Era un día marcado en el corazón de los aldeanos. Tanto para los residentes como para los que por estudios o trabajo se marcharon del muicipio norteño. Cada once de septiembre la isla de Gran Canaria se reúne en un charco. Este año, pese a caer en lunes, se esperaba un tenderete nunca visto antes. El nuevo tramo desde El Risco hasta La Aldea, inaugurado el pasado mes de abril, facilitó a los asistentes la llegada. "No es la más multitudinaria pero sí que a la que llegaron antes todos", asegueró Paco Ramos, residente en el municipio aldeano. "Y menos mareados", añadió.

La Fiesta del Charco es uno de sus actos principales de las fiestas en honor de San Nicolás de Tolentino, que pone el broche final a tres jornadas seguidas de jolgorio en el municipio tras la celebración de la Bajada de La Rama y la Romería. "Es una un gran festejo popular en el que recrean la costumbre de los aborígenes canarios de narcotizar los peces de los charcos costeros con la leche de tabaiba amarga o de cardón y cogerlos cuando se encontraban entontecidos", recapituló Antonio Hernández, vecino octogenario de La Aldea que no falla a su cita anual en El Charco. "Sin esta fiesta para los aldeanos no pasa el año", afirmó Hernández.

Lejos de la tradición, el Ayuntamiento se encarga de introducir las lisas en El Charco horas antes de que se celebre. Los asistentes se van congregando en La Playa de La Aldea desde el mediodía para comenzar el tenderete en las inmediaciones de la charca. La familia de Melanie y Alba Rodríguez son originarios de La Aldea, pese a que ambas hermanas residen en Valsequillo. Las muchachas juntaron un batallón de amigas dispuestas a conducir hasta el municipio norteño y zambullirse en el charco en busca de los preciados peces.

"Es la fiesta más bonita de la Isla", afirmó Melanie, que no se pierde una edición desde su adolescencia. Las chicas montaron un campamento base en las inmediaciones para poder ingerir el suficiente alcohol como para sumergirse en el lodazal sin miramientos. "Es una ocasión especial, no solo por todo lo que significa, sino porque es una celebración guarra", explicó Alba, refiriéndose a la falta de maquillaje y de atuendos elegantes que exige la ocasión. "Aquí se viene a lo que se viene", señaló Melanie, que no podía esperar a que el volador de las cinco de la tarde diera la señal de entrada a la acción. "Todo lo de antes es el calentamiento previo", desveló Alba, que llevaba tres año sin poder acudir al Charco por estudios o trabajo.

Bajo la sombra de los árboles también estaba Paco Luis Medina y sus amigos de tenderete antes del evento principal de las fiestas patronales. "Hay que coger fuerzas y comer un par de bocadillo de chorizo de Teror unas horas antes para que luego no te de un corte de digestión", reveló Medina, que entre bocados bebía sorbos de su "ron favorito", el "Arehucas de toda la vida". Medina acudió al evento con sus compañeros con más aguante para las fiestas.

"Hay que saber a quién traer para El Charco, porque ya el camino de curvas echa atrás a muchos", aseguró. Fernando Jiménez y Pepe Cabrera fueron los escuderos de Medina durante las horas previas, ya que una vez el volador diese la señal todos quedarían bajo el lodozal en el que se convierte cada año El Charco. "Se pesca las lisas por la cantidad de gente que entra ahí, si no, no habría manera", desveló Jiménez.

Quince minutos antes, la Banda de Agaete, la habitual en las fiestas norteñas, comenzó a tocar para que los despistados se preparasen para la zambullida. Alexis Suárez, de origen aldeano pero residente en la capital grancanaria, se trasladó junto a su mujer y su hijo pequeño para vivir la fiesta por primera vez en familia. "Llevo treinta años acudiendo", señaló Suárez, ataviado con la vestimenta tradicional. "Yo no me meto ahí en bañador y cholas por nada del mundo", aseguró.

El motivo es la posibilidad de sufrir cortes por vidrios o algún percance debido al jolgorio de la multitud. Ramón González, también vecino del municipio, acude en traje desde hace cuarenta años. "Es el día que toda la Isla habla de La Aldea, capital grancanaria durante unas pocas horas", explicó.

Pistoletazo de salida

González y Suárez emprendieron la marcha tras la banda para enfilar el Charco. "Esto es único en el mundo", declaró González antes de mimetizarse entre el público que vitoreaba a los músicos. En un visto y no visto la línea blanca que rodeaba la charca se convirtió en la parrilla de salida de los miles de asistenes al evento. A las cinco en punto el volador estalló y la multitud se adentró en El Charco como si guardase un tesoro oculto. El agua verdosa se tranformó rápidamente en un lodazal en el que centenares de juerguistas buscaban con sus propias manos o cestas de mimbres uno de los preciados ejemplares de lisa.

En un instante el agua desapareció ante el barullo que montó. Donde antes había una charca ahora se divisaban cabezas, agua marrón y barro de un lado para otro. Tony Díaz, lugareño, sacó la que podría ser la primera lisa. "Esto no es una competición, pero es la primera vez que pesco una con mis manos", aseguró el joven, embarrado hasta las trancas. "Se le quita a uno la borrachera de golpe", añadió Díaz.

Entre tanto, los más tranquilos se iban metiendo en el Charco por cumplir con la tradición, mientras otros cientos de personas se limitaban a rodear el lodazal y grabar con sus móviles el acontecimiento. Susana Brito, que llegó desde el sur grancanario, grabó y compartió en wasap y redes sociales la batalla campal. "No me atrevo a meterme ahí, pero la verdad que parece divertido", valoró la mujer.

Las hermanas aldeanas Arama y Brenda González salieron con las manos vacías del embrollo. "Por que el agua te llega a las rodillas, que sino alguien se ahogaría ahí", señaló Arama. Ambas viven actualmente en Las Palmas de Gran Canaria para cursar sus estudios, pero no se perdieron la oportunidad de regresar a su munucipio natal para la ocasión. "Es una fiesta que reúne a todos los aldeanos y en el que abrimos las puertas a todos los visitantes", señaló Brenda. Las hermanas decidieron introducirse con la vestimenta tradicional. "Cuando viviamos aquí no le veíamos el sentido, pero ahora al residir fuera pues queremos reivindicarnos", declaró Arama.

La fiesta del Charco es el acto más significativo que se celebra en La Aldea. "La verdadera fiesta comienza y termina en el agua", aseveró Brenda. Ambas hermanas quisieron remarcar la singularidad de la celebración. "Es una fiesta con sentido aborigen, y eso gusta mucho a los Canarios", detalló Brenda. "Ramas y romerías hay en todas las islas, pero la fiesta del Charco sólo hay una", sentenció Arama.