Hace 14 años que la burra Morenita presidió a Margarita, que a su vez sustituyó a Sofía, para pasear por Tejeda a los más pequeños y ser el centro de atención para los visitantes del pueblo grancanario. Llegar y ver a Manuel Ortega guiándola y andando a su paso es una estampa tradicional que todo el que elige Tejeda, más de una vez, busca una segunda. Con el incendio del pasado miércoles, iniciado justo en la zona donde el animal y su dueño animan a los foráneos y vecinos, los que conocen a Morenita pensaron lo peor y la angustia por la situación de la burra invadió a mayores, jóvenes y niños de todos los puntos de la Isla que no han cesado de llamar a Ortega para preguntarle. Aunque el dueño dudó sobre su suerte, porque no le dio tiempo a llevarse al animal con las llamas cada vez más cerca, este jueves muy pocos fueron testigos del reencuentro de esto dos grandes amigos que día tras día se hacen compañía. "Ahora toca seguir gozando con ella y con la gente, porque esto nos hace felices", señala sentado debajo de la Cruz de Tejeda y explicando la historia de su compañera a los primeros turistas que ayer llegaron al pueblo tras la apertura de las vías de acceso.

Manuel Ortega recuerda el día del incendio con gran tristeza y angustia. "Estaba aquí y no me dio tiempo de llevarme a la burrita ni ir a por su hija, Arerita, que estaba en mi casa de Joya de la Cruz", cuenta mientras hace hincapié en que "lo guardias nos gritaban que nos fuéramos y yo sólo pensaba en que el animalito se me podía asfixiar". Su hijo, que trabaja en un restaurante de la zona, puedo salir a tiempo para coger el coche y llevarlo hasta San Mateo, donde Manuel pasó la noche en casa de su sucesor. "Estaba como loco solo de pensar que mis burritas podían estar quemadas al igual que mi casa, porque el fuego estaba muy cerca y pensé que nos quedábamos sin nada", agrega el grancanario.

Pese a que las llamas se quedaron "a unos metros" de la vivienda, no sufrió ningún daño, pero el temor volvió cuando Arerita, de cinco años, no estaba donde siempre. "Cuando estaba en San Mateo, los guardias municipales me dijeron que la habían visto suelta y yo creo que los bomberos la desataron, como a su madre, para que huyeran", relata agradecido. Una inquietud que finalizó el mismo jueves por la noche cuando su vecino Aythami Rubio le comunicó que la había encontrado y que estaba en su finca de Risco Prieto. A la madre, por su parte, la encontraron cerca del amarradero donde suele dormir cerca de la misma Cruz de Tejeda. "Fui corriendo a llevarle pan y agua, con una alegría inmensa por encontrarla bien", comenta Ortega mientras acaricia a Morenita con cariño y aguarda hasta la llegada de los veterinarios que habían quedado con él para comprobar que la burrita está del todo sana. "Sólo está un poco asustada por todo lo que ha vivido y por la sirenas, pero está bien", afirma Manuel.

Con 69 años, garantiza que estos paseos que realiza desde hace 21, "primero con Margarita y ahora con Morenita", le dan la vida. "Esto no es un negocio, al contrario, yo saco de mi bolsillo para ellas, pero me gusta ir para arriba y para abajo, hablar con la gente y si hago unos euros los hago y si no pues nada", señala con una sonrisa siempre presente. Siente alegría y tranquilidad porque no ha sufrido ningún tipo de daños tras el incendio, pero este nacido y criado en Tejeda lamenta lo ocurrido y expresa la "gran pena" que siente. "Está todo el campo quemadito y nos hemos quedado sin comida para el ganado, porque mis animales escapaban gracias a esto y ahora tendremos que tirar de almacén", detalla sin olvidar destacar la parte positiva que lo caracteriza: "Pero bueno, al final todo se recupera en esta vida y lo que toca es plantar de nuevo, ayudarnos entre todos y seguir viviendo, porque lo que ha ardido ya no pasa de quemado".

Una forma de verlo que llevará a este pueblo lo antes posible a la normalidad, tal y como sus habitantes demostraron ayer las ganas de empezar de nuevo. A pesar del paisaje negro y el olor todavía a quemado, la alegría y el ajetreo se hizo notar en la zona de la Cruz, donde los puestos y restaurantes siempre han dado vitalidad a este espacio visitado diariamente por cientos de personas de la Isla o de fuera.

Los trabajadores de los restaurante cercanos comenzaron con las labores de limpieza y pusieron una manguera en marcha para que su mobiliario volviera al color original tras la presión del agua capaz de deshacerse del negro. Las primeras risas se escucharon en la zona y, aunque la mayoría de puestos tradicionales permanecieron cerrados, unos cinco ya abrieron sus puertas para ofrecer prendas de vestir artesanales o un cachito de queso de la Isla entre los manjares canarios que no pasaron desapercibidos entre los visitantes.

Los turistas recién llegados animaron el pueblo con sus cámaras de fotos apuntando hacia el Roque Nublo, imagen que los residentes casi pasaron por alto, centrando su atención en el nuevo paisaje oscuro. Los foráneos mostraban satisfacción en sus rostros y, desde luego, lograron captar el encanto de este lugar a pesar de los efectos del fuego.

También las gallinas, los gallos y los pollos volvieron a deambular por la carretera, como de costumbre, maravillando a los visitantes que no pudieron evitar posar junto a Manuel y Morenita. Aunque el tránsito fue ayer menor de lo habitual, estos compañeros de aventuras agradecieron el vaivén y los saludos animados de los recién llegados. Además, durante la jornada, el sol brilló más que el jueves, un día bendecido por la lluvia y que despertó de luto por tanta vida perdida. "Vamos, chica", dijo el dueño a la burrita que ha vuelto a las suyas.