La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entrevista a Jorge de la Coba

"Sobre el drag Sethlas, tengo que decir que hay que respetar los signos"

"Estaré en Teror hasta que la iglesia y el obispo me necesiten; puedo ir a cualquier lugar a servir", comenta el nuevo párroco de Teror

"Sobre el drag Sethlas, tengo que decir que hay que respetar los signos"

¿Cómo afronta esta nueva responsabilidad?

Ciertamente es una responsabilidad pero lo afronto con serenidad y paz, siendo un humilde siervo en las manos del Señor. Intentando llevar un poco de entusiasmo e ilusión a la gente a través del Evangelio y de la mano de María. Espero que Jesús y María nos ayuden en esta nueva tarea.

¿Se ha propuesto algún reto?

Un reto es continuar con nuestro plan diocesano, que lleva varios años en funcionamiento. Este año es seguir difundiendo el Evangelio para hacer más discípulos, más hermanos y más misioneros. Intentando que la gente profundice más en sus vidas, desde la clave Evangélica y de los valores que brotan de la palabra de Dios.

Aparte del trabajo evangélico, las parroquias solucionan hoy en día muchos problemas económicos y sociales de las familias. Imagino que en Tamaraceite los habría ¿se le han planteado ya esas necesidades en Teror?

De momento no. En toda comunidad hay necesidades que atender; lo ideal es que no las hubiera. Pero no solo las necesidades en las que hay que dar una bolsa [de comida], sino ese tipo de pobreza que es la humana, la espiritual, que hay que atender desde la escucha, la acogida, iluminarles en las decisiones. Ciertamente, en Tamaraceite había una realidad social fuerte y una demanda también fuerte que atendíamos, pero me supongo que aquí habrá otra. Desde Cáritas lo que trasmitimos es la dignidad de la persona. Y esa no solo está en darles una bolsa, sino en que aprenda a buscar y a moverse como uno de tantos de nosotros para que no exista esa desigualdad. Ayudarles a buscar trabajo, a una formación.

¿Ha vivido de un modo especial el Día del Pino sabiendo que iba a ser el nuevo párroco?

Siempre vivo el día de la Virgen con entusiasmo e ilusión desde la parroquia en la que esté. Desde que soy cura vengo a celebrar la misa de Teror de las seis de la mañana pero siempre se vive con ilusión porque es la fiesta de la Virgen, nuestra patrona, y siempre es motivo de gozo y de jubilo.

¿Y cómo ve el fervor religioso que se manifiesta ese día? ¿No cree que las fiestas que tienen un origen religioso han perdido esa parte de devoción para ser más lúdicas y paganas? ¿O El Pino es otra cosa?

Son muchos los motivos por los que en esos días se puede venir a ver a la Virgen. Curiosamente, es "venir a ver a la virgen" ya sea a través de actos populares, culturales; todo es en torno a la Virgen. Creo, que en el fondo, es una búsqueda de lo trascendental; lo que pasa es que no sabemos ponerle nombre. Y creo que estos espacios hay que aprovecharlos. El hombre tiene esa necesidad de buscar el sentido de las cosas y cada uno le pone a eso un nombre. Yo me atrevería a decir que hoy hay una sed de Dios, aunque, a veces, lo queramos licuar. El hombre tiene sed de Dios y aprovecha estos actos, bien sea visitando a la virgen o a través de la solidaridad; porque el amor a Dios se refleja en el amor al hermano. En el fondo, lo que buscamos es que lo que hagamos tenga sentido. Y, hoy en día, hay un problema y es que la monotonía, la rutina, las prisas, nos hacen que olvidemos las cosas sencillas y no nos ilusionemos, ni nos sorprendamos por la novedad que nos proporciona cada día Dios. Sitios como Teror son como imanes de atracción. Aquí se plantean muchas cosas de la vida que quedan en la mente, en el corazón, de cada persona. Es como un momento de arranque; como cargar las pilas en expresión coloquial, para plantearnos la vida con más profundidad, con más holgura y con más sentido.

¿Cómo se inició su vocación?

Nací en una familia creyente. Mis padres nos inculcaron siempre la fe y los valores, y después de años de estudios; estudie carrera universitaria, el acercamiento a los más débiles me hizo encontrarme con el Señor. Lo que dice el Evangelio de Mateo: Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos, a mí me lo hicisteis. Fue precisamente en el Dermatológico donde dije: yo quiero ser cura.

¿Y que hacia allí?

Iba con un seminarista a hacer un voluntariado a los enfermos los sábados. En aquella época yo dudaba mucho pese haber tenido un proceso de formación y discernir sobre muchos asuntos, y le pedí al rector del Seminario que quería tener una experiencia fuerte, de encuentro. Y fue allí, en el Dermatológico, donde descubrí mi vocación. Quiero ser cura porque esto da sentido a mi vida.

