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Incendio en la Cumbre Los daños medioambientales

Agustín Naranjo: "Se deberían introducir especies nativas de mayor resistencia a los incendios"

"Las negligencias y los descuidos de carácter humano son las causas más numerosas de los incendios actualmente", destaca Agustín Naranjo Cigala, investigador de la ULPGC

El profesor Agustín Naranjo, del Departamento de Geografía de la ULPGC, en su despacho. LP/DLP

¿Cuáles son las causas más comunes de los incendios?

En estos momentos contemporáneos, las negligencias y los descuidos de carácter humano son las causas más numerosas, en algunos casos también intencionados cuya explicación escapa del más mínimo sentido común. Ocasionalmente, factores naturales y fortuitos pueden también originar incendios importantes.

¿Qué factores favorecen la propagación y dificulta las labores de extinción?

Unas condiciones ambientales desfavorables son las temperaturas muy elevadas por encima de los 30 grados centígrados, una muy baja humedad ambiental (por debajo del 30%), unos vientos fuertes y la presencia de cualquier tipo de residuos combustibles pueden facilitar la rápida propagación del fuego, convirtiéndose en un gran incendio forestal. Unas pendientes muy acusadas, normales en la geografía insular, unas pistas y vías forestales en malas condiciones de mantenimiento son inconvenientes a salvar en el Medio Natural. Campos de cultivos abandonados en las zonas aledañas a los núcleos urbanos, un escaso mantenimiento de los perímetros de protección de las zonas habitadas e infraestructuras, la profusión de plantaciones de especies exóticas muy inflamables en zonas periféricas a las actividades humanas, propicia que se generen situaciones muy complicadas para controlar de forma rápida los conatos que puedan generarse.

Desde el punto de vista científico, ¿cuál es el modelo idóneo para evitar que el fuego se propague con la rapidez que lo ha hecho el de la Cumbre?

Depende del ambiente o ecosistema que se quiera preservar. Evidentemente en las zonas urbanas y rurales la limpieza de residuos y material inflamable es de vital importancia, y la responsabilidad debe ser compartida por las administraciones y por los propios propietarios, minimizando los potenciales riesgos durante las condiciones climáticas desfavorables. En las zonas forestales, plantaciones o repoblaciones cercanas a cualquier tipo de actividad humana, la gestión y el mantenimiento del monte debe ser prioritario, evitando la acumulación de combustible y estableciendo las medidas preventivas necesarias (tratamientos selvícolas, pastoreo controlado, quemas prescritas) con un adecuado y riguroso asesoramiento técnico y científico. En las masas forestales o ecosistemas nativos y más o menos naturalizados en espacios protegidos como en la laurisilva o en los pinares, deben adecuarse las distintas intervenciones a preservar los fundamentos de conservación que cada medio requiere; mientras en los pinares naturales y alejados de las zonas urbanas, la perfecta adaptación a los incendios en regímenes naturales de estos ecosistemas, acepta una gestión menos directa favoreciendo el desarrollo de procesos ecológicos sin intervención humana, en la laurisilva hay que facilitar la densidad de la masa, la diversidad de la composición florística y las condiciones de alta humedad que esta comunidad necesita para que no se produzcan incendios, o si se producen no prosperen. En las zonas de matorrales en regeneración que potencialmente pueden ser inflamables, una conveniente gestión que contemple la biodiversidad y la dinámica natural y la potencial inflamabilidad debe ser llevada a cabo.

¿Se dedican más recursos para la extinción de incendios que para su prevención?

Sin duda, los medios aéreos, terrestres y personal humano profesional es de alta cualificación por lo que los costes deben ser importantes. Sin embargo, una prevención permanente, sin temporalidad estacional y una concienciación ambiental de la población en general, permite todavía margen de mejora.

¿Cuáles cree que serán las principales consecuencias del incendio de la Cumbre, tanto desde el punto de vista geográfico como para la biodiversidad?

Pues una vez extinguido el incendio habrá que evaluar y peritar los daños. Las consecuencias serán heterogéneas en función de qué se ha quemado. Existirán situaciones irreversibles si se ha visto afectada la fauna (ganado doméstico y animales salvajes) y poblaciones exclusivas de especies vegetales amenazadas. En otras situaciones el hábitat se regenerará con distintas escalas temporales y las especies que lo componen irán rehaciéndose. En algunas zonas la ayuda a la restauración del ecosistema será necesaria y en otras será menos importante. Se puede aprovechar para sustituir las especies introducidas por otras nativas de mayor resistencia a los incendios y favorecer también así la llegada de otros elementos vivos de nuestros ecosistemas nativos.

¿Cuánto tarda en recuperarse la superficie quemada?

En la zona natural, algunos espacios de pinares canarios se pueden recuperar rápidamente, ya que esta especie emblemática presenta múltiples adaptaciones al fuego, pero otras zonas de matorrales endémicos pueden tardar más tiempo, especialmente si se pierde el sustrato con lluvias copiosas en los próximos meses.

¿Cómo se puede prevenir estos incendios?

Creo que es fundamental para el futuro una mejora en lo que peor estamos: en concienciación y sensibilización ambiental. A todos los niveles, en la educación de la población en general y en la necesidad de que las buenas palabras salgan de los programas políticos a acciones concretas, permanentes y duraderas en el tiempo, más allá de la escala de una única legislatura. Es una propuesta que parece intangible y puede que se necesiten más de una generación para empezar a intuir resultados, pero dada la presión demográfica de nuestra isla y de lo frágil que son algunos de los valores naturales más importantes, no hay tiempo que perder.

¿Han trabajado en proyectos de investigación relacionados con la recuperación de superficies quemadas o prevención de incendios forestales?

Nuestro grupo de investigación trabajó en las consecuencias sobre la dinámica de la vegetación que tuvo el gran incendio de la Reserva Natural Integral de Inagua, después del 2007 y se concluyó publicando en 2014 los resultados en una de las más prestigiosas revistas científicas sobre fuegos naturales, International Journal of Wildland Fire. En estos momentos nuestro grupo sigue siendo prolífico en numerosas investigaciones sobre conservación vegetal, especies invasoras y especies amenazadas en los ecosistemas canarios. Desde el 2014 no nos centramos en temas relacionados con los incendios forestales, pero sí participamos en asesoramientos en sistemas preventivos y de restauración.

¿Cuáles son las claves a tener en cuenta en la fase de recuperación de superficies quemadas?

En esta fase de recuperar superficies quemadas es muy importante canalizar también la sensibilidad de la población y de distintos colectivos que pueden dar ejemplo de cómo la solidaridad permite asentar las bases de la educación ambiental en la población, pues, aunque el trabajo de restauración debe ser profesional hay que dar cabida al voluntariado ambiental que cala en el futuro comportamiento social. Citando al filósofo romano Séneca, "largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos". En ese sentido existen colectivos vinculados al mundo universitario, como por ejemplo nuestro proyecto Ruta Siete de la ULPGC y la FULP, entusiasmados con la idea de poder participar colaborando en intentar resolver los problemas sociales y ambientales que generar estos incidentes.

¿Cuáles son los principales avances tecnológicos que, a su juicio, contribuirán en el futuro a dar una mejor y más rápida respuesta a los incendios forestales?

Los sensores térmicos, imágenes espectrales para el seguimiento del estado vital de las masas forestales en distintas estaciones... Pero el más efectivo de todos, la Concienciación Ambiental.

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