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Agricultura La primera gran sequía del siglo XXI

La falta de lluvias dejará al mercado local sin seis millones de kilos de papas

Medio millar de agricultores de medianías esperan las primeras precipitaciones para poder plantar

La falta de lluvias dejará al mercado local sin seis millones de kilos de papas

El año hidrológico 2016-2017, que finalizó el pasado 10 de octubre, se convierte en el cuarto año consecutivo de sequía, o como prefiere llamarlo la Agencia Estatal de Meteorología, de déficit hídrico en Canarias.

Una situación que para el secretario insular de la Coag, Juan Hernández, remite a la otra gran situación de escasez de finales de los 80 y que duró hasta 1997, en la que se arrancó el llamado arco de plataneras que abarcaba desde la vera del Guiniguada, a tiro de piedra de la catedral de Santa Ana, hasta la ciudad de Gáldar.

En aquella ocasión fue tal la virulencia de la falta de precipitaciones que se abrieron las conocidas guerras del agua, en que agricultores y exportadores clamaban contra su uso en jardines, hostelería y campos de golf.

Hoy, 20 años después, las condiciones son muy diferentes gracias a la infraestructura que permite fabricar agua, la proveniente de las desaladoras y de la amplia red de depuración que facilita, al menos a los cultivos situados a menos de 300 y 400 metros de altura surtirse de unos caudales que ofrece el Consorcio Insular a precios estables y asequibles.

Pero si en aquél momento el principal problema era la falta de abastecimiento por la inexistencias de esas mismas maquinarias que hoy son capaces de reaprovechar los flujos que provienen de la utilización doméstica, el de ahora es el de un sector que cuenta cada vez con un más reducido grupo de agricultores, supervivientes de los que a lo largo de los últimos años han ido colgando para siempre el sacho en sus cuartos de aperos, sobre todo por encima de la citada cota de altura en donde no queda otra que surtirse de pozos, galerías y embalses que en un porcentaje importante se encuentra en manos privadas.

Roberto Goiriz es presidente de la Asociación de Jóvenes Agricultores, ASAJA y asegura que la sequía es ahora mismo "el problema más grave que tiene la agricultura insular", pero sus distintos efectos en, según que tipo y lugar de cultivos, le permiten dividirlos en tres aspectos. Por un lado en la zona del sureste grancanario, que se dedica de manera principal a los cultivos de exportación, como tomates y pepinos y que según afirma, "sufren de una escasez terrible, como no se conocía en muchos años".

El meollo se localiza en unas explotaciones que no pueden recurrir al agua depurada ya que la normativa europea en materia de exportación prohibe su uso y solo permite aquella que llega de pozos, con un nivel freático cada vez más escaso, y que por lo tanto se vende a un mayor precio, y por las que se generan en las desaladoras propias de cada explotación "que la hacen muy costosa", apunta Goiriz, "y limitan los márgenes de beneficio".

Con estos nubarrones, o más bien, su ausencia, "se disminuye la superficie plantada en tomates y pepinos sobre todo en Tirajana y en la zona del Sureste, como en Valsequillo, Telde y la zona de Tara, con muchísimas fincas abandonas por este problema".

Sin embargo, los cultivos de plaza, los dedicados al consumo interno en las cotas más bajas son los que de alguna manera se salvan de la quema "porque pueden sustituir la escasez por el agua regenerada que distribuye el Consejo, y que se centra también en lechuga, zanahoria y papa. Esta red, que permite "la salvación de la agricultura llega hasta el Tablero de Maspalomas, pero en cuanto empieza a subir se multiplican los problemas porque no llega la distribución", apostilla el presidente.

Una tercera 'versión' del problema la ofrece la vertiente norte, eminentemente de plátano así como de tomate y pepino y, donde según la misma fuente, estanques y embalses, como los de la Mancomunidad de Regantes del Norte, lucen con aguas pero que no provienen de las lluvias, "sino que están siendo utilizadas por los agricultores como almacenamiento de las que sacan de pozos y desaladoras".

Todo esto supone, asegura, el abandono de la agricultura o el no plantar de momento por aquellos que aún resisten" y todo esto unido, aburre, y de hecho la agricultura de plaza y consumo interno se está acabando", sentencia.

Relevante también es el caso de La Aldea, que cuenta con dos potentes desaladoras "y van solucionando el asunto, pero así y todo, y a pesar de que disponen con algo de agua de las últimas lluvias en sus tres grandes presas, tampoco están para tirar voladores".

Pero quién no tiene ni para comprar fuegos artificiales son aquellos profesionales que se encuentran por encima de esa fatídica línea de los 400 metros de altura, donde el bombeo del agua del Consorcio no llega.

Juan Hernández, que cultiva en Santa Brígida solo tiene en explotación una fanegada y media de las seis que dispone, esperando a que la lluvia que esté por venir le dé centro a la tierra para por fin plantar sus papas y hortalizas.

Como él, decenas de agricultores que ya han desistido de la papa temprana y extratemprana, aquella que se planta por las fechas del Pino para ofrecerlas en el mercado a finales de diciembre y principios de enero.

El secretario insular de la Coag califica de un "gran problemón" el que están sufriendo con los precios de las aguas privadas, que se encuentra en valores casi olvidados, de entre 28 y 36 euros la hora de 36 metros cúbicos, y que es la que se utiliza en Valsequillo, Teror, Fontanales, San Mateo, Santa Brígida y Tejeda, entre otros puntos, todo ello de papa, hortaliza y "bastante frutal".

Es él el que pone en contexto un año "que ya es el cuarto" y que según los más veteranos se ajusta a unos ciclos que desde antiguo centran estos periodos de sequía entre los cinco y siete años de media.

A estas alturas de otoño, según expresa, "la gente no planta ni una pipa de alpiste en las zonas" a las que no llegan las redes del Consocio Insular de Aguas, algo que afecta, según cuantifica, "a unos 500 productores, lo que se traduce a unas pérdidas de entre cinco y seis millones de kilos de papa que no estarán en las líneas del mercado para Navidades o principios de enero, sin olvidarnos de la hortaliza de hoja, que también quedarán muy tocadas porque los costes son imposibles de afrontar".

De esta forma "el que tiene dos hectáreas plantará media y damos por seguro que algunos productores se quedarán por el camino, y al que no, les quitarán los tractores y la casa porque el sector está muy endeudado por los créditos y los ICO ", expresa en relación a las líneas de financiación que lanza el Estado a través del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente del Gobierno de España.

Hernández no escatima en adjetivos. "Esto es tremendo", asevera, "y es comparable a la última gran sequía de los 90", si bien reconoce que la red de depuración del Cabildo grancanario supone un cierto oasis en este desierto, pero recuerda que tras la pérdidas de cientos de hectáreas de plátano en aquella ocasión, Gran Canaria nunca recuperó las fincas arrasadas, que desde entonces dejó a la isla con menos producción que Tenerife y La Palma.

Algo que se podría repetir en este episodio con los cultivos de la tierra destinados al mercado interior, que ya venía arrastrando de por sí la competencia de los productos foráneos que en plena temporada, un año sí, y el otro también, abarrotan las alacenas isleñas.

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