Los jóvenes del municipio de Santa María de Guía llegan a la Fiesta de Las Marías tocando fuerte el tambor. Abuelas y nietos, padres e hijos y grupos de adolescentes y vecinos, con eucalipto y bucio en mano, peregrinaron ayer desde la Montaña de Vergara hasta el templo del casco histórico, con motivo de la celebración de la Bajada de la Rama. "No se trata de cualquier fiesta, sino de una tradición familiar a la que no se puede fallar", advirtió el joven Epifane García al comenzar el descenso desde las medianías del Norte.

La Fiesta de Las Marías, tanto en la Bajada de la Rama como en la romería, supone para muchos vecinos de Guía el "comienzo o el final de un ciclo". Se trata de una fecha en la que "toca hacer balance del año" y quedarse "con lo bueno" de cada "etapa".

En la Bajada de la Rama, los sentidos y los recuerdos se encuentran durante un recorrido de casi seis kilómetros de distancia. "El aroma a romero y eucalipto, el sonido de los tambores y los bucios y la decoración de las calles principales de Guía" se encargan de crear una "atmósfera" especial para la ocasión, explican Laura, Dácil y Leticia, vecinas y madres de una pandilla de futuras devotas de Las Marías de apenas metro y medio de altura.

Con este aperitivo sobre la mesa y algún que otro "enyesque" en el bar Bascamao de las medianías, los peregrinos arrancaron su ruta hacia la Iglesia Matriz, donde les espera la imagen de la Virgen de Guía.

Con camisetas que recuerdan a ediciones pasadas de la fiesta, cachorro, chaleco y ramas a cuestas; los vecinos de Montaña Alta y barrios aledaños sacaron los tambores a la calle. Algunas, co-mo Alexia Candelaria, se encargaron de que no faltara flor alguna en los laterales del bombo. "Flo-res de mundo, eucalipto, buganvilla..." hacían del instrumento una ofrenda de los más colorida para la Virgen.

Uno de los primeros vecinos que comenzó con esta tradición de decorar los tambores para la fiesta se llama Juan Manuel Santiago, aunque todos lo conocen como Magüe. Hace ya más de dos décadas decidió cambiar la rama por el bombo y decorarlo con frutas. Desde entonces muchos vecinos han hecho suya esta costumbre y a día de hoy hay más tambores "vestidos de gala" que desnudos.

Cerca del grupo de amigos de Magüe, jóvenes del casco de Guía meneaban la rama de camino a Las Tres Cruces. En esta edición, según destacó Ana Mendoza, oriunda de Guía pero residente en Arinaga, "abunda" la presencia de jóvenes en la fiesta.

En esta fila de nuevos adeptos a la rama, caminaba Epifane García, a quien se le ponen los "pelos como escarpia" con los repiques de la iglesia. "Lo más emocionante es la llegada al templo", confesó el joven, donde los peregrinos se agolpan para saludar a la imagen.