¿Nunca se ha arrepentido?

¡No! Como persona joven disfrute de mi juventud, salí, estudié, lo pase bien, pero realmente esta experiencia cambió mi vida en el sentido de que, valga la redundancia, tenía sentido mi vida porque servía a los demás.

Ese servicio lo podía haber hecho también como voluntario, trabajador social

Sí, de una ONG. Pero desde la clave del Evangelio de Mateo, el hijo de Dios se encarna hoy en todos, pero sobre todo en los más débiles. ¿Dónde encuentras a Dios? En el que lo está pasando mal. Y por eso dice Mateo en esa catequesis de evangelista: que lo que le hagan a uno de mi comunidad a mi me lo hicieron por amor. Una ONG también lo puede hacer, pero ese mensaje es lo que nos diferencia.

Uno de los graves problemas de la Iglesia actual es la falta de vocaciones ¿cómo se podría solucionar ese aspecto en una sociedad cada vez más laica, en la que los asuntos religiosos interesan poco y en el que ni la familia, ni la escuela, salvo los colegios religiosos, tampoco enseñan en la fe cristiana?

En la actualidad, uno de los puntos más dañados es la familia. No se está educando en el valor de las cosas. El esfuerzo por conseguir una meta, un objetivo, luchar por algo, va desapareciendo. Hoy en día, todo se lo ponemos a los hijos en las manos. ¿Es necesario que un niño de seis u ocho años tenga un móvil para que me avise cuando la guagua le deja en la parada?. Vivimos en una sociedad liquida, y la familia forma parte de esa sociedad. No salimos forjados, somos endebles para asumir un compromiso, responsabilidades, e incluso en las relaciones personales somos muy frágiles. Nos falta diálogo, comprensión. Al ser una sociedad endeble y una familia endeble el compromiso no es para siempre, sino hasta que aguante o dure. Hay que decir soy feliz con esto, ilusionarse cada día. Y abrirnos la mente y el corazón, enraizándonos en la esperanza. Creerte y valorarte en lo que haces.

Hay que trabajar pues más con las familias

Dentro de las familias y de la Iglesia. Salir, como dice el Papa, al mundo de los jóvenes y no tener miedo de proponerles este camino del sacerdocio como alternativa porque los curas estamos estereotipados. Siendo cura se es feliz, y también se puede participar de la vida de la comunidad y de la gente. Hay que estar encarnados en la vida de la gente para ser un poco altavoces de la ternura, la misericordia y del amor del Señor.

El celibato puede ser un handicap para algunas personas ¿Cree que este Papa podrá cambiar este asunto?

El don del celibato no es que te quedes soltero, es que renuncias a una familia para entregarte a la Gran Familia. Y solo lo vas descubriendo cuando realmente te entregas a una comunidad. Muchos no entienden ese camino pero en el Seminario hay un periodo de discernimiento, de seis o siete años, para ver si puedes vivir ese don que tiene la Iglesia. Que yo no puedo vivirlo pues puedo ser un laico, comprometido y entregado con una familia como los hay. Viviendo su vida cristiana, como hay muchos, y colaborando en la Iglesia. Pero, de momento; que yo sepa, el Papa no se ha pronunciado con este tema.

Un momento crítico de este año en el Obispado de Canarias fue la representación del drag Sethlas en Carnaval, la carta que emitió el Obispo Cases por ello, y todo lo que vino detrás ¿el Obispo metió la pata?

En este tema del drag Sethlas en Carnaval, solo puedo decir que hay que respetar los signos y el Obispo se pronunció en su momento en su carta y en su homilía.

Después de Teror ¿deja vía libre a que le destinen a otro sitio o le gustaría acabar aquí?

¡Tengo 44 años, qué quieres que esté aquí hasta los 75 años! Estoy aquí hasta que la Iglesia y el Obispo me necesiten. Tengo claro que puedo ir a cualquier lugar a servir. Hay una cosa que a mi me da mucha paz y es que, si me tienen que recordar algún día, digan: Pasó haciendo el bien. Y se pasa haciendo el bien tanto en una parroquia tradicional como en una que está naciendo como en otra a la que hay que acompañar. Lo importante es tener claro a quién servimos y por qué servimos. Y eso debe dar a cada uno serenidad. Hay unas palabras de Benedicto XVI cuando salió al balcón del Vaticano que me gustan mucho: Soy un humilde siervo del Señor que quiere trabajar en la viña del Señor.

¿Se siente más identificado con Benedicto XVI que con Francisco?

No, no. Benedicto XVI era un gran teólogo y Francisco es un gran pastor, que está abriendo con valentía y gallardía la Iglesia a este nuevo milenio,

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