Pino Rodríguez llegó con un día de antelación a Teror para instalarse bajo el árbol que le ha dado sombra en las últimas romerías y antes de la salida de la virgen a la puerta de basílica ya reconocía que se había precipitado al pasar toda la noche a la intemperie para garantizarse la primera fila. Ayer hubo pocas apreturas en la ofrenda del Pino, en la que unas 15.000 personas, entre participantes y público, cumplieron la tradición de depositar los mejores productos de la tierra ante la patrona de Gran Canaria.

El árbol de Pino Rodríguez es uno de los más solicitados en la plaza de Teror porque desde allí se disfrutan de cerca los cantes y bailes frente a la imagen de la virgen. Esta vecina de la localidad de Casa Pastores, en el municipio de Santa Lucía, acude a la romería desde hace más de dos décadas y las 15 últimas las ha visto desde el mismo sitio, sentada en una pequeña hamaca. "Yo creo en la virgen, en sus milagros, y me gusta verla desde muy cerca, pero quizá fue brutalidad venir tan temprano porque este año hay menos gente", declaró la mujer.

Pese al buen clima, los caminos a Teror estuvieron menos transitados que en años anteriores, cuando a primera hora de la tarde ya se reunían hasta 25.000 almas en el recorrido desde el Castañero Gordo hasta el pórtico de la basílica para ofrendar las mejores frutas y verduras que se cosechan en la Isla, además de pescados, quesos o mieles.

En total se recogieron 15.000 kilos de alimentos, que se repartirán en los centros de Cáritas y de otras organizaciones no gubernamentales dedicadas a dar de comer a los más necesitados de la sociedad. La parte solidaria de la fiesta del Pino es la que más ha crecido en los últimos años y complementa a la religiosa y a la lúdica, según coincidieron el obispo de la Diócesis Canariense, Francisco Cases, y el presidente del Cabildo, Antonio Morales, que restaron importancia al descenso de participación.

"En esta romería hay un montón de hijos que se reúnen con la madre, pienso que hay mucha acción de gracias por las cosas recibidas, gente que se les nota en los ojos que viene a recordar a sus seres queridos o a pedir perdón por las veces que no ha actuado bien, pero luego tiene también esa parte colorista y de diversión", apuntó el obispo, quien consideró que la alarma por los atentados terroristas puede ser uno de los motivos que frenan a la población a acudir a los actos multitudinarios.

"Es una desgracia que tengamos que vivir así, pero también es una suerte tener unos agentes de seguridad y unos recursos que nos están ayudando a vivir sin esas alarmas", resaltó Cases en referencia a la mayor presencia policial, tanto dentro de la romería como en los caminos y calles del pueblo.

Peregrinación

Morales consideró que la peregrinación a Teror se retrasa cada vez más a la noche, más desde que se decidió cerrar el tráfico en la carretera desde Tamaraceite, desde las 19.00 hasta las 02.00 horas, para facilitar el acceso a los caminantes. "Esta es la romería más importante de la Isla y tiene un gran valor religioso por la devoción de tantos peregrinos que vienen a cumplir sus promesas", comentó.

"Pero además", añadió el presidente del Cabildo, "también hay personas que no tienen esa devoción o que incluso ni siquiera son creyentes, pero ven este acto desde el punto de vista de la identidad y los valores de la canariedad; y finalmente está el componente de la ofrenda que se destina a los más desfavorecidos; eso aglutina a distinta gente en el mismo sentimiento de compartir y de disfrutar, que va más allá del acto religioso".

La romería de Teror es también un escaparate político por el gran seguimiento mediático y hay más de un codazo para quedar bien colocado en la foto. Desde que se decidió hace unos años que los representantes de las instituciones públicas y los trabajadores de los medios de comunicación también están obligados a acudir vestidos con un traje típico canario -solo tienen bula el clero, por supuesto, y los agentes de seguridad- hay políticos que se gastan dinerales para lucir un nuevo modelito en cada ofrenda.

Y no solo los regocijados nacionalistas. Otros escapan como pueden con una camisa blanca, un pantalón negro y algún complemento más (sombrero, chaleco, fajín o botas pisamierdas) para no parecer un camarero. Aguantar las cuatro o cinco horas de romería con esa vestimenta -la palabra disfraz está mal vista- no está exenta de sacrificios, sobre todo los que se atreven con gorros, chalecos y polainas de lana bajo el calor. Ayer salió el sol en las horas centrales, pero las temperaturas se mantuvieron por debajo de los 23 grados.

Carretas

Y si la competencia por llevar el vestido típico más original es cada vez mayor, lo mismo ocurre con los pulsos entre los 21 ayuntamientos por llevar la carreta más grande y más cargada. Los organizadores de la ofrenda ya empiezan a ver un problema en esas disputas y el año pasado ya hubo un accidente con heridos cuando los bueyes que arrastraban una plataforma salieron en estampida.

Hace una década, el Cabildo regaló una carreta igual a cada ayuntamiento para darle homogeneidad al desfile ante la patrona, pero solo unos pocos municipios y el propio Cabildo la siguen utilizando. Los demás han optado por plataformas más grandes para cargar más productos o bien para que sus diseñadores se explayen, de forma que algunas se asemejan ya a una falla valenciana, como la enorme tunera que llevó Santa Lucía, el milinillo de Arucas o las lavanderas de San Mateo. De hecho, algunas de esas carretas han sido seleccionadas por concursos en otras ofrendas municipales, lo que dispara la creatividad y, lo peor, el tamaño de la plataforma que tienen que cargar luego las yuntas de bueyes.

Como siempre, en la ofrenda destacó el mosaico de frutas tropicales de Mogán y sus atunes, las distintas especies de papas de la finca del Cabildo en Osorio, los plátanos y tomates de La Aldea, las calabazas de Valleseco o las verduras y suspiros de Moya. Para recoger los 15.000 kilos de alimentos estaban en la puerta de la iglesia Juan Carrasco, Gabriel Sánchez, Fela García y Vicente, Marta y Virginia Santana. El jefe del dispositivo, Juan Carrasco, se jubila próximamente como empleado de la basílica, aunque seguramente seguirá echando una mano.

El alcalde, el socialista Gonzalo Rosario, también participó ayer en su última romería de este mandato, pues el próximo mes de enero cede el bastón de mando para cumplir el pacto que mantiene con el PP. Rosario agradeció la implicación de todos los municipios al dar lo mejor de sus cosechas y aseguró que a lo largo de la noche y la madrugada habría "ríos de gente hacia Teror" porque se acerca un largo fin de semana.

Pese a lo revuelto que está el ambiente político a causa de las microalgas y los vertidos, ayer fue un día de tregua y tanto el presidente del Cabildo, Antonio Morales, como el vicepresidente del Gobierno autónomo, Pablo Rodríguez, no quisieron echar más leña al fuego en la polémica entre ambas administraciones. Eso sí, cada uno se reafirmó en su posición.

Unos metros detrás de ellos, bajo su árbol favorito, Pino Rodríguez pedía a la virgen "salud para todos y que los políticos sean más responsables".