Las cumbres grancanarias estaban ayer aún humeantes. El fuego se dio por controlado sobre las 14.00 horas y algunos residentes curiosos aprovecharon el fin de semana para observar in situ las consecuencias del devastador incendio que se produjo el pasado miércoles. "Queríamos ver todo por nosotros mismo y la verdad que da una pena terrible", explicó Miguel Medina, que subió en moto junto a Rodrigo López.

La zona recreativa de Llanos de la Pez se salvó de las llamas, que sí quemaron paraje al otro lado de la carretera GC-600 que hizo de cortafuegos. Peor suerte corrieron los Llanos de Ana López, que fueron calcinados por las llamas y estarán fuera de servicio una temporada. "Era una zona para acudir en familia genial", aseguró López. "Quién no ha hecho una barbacoa en estos llanos", se pregunta Medina, que espera que el otoño sea lluvioso para que el paraje se recupere lo antes posible.

Las próximas lluvias harán que las cenizas de la cumbre bajen. "Las presas se van a quedar negras porque el agua va a bajar sucia", detalló López. Muchos motoristas visitaron las zonas afectadas para observar las consecuencias. También algunos turistas, que tuvieron unas vacaciones diferentes a las que se esperaban. El fuego y el llamamiento del Cabildo a abstenerse a subir fueron culpables de que en la cumbre hubiese poca actividad. López y Medina se preguntaban si el protocolo funcionó o se podía haber evitado tanta desgracia. "Creo que se tienen que mejorar cosas, como la limpieza de las zonas próximas a la carretera para que funcionen de cortafuegos", señaló López. Por su parte, Medina pidió más puestos antiincendios en las medianías y las cumbres. "Hay que dejar un perímetro de un par de metros para que el fuego no se expanda", añadió.

Margarita Naranjo y Enrique Falcón, vecinos de San Mateo, subieron en camioneta para ver las consecuencias. "No recuerdo ningún fuego que dejara esto así en toda mi vida", aseguró Falcón. La pareja lamentó la pérdida de la vecina sueca que falleció por intentar poner a sus animales a salvo. "Era conocida en el municipio, pero no debió subir cuando aún no estaba controlado", señaló Naranjo.

En el cruce de las mesas estaba apostado los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias esperando que el incendio. "Hoy hay poco turista por aquí, los únicos que me compran refrescos y bocadillos son los bomberos", explicó el vendedor del cruce. Alain Gardiennet, francés, rondaba el cruce sofocando las pequeñas zonas humeantes con agua.

En la Cruz de Tejeda, los restaurantes apuraban la limpieza para volver a la normalidad cuanto antes. Por suerte el fuego no alcanzó los inmuebles y se salvaron de la tragedia. Al igual que los puestos de venta deambulantes, que volvieron a retomar la actividad en el día de ayer. Los pocos turistas que se aventuraban a visitar la cumbre se centraron en fotografiar las zonas afectadas antes que el Roque Nublo o el Bentayga.