Cualquiera diría que hace cuatro días las llamas alcanzaron más de diez metros en la Cruz de Tejeda. Los visitantes no podían creer que los restaurantes y puestos de souvenirs estuviesen abiertos escasas horas después de declararse por controlado el incendio. "Pensábamos que esto iba a estar mucho peor", aseguró Alejandro Barrera, que acudió en moto desde la capital grancanaria junto a Antonio Campos para comprobar los efectos producidos por el incendio forestal declarado el pasado miércoles.

"Me esperaba encontrar la carretera en peor estado, pero se puede acceder a la cumbre sin problemas", señaló Campos. No fueron los únicos. Los restaurantes de Cruz de Tejeda volvieron ayer a la normalidad, recibiendo a curiosos y turistas como cualquier domingo. Tan sólo el Parador Nacional sigue cerrado como consecuencia del paso de las llamas. Durante la mañana dominical centenares de moteros escalaron hasta las cumbres para dar un paseo "más triste de lo habitual", como lo describió Francisco Martín, que decidió parar a tomarse un café en el restaurante Yolanda. "Es una suerte que se salvara", afirmó Martín.

Además de los moteros, los turistas también regresaron a Tejeda. Mauricio Sánchez los llevaba esperando desde el sábado en su puesto de souvenirs. "Por suerte no se quemó nada, fue un milagro", declaró. Sánchez aseguró que en sus 42 años que lleva trabajando en la Cruz de Tejeda nunca había vivido un incendio tan de cerca. "Esa noche no dormí, la pasé en vilo en San Mateo", desveló. No fue el único. Muchos de los vecinos de los barrios cumbreros apenas echaron ojo las primeras noches.

"Fue una tormenta de fuego", describió Sánchez, que ya hoy volvió a recibir a los turistas. "Hasta el del burro está a tope", explicó. Los residentes que se desplazaron querían ver el estado de las zonas calcinadas. "Hay conejos quemados, mucho pino negro, está claro que la peor parte se la ha llevado el monte y no las infraestructuras", señaló Martín.

Ca´ Faustino se salvó de las llamas "gracias a la Virgen del Socorro y Cristo", declaró Susana Lorenzo, conocida como Susi. "Es una alegría estar en marcha otra vez", aseguró la mujer después de pasarse el sábado limpiado y acondicionando el local para reabrir el domingo. "Llevábamos tres días sin hacer caja y teníamos que volver a la rutina", señaló.

La acogida fue buena, posiblemente mejor de lo que esperaba. "Es increíble que las llamas alcanzaran más de diez metros aquí y se salvaran los restaurantes", detalló Susi, que desveló que tuvo que ser ingresada en el Centro de Salud de Valleseco por ataques de ansiedad el miércoles. "Me tome unas pastillas para poder dormir porque estaba desalada", aseguró. Susi agradeció la vuelta a la normalidad y reza para que no se repita otra vez.