Anastasia Mendozaaprendió a hacer quesos con la tierna edad de siete años. "Por entonces se hacía el queso de manera diferente", recalca la nonagenaria. Mendoza comenzó a elaborar quesos de manera tradicional. "Para elaborar queso se debe añadir cuajo a la leche, el cual se extraía de las paredes del estómago de animales (terneras, vacas adultas y cerdos), pero especialmente a partir de terneros lactantes", señaló. Aún a día de hoy, Mendoza sigue activa en el noble arte de la elaboración de quesos. "Ahora utilizamos un cuajo químico, pero por el resto todo es igual", asegura.

Veinticinco queseras con historia propia procedentes de Caideros, Saucillo, Fagajesto, Artenara o Fontanales protagonizan la exposición 'Cada pinta en su quesera', un proyecto artístico del arquitecto Paco López. La muestra se puede visitar hasta el 27 de octubre en la Casa Museo Antonio Padrón.

López ha aplicado sobre estos utensilios rurales la técnica del frotagge, en la que se frota un carboncillo sobre una hoja colocada sobre un objeto, en este caso las queseras, para obtener una impresión de su forma y textura. Los utensilios de Mendoza están expuestos en la muestra. "López quiso dar a conocer mis secretos", dijo entre bromas la mujer.

La exposición sitúa a los asistentes en una cúspide desde la que se divisa una amplia panorámica conceptual con dos vertientes. Por un lado, ubica a la quesera en primer plano como objeto "singular, alegórico y símbolo característico de los modos de vida del entorno rural", declaró López. Igualmente, se plantea que la transfiguración de las queseras da lugar a "lecturas más subversivas de un mundo de donde emana la dimensión más global de lo local".

López asegura que su intención ha sido "hacer visibles las huellas" de las mujeres que trabajaron con estas queseras y también las de los tallistas y poner así en valor "el esfuerzo de las gentes del mundo rural". Además quiso que la exposición estuviese en la Casa Museo Antonio Padrón. "Su arte siempre estuvo ligado al mundo rural, y estas mujeres se merecen su sitio allí", señaló.

La alargada sombra de Antonio Padrón también inspira y se proyecta sobre 'Cada pinta en su quesera'. De hecho, este utensilio contó con una presencia destacable en su obra, identificado con las pintaderas y con un marcado carácter de huella identitaria.

López destaca que algunas de las queseras que se exponen tienen más de cien años. "Hay otras que las tuve que sacar entre el polvo y las telarañas", aseguró. Las de Mendoza se llevan utilizando desde hace varias generaciones. "Mientras pueda yo seguiré utilizándolas", explicó. Porque la realidad del mundo rural es la que viven Mendoza y su marido José Ramos, de 97 años. "Yo me quedo haciendo queso mientras él ordeña las ovejas y las lleva a pastar", señaló.

Mendoza no sabe quien tomará el relevo cuando ella no esté. "Mis hijos podrían seguir con la tradición, pero no sé yo...", matizó. López recuerda que cuando acudía al instituto Mendoza bajaba en guagua por la mañana para llevar el queso a Guía y Gáldar. "Pero es que antes de eso bajaba con los quesos en una caja sobre la cabeza por senderos desconocidos", agregó.

Mendoza transportaba los quesos hasta sus "feligreses" por encargo. "Hacía todo el queso que podía y me lo quitaban de las manos en cuanto llegaba al pueblo", aseguró. Mendoza conoce a todas las queseras de la región. "Ya no quedan muchas", devela, "Juana Ramos es otra que conozco desde que soy chiquita", añadió.

Mendoza y su marido Ramos han tenido que bajar el ritmo de trabajo en el campo. "Ya no dejo que se marche con el ganado muy lejos, vaya a ser que le pase algo", explicó. Tampoco tienen a su cargo tantos animales como antaño. "De repente nos quedan diez cabras, treinta ovejas y dos vacas", detalló. La vida del matrimonio ha estado ligada al mundo rural desde siempre. "Cuando nos casamos tenía 19 años y nos fuimos a una casa cueva con una cocina y una cama", aseguró Mendoza.

Desde entonces, han dedicado más de 70 años al cuidado de la familia, el ganado y la elaboración de quesos de cuajo y de flor. "Lo único que ha cambiado es que ahora bajo en guagua y tengo carreteras al rededor de mis terrenos", dijo con cierto tono melancólico. La vitalidad de Mendoza y Ramos continúa pese al paso de los años. 'Cada pinta en su quesera' se podrá visitar hasta el 27 de octubre.