A Dann y Karl, una pareja de holandeses que recorre desde hace tres semanas las Islas en barco, el olor a ceniza les cogió ayer por sorpresa de camino a Tejeda. "Creo que hemos elegido mal día para hacer turismo por la cumbre", aseguraron los visitantes tras bajarse de su coche de alquiler en la zona recreativa de los Llanos de Ana López y adentrarse por la penumbra de los pinos.

La temporada alta del sector turístico arranca en el interior de la Isla con una estampa fúnebre y "tenebrosa" para los visitantes.

Tras la reciente apertura de la carretera de las presas, que une Mogán con Tejeda, aumenta la afluencia de extranjeros hacia las montañas en busca de "verde". Sin embargo, tras abandonar la costa y alcanzar los 1.300 metros de altitud, el entorno se cubre de hollín. Aun así, según relata con entusiasmo Dann, bloguero especializado en Viajes, el paisaje conserva su "encanto".

"Al llegar al pinar, bajamos la ventanilla del coche y nos olió a cenizas. Luego nos topamos con este lugar, desértico e interesante a la vez. Así que decidimos parar y perdernos por sus árboles negros y sus rincones solitarios. ¡Es toda una aventura!", cuenta Dann en medio de un pinar aún herido por las fuertes llamas que abrasaron Tejeda y San Mateo el pasado miércoles.

A esta tímida caminata por la negra arboleda se sumó un matrimonio alemán, que "por fin" decidió este verano visitar Gran Canaria. "Hemos estado dos veces en Tenerife, una en La Palma y otra en La Gomera. Ya tocaba venir a aquí, lo que pasa es que no esperábamos encontrarnos con este triste panorama", desvela Gabrielle Lucks junto a su marido.

La pareja, que salió con pantalones cortos y cholas de playa por la mañana de un hotel de Maspalomas, mostró su entusiasmo por la tímida lluvia que rociaba el campo. "Unos días más con este clima y seguro que el bosque se recupera pronto", vaticinó con optimismo Lucks mientras fotografiaba las vistas al mar que regala la cumbre. Los visitantes estaban "encantados" de mojarse bajo las primeras gotas del otoño.

No fueron los únicos que quisieron inmortalizar la vista panorámica con su teléfono móvil.

Juan Gutiérrez, vecino de la ciudad capitalina y amante de los senderos rurales, también sacaba fotos del pinar calcinado para enviárselas a un amigo canario que vive desde hace años en la península. "El campo nos duele a todos. A los que vivimos en la Isla, a los que ya no están pero se acuerdan de su tierra desde la lejanía y a los mismos turistas", añade con toda seguridad Gutiérrez.

Ante el aspecto deteriorado que presentan muchos árboles de la cumbre, este vecino destaca que el pino canario es "fuerte y resistente". "Suele adaptarse sin problemas a diferentes temperaturas, pero esta vez el incendio ha calado muy adentro de los troncos. Puede que bajo la corteza quemada, aún haya madera sana. Pero lo dudo porque a simple vista no pinta muy bien", aseguró tras palpar y oler algunos ejemplares ennegrecidos.

Estos días son muchos los grancanarios que se acercan a las inmediaciones de Tejeda con "tristeza y dolor" para apreciar las heridas que ha dejado el incendio en la tierra. Los restaurantes de la Cruz de Tejeda, donde se originó el incendio, recibieron este fin de semana a curiosos y despistados.