Una veintena de personas, entre militares y agentes forestales de Gran Canaria y La Palma, pasaron toda la madrugada rodeados por el fuego en el pequeño recinto rocoso conocido como Los Pechos, donde se encuentran las antenas que permiten las telecomunicaciones en todo el Archipiélago y en gran parte del Atlántico norte.

Ante la imposibilidad de enfrentarse a las llamas, que en los pinares cercanos superaban los veinte metros de altura, un equipo Presa del Cabildo grancanario, al mando del analista Federico Grillo, decidió realizar en el pico de cumbre lo que en el argot de los bomberos se conoce como "un confinamiento", la alternativa cuando hay que proteger las instalaciones de gran valor estratégico o salvar la propia vida cuando se complican las vías de escape.

Según reveló ayer Carlos Velázquez, técnico de la Unidad Operativa de Fuegos Forestales, la brigada helitransportada que había llegado desde la isla de La Palma y algunas otras personas no podían llegar a la base de incendios de la cumbre donde se guardan más equipos de extinción. "Entonces, nuestro compañero Federico Grillo aprovechó una zona de oportunidad para rebasar la linea de fuego para acercarse y ver cómo estaba la situación. Él, como analista, tiene que adelantarse al incendio y ver lo que va a pasar en las siguientes horas e incluso y días", relató Velázquez.

Una vez en la zona de Los Pechos se dieron cuenta de que el paso de la carretera de Cazadores a Telde ya estaba en llamas, por lo que por allí no podían seguir. La vuelta hacia Cueva Grande o hacia Cruz de Tejeda también estaba complicada. "Fríamente, lo que dedujo es que había que hacer un confinamiento, es decir, si tienes tus rutas de escape cerradas, tienes que quedarte en una zona segura; en éste de Los Pechos sabíamos que había un experto al mando y eso nos transmitía mucha seguridad", añadió.

Lo que hizo la brigada Presa fue buscar un área protegida de las llamas dentro de la zona militar donde se encuentran los radares de aviación. En los alrededores se habían realizado quemas prescritas el pasado invierno y eso impidió que el fuego sobrepasara las vallas metálicas del centro.

En coordinación con los militares, se acordó que todos los agentes forestales que estaban por esa zona se refugiaran allí, por lo que al final se juntaron más de una veintena de personas. Durante gran parte de la noche, hasta que apareció la lluvia, estuvieron rodeados por las llamas.

La primera experiencia de un confinamiento en Gran Canaria se realizó en el gran incendio de 2007, concretamente en la localidad de Cercados de Araña. Aunque los agentes Pedro Navarro y Justo Melián lo organizaron de "forma magistral", se vivieron "momentos de mucha tensión" porque no se había hecho nunca y es una maniobra arriesgada.

"En un futuro", añadió Velázquez, "si se organiza bien y conseguimos que las viviendas sean seguras, limpiando esos 15 metros de alrededor, muchas veces podrá ser más seguro que la gente se quede en sus casas antes que hacer una evacuación precipitada, pero también hay que tener nervios de acero para quedarte dentro sabiendo que viene el fuego".