una finca llena". Así que el chiquillo se sintió como pez en el agua "grandando el trigo", con el único miedo de que le "measen" los animales, apunta confiesa risas mientras se suma a la expedición familiar que se dirige a la zona de los equinos.

Caballos y burros comparten parcela con cabras y ovejas. Y allí están Mermejo y Arrallao, los carneros sementales de José Velázquez Alonso y Charco de Manolo Ruiz. Tres especímenes que al igual que Rucio, el macho cabrío de cuatro años de Velázquez, siempre suelen llevarse algún premio en su categoría en todas las ferias a las que van. "Menos en la de Gáldar, que nos dijeron que estaban gordos", comenta divertido Ruiz quien asegura que como solución habían decidido "poner a hacer footing" a los animales. Los ganaderos no pierden el sentido del humor ni aunque el jurado no les premie. Y es que como dice el veterinario encargado de valorar a las más de 400 cabezas de ganado que hay en la Feria de Ganado El Pino, Simón Rodríguez Mellado, "esto es un concurso de belleza" y como tal, son muchos los factores que influyen en la decisión final que, en cualquier caso, estuvo "bastante difícil".