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María Cabrera, el desarrollo como ciencia

La isleña es consultora del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington DC

María Cabrera, el desarrollo como ciencia

María Cabrera Escalante tiene la oportunidad de contribuir al desarrollo cuadrando números. Nacida en la capital grancanaria el 10 de noviembre de 1986 comienza sus primeros estudios en los colegios Aguadulce y Giner de los Ríos, para hacer el bachillerato en el instituto Isabel de España y finalmente licenciarse en Economía en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, donde completa la formación con un master en Dirección y Planificación del Turismo y otros estudios de posgrado.

María asegura desde Washington donde reside y trabaja que sí, que le gustaba estudiar bastante "de siempre", pero que lo que realmente le privaba era viajar. "Aprovechaba que tenía amigos repartidos por el mundo, en Nueva York, Barcelona, Edimburgo, Italia..., y allá iba por donde podía."

Tuvo ración extra de viaje en el tercer año de carrera, en el que a través del Erasmus pasa un año en Lyon, Francia. "La primera semana parecía que no servía de nada lo que había estudiado hasta el momento", pero le cogió rápido el tranquillo, porque la vida se hace más fácil cuando, como Cabrera, gustan y se dominan los idiomas, como el inglés y el francés, "y el portugués que estoy aprendiendo ahora". Aquella incursión a Francia y el buen sabor de boca que le dejó, sería la antesala para ratificarse en su querencia a ver mundo y disfrutar del cruzar fronteras.

Pero antes se trabajó el 'pasaje', comenzando a trabajar en un grupo de investigación de la Facultad de Economía Empresa y Turismo de la ULPGC. "Tras esa etapa universitaria y con 25 años me empleo en Embotelladora de Canarias, la empresa del Clipper, durante los siguientes tres años", si bien no se desvincula del mundo académico colaborando con la universidad en distintos proyectos.

Pero siempre con un ojo acechando fuera. "Durante aquellos años empecé a interesarme por temas de desarrollo y lo que se hacía en los organismos que trabajan en eso,, y me presento a un programa de selección en el banco donde ahora trabajo".

María Cabrera lo recuerda un proceso "supercompetitivo, con compañeros de todo el mundo y en el que entran apenas cuatro personas al año".

Asegura que logró ingresar gracias a "una mezcla de todo, el momento, el lugar, el perfil, pero sobre todo por ese punto en el que hay que demostrar que debes saber algo a lo que nunca te has enfrentando, y que tienes tablas para arremeter con ello, para mí esto es fundamental".

"Hago las maletas y arranco", afirma. "Empecé a trabajar el 15 de febrero de 2015, pero en esos dos primeros días de trabajo cae una tormenta gigantesca", un principio un tanto tumultuoso para un salto profesional de primera magnitud.

El programa como consultora junior tiene un plazo previsto de tres años, pero "al año y medio vi una oportunidad y me presenté para la consultoría senior en evaluación económica", y asciende un nuevo escalafón en su currículum dentro del Banco Interamericano de Desarrollo (Inter-American Development Bank).

En el organismo forma parte de la división de conectividad, mercados y finanzas que realiza operaciones de desarrollo del mercado financiero en América Latina y Caribe, diseñando proyectos con objetivos específicos, como por ejemplo la innovación en el sector rural; la incorporación de la mujer en el mercado financiero; o programas que se marcan como objetivo la creación de impactos climáticos positivos.

Todo este trajín le lleva a 'reviajar' desde su sede central trabajando con lugares como Guyana, Argentina, Perú, Méjico y algunos que impactan fuertemente como Haití, donde se vive "una situación terrible y complejísima donde todas las agencias de desarrollo buscan la mejor manera de intervenir".

María se encarga de analizar esos proyectos que diseña el banco de acuerdo con los respectivos gobiernos desde un punto de vista socioeconómico, "para asegurar la mejor alternativa de los recursos, que tengan el mayor impacto posible, y que sean beneficiosos para la sociedad en general, y diseño las estrategias para monitorizar y evaluar esos planes".

Como ejemplo cita el dedicado en México al sector rural, y que pasa por apoyar a la banca nacional de desarrollo en el financiamiento de créditos para incorporar tecnología, dinamizar y facilitar el acceso a nuevos mercados. Estos fondos se destinan a las instituciones financieras locales, que son las que acaban distribuyendo estos productos al cliente.

En esta economía de desarrollo, apunta Cabrera Escalante, "Canarias tiene un potencial por explorar, como lugar especializado en servicios, en este caso en el turismo, pero que por tanto dispone de unas herramientas, conocimientos y experiencias que aportan valor al resto del mundo".

Es el caso de Casa África o la plataforma logística del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, arquetipos de esta economía del desarrollo, en la que el archipiélago "puede especializarse".

Pero ¿cómo? "Tenemos estas dos lanzaderas, que pueden ampliarse con más personal, más investigación e infraestructura y también disponemos de conocimiento en energías renovables o en protección medioambiental, por citar dos factores, cosas esenciales para el futuro sostenible de Canarias pero que también son vitales para el resto del mundo y que pueden ser 'exportadas' desde la plataforma isleña. Tenemos pues, el conocimiento en Canarias, que existe ampliamente, pero no lo explotamos de manera suficiente".

Y una forma de solventar este handicap se centra en la formación de unos jóvenes a los que anima a "estar abiertos a experimentar retos profesionales complejos y a entornos a los que no estén acostumbrados porque proporcionan un valor añadido que da tablas, proactividad y dinamismo a la hora de enfrentar el mundo".

María, de momento, seguirá en Washington D.C., pero confiesa que le gustaría "volver a vivir en Canarias y contribuir a su sociedad". Algo que sin duda ya hace brindando el nombre de las islas y su talento en el otro lado del charco.

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