La Villa de Moya sigue surcando hacia la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres del medio rural, con la segunda edición del Foro interdisciplinar por la igualdad de las mujeres del ámbito rural de las Islas Canarias, SURCA Villa de Moya, que organizará el Ayuntamiento norteño del 13 al 18 de noviembre próximo. Un evento que volverá a contar con destacados expertos nacionales e internacionales, en este caso en materias como la mediación, la salud y la igualdad. Además, el Consistorio norteño, pionero en la defensa de las mujeres rurales en las Islas, rompe fronteras y este año dedica una jornada específica a la mujer en África, con la participación de diferentes ONGs y asociaciones de mujeres de Senegal, Gambia o Burkina Faso. Asimismo, se presentará la primera fase del proyecto piloto EducoSurca, que ha permitido realizar un diagnóstico sobre la concepción del término mujer rural entre los niños y jóvenes, para diseñar acciones concretas con los centros educativos y resolver las deficiencias detectadas.

Una misión a la que en la presente edición de SURCA Villa de Moya se ha sumado la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, tanto con tareas de promoción y difusión del evento entre los estudiantes universitarios, como con el compromiso de promover durante el año acciones educativas y de formación en el municipio norteño, enfocadas a resolver las demandas de las mujeres y a acercar la entidad a los territorios rurales. Un apoyo, tal y como anunciaron este jueves en la presentación del evento el alcalde de la Villa de Moya, Poli Suárez, y el rector de la ULPGC, Rafael Robaina, que podría plasmarse en próximas fechas en un convenio de colaboración con el fin de impulsar el desarrollo profesional, económico y el acceso a las nuevas tecnologías por parte de las mujeres rurales de la Villa.

El primer edil norteño destacó que desde el Ayuntamiento de la Villa de Moya "tratamos de dar visibilidad a la mujer del mundo rural, caminar hacia la igualdad y dar a conocer la realidad de este sector de la población, tanto en Canarias como en países del continente africano, que a día de hoy sigue padeciendo situaciones de discriminación". En este sentido, defendió Poli Suárez, "resulta fundamental trabajar con los diferentes agentes sociales, educativos y las familias desde la base, atajar la discriminación de raíz, pues no podemos concebir que nuestros niños no conozcan el significado ni todo lo que supone ser mujer rural".

Por su parte, Rafael Robaina, explicó que en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria "apoyamos todos los eventos que nos lleguen desde el entorno social e inmediato, porque consideramos que la Universidad, en su responsabilidad y dimensión social debe de estar al lado de este tipo de proyectos, que nos hace más útiles todavía". En esta línea y en relación a SURCA Villa de Moya, el rector explicó que "con el rediseño que hemos hecho de los programas propios y con el futuro Centro de Formación Permanente, podremos certificar cualquier tipo de actividad para personas que no tienen condiciones de acceso a la Universidad". Un centro que, afirmó Robaina, "nos permitirá diseñar conjuntamente con el Ayuntamiento programas que sean útiles, ayudar a que profesionales o profesores puedan vincularse a este tipo de iniciativas o fomentar que el alumnado realice sus trabajos de fin de título sobre el medio rural". En definitiva, "existen muchas posibilidades de participación en materia de educación por parte de la Universidad", concluyó el rector.

Tras el éxito de la primera edición de SURCA Villa de Moya, celebrada en 2016, y a partir de las conclusiones extraídas de las diferentes conferencias y debates, el Consistorio norteño ha seguido trabajando durante el año en planes y programas para detectar y combatir la discriminación y las dificultades que padecen las mujeres rurales, por ejemplo, a la hora de ver reconocida su labor, ser propietarias de los bienes compartidos o para acceder a un empleo, gestionar su propia economía y recursos.

Problemáticas que a su vez les supone afrontar situaciones de dependencia y exclusión social, como reflejan los datos del informe de desempleo del Gobierno de Canarias, que sitúan hasta septiembre de 2017 el paro femenino en Gran Canaria en el 57,1% (55.055 mujeres), registrándose el 36,4% de esa cifra (20.050 mujeres) en los municipios considerados rurales, que a su vez soportan el 20,8% del total de desempleo de la isla. Asimismo, según estos datos, el 91% de las mujeres sin empleo en los municipios rurales de Gran Canaria son mayores de 25 años. También cabe destacar los datos de la Asociación Insular de Desarrollo Rural, que cifran en el 82% las mujeres que colaboran en las labores agrícolas, si bien el 59% lo hacen sin cotizar y sólo el 9% es titular de los bienes comunes con sus maridos.

Los municipios rurales, y especialmente de las Islas Canarias, presentan una serie de denominadores comunes que trascienden la descripción meramente administrativa y sociológica de estos territorios, que los define como tal en función del número y del comportamiento demográfico de los habitantes. Estos factores comunes son el sobre-envejecimiento de la población; la ideología tradicional predominante (machismo); dependencia y sumisión de la mujer; masculinización de las actividades económicas; desigualdad de género; violencia de género de difícil detección; la dispersión geográfica; el desempleo femenino; y la dificultad para acceder a la formación. Influyen directamente, de manera general, en el desarrollo y la sostenibilidad económica y social de los municipios rurales; y, particularmente, en la posición de la mujer en su entorno familiar, social y profesional, asi como en su situación económica y moral.

Lo que a su vez ocasiona falta de oportunidades para las mujeres; que tengan escasa representación en puestos de trabajo de responsabilidad y toma de decisiones; baja afiliación a la seguridad social; la masculinización también de las propiedades que deberían ser de titularidad compartida; dificultades para acceder a las nuevas tecnologías y a acciones formativas; carencia de infraestructuras sociosanitarias públicas; desconocimiento en estrategias de marketing, planificación y asesoramiento legal y empresarial; y ceder ante la presión que el entorno familiar y social ejercen sobre el que consideran que debe de ser el comportamiento femenino.