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Incendio en la Cumbre Caserones recupera la calma

"Llovían cenizas como un volcán"

Germán Suárez, su mujer, a punto de dar a luz, y sus dos hijas regresan a Cazadores tras ser evacuados por el fuego

Personal de Cruz Roja traslada a su casa, en Cazadores, a Dionisia, tras pasar la noche en La Breña. YAIZA SOCORRO

"Llovían cenizas y parecía que detrás de la montaña se había activado un volcán" explicaba ayer Germán Suárez Caballero, un vecino del barrio de Cazadores, en Telde, que tuvo que abandonar la noche del miércoles su casa, junto a su mujer, María Magdalena -a punto de dar a luz de su tercera hija- y sus dos pequeñas, debido a la proximidad del fuego desatado en Tejeda, y pasar la noche en casa de unos familiares en Telde.

Desde primeras horas de la mañana, esta familia ya había vuelto a su casa, así como el resto de las sesenta personas que fueron evacuadas desde el pago de Cazadores al local social de La Breña. Sólo algunos como la octogenaria Dionisia, con problemas de movilidad, y que precisó de la ayuda del personal de Cruz Roja para que le trasladaran hasta su hogar, donde reside con su hijo Modesto, que le cuida, y hasta le acompañó en el trayecto en la ambulancia, regresaron algo después del mediodía.

La normalidad y la calma volvían poco a poco a este barrio de Telde donde a la lluvia de ceniza le dio paso una buena regada de agua. Con unos 13 grados de temperatura, y una llovizna que no dejaba de caer, la situación se contemplaba de forma más tranquila, aunque muchos niños como Jacqueline y Judith se quedaron sin clases. Hasta la ligera neblina definía el cambio que se había producido en el ambiente, frente al sofoco y la tensión que marcaron el día anterior.

Pese a todo, la noche resultó larga para estos vecinos. "No dormí pensando en los animales que quedaron en donde viven mis padres, aseguró Germán Suárez. Fue precisamente él quien se acercó hasta Cuevas Blancas para convencer a sus padres: Antonio Suárez, de 72 años, y Julia Caballero, de 67 años, que debían dejar la casa. No fue sencillo convencerles, aunque finalmente bajaron en el coche de su hermana, y fueron hasta Los Marrubios, donde vive un familiar, y él volvió solo con uno de los perros, porque no pudo resistir la mirada que le echó. Atrás quedaron unas cabras, otros perros y hasta un burro, aunque, según dijo, propuso con tiempo a su padre acercarlos a su garaje, haciendo dos viajes en su jeep.

Tras este ajetreo, esta familia tenía ayer puestas todas sus ilusiones en la llegada al mundo de Leire. Mientras, María Magdalena se tocaba la barriga y comentaba que no había podido descansar bien porque "extrañó" su cama, su marido, en todo momento sonriente, contaba que, hasta se cogió las vacaciones para estar pendiente del alumbramiento y salir corriendo hacia el hospital, porque ya la segunda niña les dio poco margen para llegar.

Aunque también esta ha sido la primera vez que Antonio Caballero y su madre de 73 años, Carmen Caballero, han tenido que ser evacuados por un incendio, este vecino de Cazadores aseguró que no tuvo miedo en ningún momento. Es más, señaló que se fueron al local social de Las Breñas sobre las ocho de la tarde, después de que les avisaran la Policía Local y voluntarios de Protección Civil de que podían correr peligro por el avance del fuego de Tejeda, y que, a eso de las doce de la noche, ya se habían vuelto a casa.

Con igual valentía confesaba Jesús Martel Caballero que había vivido la tarde del miércoles. "Vamos a ver, si conoces cómo va el viento sabes que el fuego no venía para aquí, porque estaba a diecisiete kilómetros", aseveró guarecido en su coche de la lluvia. Aunque, como otros residentes en esta localidad de las cumbres de Telde, fue avisado de que debía dejar su vivienda, según dijo, finalmente pudo dormir en casa. El que no pudo ser evacuado fue el tío de su mujer, Justo Carmelo Martel Rodríguez, que a sus 85 años, está "encamado" y además ha perdido la audición. Dio la casualidad de que la persona que le cuida no estaba cuando le tocaron para comunicarle que debía dejar la vivienda. Ayer, su sobrina, que abrió la puerta, se limitó a señalar que su tío se encontraba bien.

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