- ¿Qué supone para usted que le hayan concedido la Medalla de Oro de los Premios Importantes del Turismo?

Es una gran satisfacción. Siempre lo es que se le reconozca a uno el trabajo realizado. El turismo ha sido mi labor como empresario, pero es una actividad que me encanta y no me he limitado sólo a la empresa ni sólo a una Isla. Tengo a gala decir que soy de las pocas personas que conoce las siete islas desde 1956 y he participado en la promoción turística activa de Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, La Palma y Tenerife. Mi empresa hoy tiene 16 oficinas repartidas por todas las Islas y en Tenerife, por ejemplo, fue la primera agencia en establecerse en varios municipios ya en 1963.

- ¿Cuándo empezó su labor profesional en el turismo?

Mi suegro, Virgilio Suárez Almeida, mi mujer, Concepción Suárez García, Chity, y yo fundamos Viajes Insular en 1962. Un año después se incorporó a la empresa Horst Scherschinsci, que fue director de la empresa hasta su jubilación y nos ayudó a impulsarla. Nuestras primeras actividades estaban relacionadas con el turismo receptivo.

Eso me obligaba a viajar constantemente y siempre tuve por norma considerarme un representante no sólo de mi empresa, sino de Canarias.

- El turismo en nuestras islas está atravesando por unos duros momentos. ¿La actual crisis es más o menos grave que otras anteriores que hemos vivido?

Ésta no es una crisis real. Vivimos un momento de ajuste general en el turismo a nivel mundial, no sólo en Canarias. Hay que pensar que estamos en los primeros años del siglo XXI y este siglo es diferente en todos los aspectos. Los avances tecnológicos están modificando los hábitos turísticos y no sólo me refiero a la informática, sino también a la aviación, que ha sido un factor básico en el desarrollo del turismo. Nuestra clientela está más informada y conoce mejor los productos y sabe lo que quiere.

- ¿Cómo nos afecta adaptarnos a la demanda de un turismo activo?

Adaptarnos a la demanda de un turismo activo nos obliga a contar con unas instalaciones adecuadas, tanto de hoteles como de áreas complementarias. Yo creo que el ocio activo hay que dirigirlo hacia el deporte y la cultura. Hay que crear en las zonas turísticas espacios e instalaciones que permitan desarrollar actividades deportivas. Nuestra oferta hoy es muy limitada. Aparte de campos de golf y de algunas canchas de tenis, las zonas turísticas carecen de instalaciones deportivas y es necesario un esfuerzo de las corporaciones locales para mejorar las dotaciones. Pero también sería beneficioso que organizaran actividades en las que puedan participar los turistas.

- De todas maneras, el número de turistas que nos visitan ha bajado. ¿A qué cree usted que se debe?

Aquí juegan dos factores exógenos. Hemos tenido unos años excepcionales, situaciones de guerra e inseguridad, en destinos competidores, algunos incluso estaban muertos como Yugoslavia o en horas bajas como Turquía, Túnez o Egipto. No había destino que pudiera competir con nosotros en invierno. Además, España no estaba en el euro y nuestros costes eran menores. A medida que esos países han ido despertando y el nuestro ha dejado de ser un país barato, hemos perdido competitividad. Y aunque hemos bajado precios, ya no podemos competir en este terreno. Ahora tenemos que apostar por los servicios y por unos servicios de calidad. Imprimir calidad a las instalaciones y al personal.

- Un personal de calidad requiere una formación de calidad. ¿Cómo estamos en ese aspecto?

Necesitamos mejorar la formación del personal de todas las escalas y que ésta sea continua. Desgraciadamente la Formación Profesional no da el nivel y todavía no se ve el efecto de los cambios introducidos por Hecansa para mejorar la formación del personal de las distintas profesiones turísticas. Otro problema que tenemos es que los jóvenes canarios no muestran interés por estas profesiones.

Los empresarios turísticos se quejan de que faltan plazas de vuelo con destino a Canarias. ¿Faltan vuelos o sobran plazas alojativas?

Tenemos un desajuste de plazas alojativas. La moratoria ha sido una chapuza jurídica y en todos los sentidos. Se planteó fatal y ha tenido un efecto pernicioso. En lugar de frenar la construcción, la ha acelerado. El único efecto positivo es que tenemos hoy mejores establecimientos que hace cinco años, pero eran unas inversiones que se tenían que haber ido ejecutando en un plazo de tiempo mayor y que al acelerarse han roto el mercado.

¿Tal vez tenía que haberse invertido en rehabilitación, en lugar de en nueva construcción?

El sector extrahotelero tiene muchos establecimientos que están obsoletos y que no resultan competitivos en la situación actual de sobreoferta de plazas. Su modernización entraña un problema por la configuración de la propiedad de los complejos, que no son sociedades, sino comunidades de propietarios. La renovación de los complejos extrahoteleros exige modificar la estructura de la propiedad, crear sociedades para convertir en accionistas a los propietarios y cambiar plazas por servicios.

Ésta no es una crisis real. Vivimos un momento de ajuste general en el turismo a nivel mundial, no sólo en Canarias. Hay que pensar que estamos en los primeros años del siglo XXI

La renovación de los complejos extrahoteleros exige modificar la estructura de la propiedad, crear sociedades para convertir en accionistas a los propietarios y poder cambiar plazas por servicios